El peronismo busca revalidarse en las urnas ante el desgaste de la unidad

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Crece el consenso interno sobre la necesidad de dirimir diferencias a través de elecciones internas o PASO.
  • La “unidad” dejó de ser garantía de cohesión o triunfo electoral.
  • Kicillof se consolida como figura nacional, pero evita involucrarse en la disputa partidaria.
  • Máximo Kirchner busca reelegir en el PJ bonaerense y enfrentaría resistencias crecientes.
  • Olmos advirtió que solo los votos pueden reemplazar a Cristina Kirchner en la conducción.
  • Intendentes reclaman democracia interna y un nuevo liderazgo que recupere legitimidad política.

El peronismo bonaerense atraviesa un punto de inflexión. La histórica apelación a la “unidad” como escudo frente a las diferencias internas parece haber perdido eficacia. En el principal distrito del país, cada vez más dirigentes coinciden en que la única salida a la crisis de liderazgo y a la fragmentación política es dirimir las disputas a través de los votos. Ya sea mediante una interna partidaria o, llegado el momento, en unas Primarias Abiertas (PASO), el consenso empieza a girar hacia la competencia electoral como forma de ordenar la estructura.

La idea de que “la lista de unidad no existe más” se repite entre intendentes y referentes del justicialismo provincial. “No hay conducción nacional. No hay unidad”, resumió un jefe comunal del interior bonaerense con larga trayectoria en el PJ. La frase resume un clima de época: Axel Kicillof proyecta su candidatura nacional, Cristina Fernández de Kirchner se aferra a la identidad camporista y Sergio Massa intenta mantenerse en un punto medio. En ese tablero, las tensiones internas se multiplican y el concepto de unidad se diluye frente a la falta de un proyecto político compartido.

La discusión atraviesa todos los niveles del peronismo bonaerense. Desde la presidencia del partido hasta la distribución de fondos municipales, pasando por el Presupuesto 2026 y los cargos vacantes en la administración provincial. En medio de esa puja, Kicillof intenta consolidar su poder territorial mientras busca diferenciarse del kirchnerismo duro. A la vez, el gobernador se perfila como el principal referente de un peronismo que quiere reconstruirse bajo su liderazgo, aunque sin romper del todo con la estructura tradicional.

En ese contexto, la voz de Juan Manuel Olmos, titular de la Auditoría General de la Nación y uno de los articuladores más experimentados del peronismo, resonó con fuerza: “El que quiera reemplazar a Cristina lo tiene que hacer con votos”. Su frase sintetizó un diagnóstico extendido dentro del movimiento: sin una conducción que logre sintetizar las distintas corrientes, la única vía legítima es la competencia democrática. “Al peronismo le falta una mesa de diálogo. Kicillof y Cristina tienen estrategias divergentes y cuando no hay una sola estrategia, los dos sectores tienen razón”, agregó Olmos, evidenciando la dificultad de encontrar un norte común.

Entre los intendentes también gana terreno la idea de una interna “madura” como salida a las diferencias. Diego Nanni, jefe comunal de Exaltación de la Cruz y dirigente de Fuerza Patria, fue explícito: “El gobernador hizo una elección histórica y está enfrentando al gobierno de Milei sin recursos. Hay un montón de compañeros que lo entienden y se van encolumnando. Y si no, habrá que apelar a una interna madura para llegar con fuerza a 2027”.

La primera batalla podría darse entre febrero y marzo, con la renovación de autoridades del PJ bonaerense. Máximo Kirchner ya avisó que quiere seguir al frente del partido y está dispuesto a competir. Kicillof, en cambio, no participará de la contienda interna. “Hay una revolución silenciosa contra el cristinismo. Aunque no lo digan en público, todos están hartos de La Cámpora”, confió un intendente del conurbano, reflejando el desgaste de la conducción kirchnerista en la provincia.

La segunda parada será en 2027, con la definición de la candidatura presidencial. Si las PASO sobreviven, allí podría saldarse la disputa mayor. Por ahora, los nombres que circulan son pocos: Kicillof, Massa, Gerardo Zamora y Sergio Uñac. Son apenas hipótesis en un tablero en reconstrucción.

Lo que parece definitivo es que el peronismo ya no cree en las listas únicas forzadas. “Hace 37 años que no hay elecciones internas verdaderas”, recordó un dirigente histórico del PJ bonaerense. La exigencia de democracia interna se impone como una necesidad impostergable para recuperar legitimidad y volver a enamorar a un electorado cada vez más distante.

Aquella frase de Cristina Kirchner —“organicen un partido político, preséntense a elecciones y gánenlas”—, que alguna vez fue dirigida a la oposición, podría hoy aplicarse a su propia fuerza. En un movimiento acostumbrado a resolver puertas adentro, el nuevo desafío parece ser someterse al veredicto de las urnas. Solo los votos, coinciden muchos, podrán poner fin a una era de internas permanentes y abrir el camino hacia la renovación peronista.

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