Día Mundial de la Dieta Mediterránea

SALUD Y NUTRICIÓNJulia VOSCOJulia VOSCO
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Cada 13 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Dieta Mediterránea, una ocasión para reflexionar sobre un estilo de alimentación que goza de reconocimiento internacional por sus efectos positivos en la salud. Expertos y organismos, como la UNESCO, destacan los beneficios de este modelo alimenticio, que integra tradiciones culinarias milenarias y un fuerte componente comunitario, especialmente en países como Italia, España y Grecia.

La dieta mediterránea se caracteriza por un enfoque holístico que incluye no solo la selección de alimentos, sino también la socialización durante las comidas y una vida activa. Según la UNESCO, abarca rituales y conocimientos que fortalecen la identidad cultural de estas comunidades.

Componentes clave de la Dieta Mediterránea

La base de este patrón alimenticio son los productos frescos y locales. Los alimentos más consumidos incluyen frutas, verduras, granos integrales, frijoles, nueces y semillas, aderezados principalmente con aceite de oliva extra virgen, que sustituye a grasas animales. El pescado y los mariscos, ricos en ácidos grasos omega-3, son habituales, mientras que el consumo de carne roja es limitado.

En términos de lácteos, se prefieren el yogur griego y el queso en cantidades moderadas. En cuanto a postres, se opta por frutas frescas, reservando los dulces para ocasiones especiales.

Beneficios para la salud

Diversos estudios vinculan la dieta mediterránea con la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y síndrome metabólico. También se ha asociado a una disminución en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer y una mejor salud mental en adultos mayores. Esta alimentación promueve la regulación del peso y el equilibrio de la flora intestinal, favoreciendo procesos antiinflamatorios.

El enfoque en alimentos frescos, ricos en fibra y antioxidantes, combinado con un bajo consumo de azúcares y grasas saturadas, contribuye a la salud cardiovascular y reduce la formación de placas en las arterias.

En resumen, la dieta mediterránea no solo ofrece beneficios para la salud individual, sino que también refuerza la cohesión social y el respeto por el entorno, revalorizando el acto de compartir la comida.

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