El peronismo en llamas: fractura bonaerense y crisis nacional tras la derrota electoral

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Profunda crisis interna del peronismo tras la derrota electoral.
  • Dura disputa entre kirchnerismo y kicillofismo en Buenos Aires.
  • Intendentes presionan para desplazar a Máximo Kirchner del PJ Bonaerense.
  • Conflictos abiertos en Salta, Jujuy, Misiones, Tierra del Fuego y La Pampa.
  • Ausencia de un liderazgo nacional que unifique al movimiento.
  • El justicialismo enfrenta el desafío de redefinir su identidad y su futuro político.

El peronismo atraviesa una de las crisis más profundas de las últimas décadas. La dura derrota en las elecciones legislativas dejó al descubierto una estructura partidaria desgastada, con múltiples frentes de conflicto y una conducción en jaque. En Buenos Aires, la provincia que históricamente funcionó como su bastión, el enfrentamiento entre el kirchnerismo y el kicillofismo alcanzó un punto crítico que amenaza con una fractura irreversible dentro del Partido Justicialista (PJ).

El resultado electoral actuó como catalizador de viejas tensiones. En el entorno de Cristina Fernández de Kirchner apuntan directamente contra Axel Kicillof por haber impulsado la estrategia del desdoblamiento y no haber logrado retener el voto peronista. Lo acusan de priorizar su perfil personal por encima del armado nacional y de no haber “militado” con la intensidad necesaria en los distritos clave del conurbano.

Del otro lado, el círculo del gobernador bonaerense responde con dureza. Señalan a la ex vicepresidenta como la principal responsable de la derrota por haber cerrado listas sin consenso y haber insistido en mantener el control del PJ pese al desgaste. “El kirchnerismo agotó su ciclo”, repiten, mientras crecen los sectores que promueven un recambio generacional y una nueva conducción partidaria.

La disputa por el PJ Bonaerense

El epicentro de la tensión está en la conducción del PJ de la provincia de Buenos Aires, hoy encabezada por Máximo Kirchner. Su mandato vence el 18 de diciembre, pero aún no se convocaron elecciones internas, una omisión que alimenta las sospechas de maniobras para prorrogar su gestión. Intendentes del Movimiento Derecho al Futuro, muchos de ellos ex aliados, exigen renovar autoridades y abrir el debate sobre el rumbo del peronismo.

Kicillof, por ahora, se mantiene al margen. Su entorno asegura que el gobernador “no busca quedarse con el partido”, aunque dentro de su espacio hay quienes reclaman un gesto de liderazgo para ordenar la interna y poner fin a la parálisis política. La indefinición no hace más que acrecentar la sensación de vacío en una fuerza que perdió el poder nacional y ve diluirse su influencia territorial.

Provincias en conflicto y liderazgos agotados

El descalabro no se limita a Buenos Aires. En el interior, los PJ provinciales viven sus propias crisis. En Salta, el gobernador Gustavo Sáenz —aliado circunstancial del kirchnerismo— rompió públicamente con Cristina Kirchner tras el magro 12,23% de los votos obtenidos. “Por una vez en la vida, hágase cargo de algo”, escribió en sus redes, exigiendo el fin de las intervenciones partidarias.

En Jujuy, la disputa entre Leila Chaher y Carolina Moisés mantiene paralizado al PJ local, pese a los intentos de mediación de Aníbal Fernández y Gustavo Menéndez. Por primera vez desde el retorno de la democracia, el justicialismo jujeño se quedó sin representación en la Cámara de Diputados, símbolo de su declive político.

El escenario en Misiones no es mejor. Las denuncias de autoritarismo en la conducción nacional y los flojos resultados de Fuerza Patria —apenas un 9,42% de los votos— reflejan el deterioro de las estructuras que alguna vez fueron clave en la expansión del peronismo. En Tierra del Fuego y La Pampa, los enfrentamientos entre dirigentes locales también impidieron consolidar un bloque cohesionado.

Un mapa en ruinas

El mapa interno del peronismo se asemeja hoy a un archipiélago disperso de liderazgos en pugna. Las intervenciones partidarias impulsadas en los últimos años dejaron heridas abiertas y un vacío de autoridad difícil de recomponer. La falta de un referente nacional con capacidad de síntesis política profundiza la crisis: Cristina Kirchner se replegó, Alberto Fernández se mantiene ausente y Kicillof aún no asume un rol protagónico fuera de la provincia.

El desafío que enfrenta el justicialismo es monumental. Sin cohesión interna, sin un programa claro y con una militancia desorientada, el partido fundado por Juan Domingo Perón parece haber perdido su brújula histórica. La reconstrucción demandará tiempo, liderazgo y, sobre todo, una redefinición ideológica capaz de reconciliar a un electorado que le dio la espalda.

En un escenario donde La Libertad Avanza consolidó su dominio y el radicalismo intenta reposicionarse como alternativa, el peronismo se debate entre resistir o reinventarse. Lo que está claro es que el viejo partido del poder ya no es el mismo: sus estructuras tiemblan y su futuro depende, más que nunca, de su capacidad para sobrevivir a sí mismo.

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