Gobierno ante el dilema cambiario: entre perder reservas, endurecer el cepo o liberar el dólar

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El Gobierno enfrenta una disyuntiva crítica: sostener el cepo, perder reservas o liberar el dólar.
  • Las intervenciones en el mercado de futuros y ventas de dólares podrían costar hasta u$s8.000 millones.
  • Economistas advierten que endurecer el cepo o vender divisas desgasta política y económicamente.
  • El mercado espera definiciones tras la reunión de Milei con Trump el 14 de octubre.
  • El FMI reclama consensos políticos para dar viabilidad al plan económico.
  • El escenario electoral presiona: el Gobierno usará todas sus herramientas para evitar una devaluación abrupta.

En la recta final hacia las elecciones de octubre, el Gobierno enfrenta un dilema cada vez más complejo en materia cambiaria. Con un mercado presionado por la demanda de divisas y expectativas crecientes de devaluación, las autoridades se debaten entre profundizar el cepo, seguir drenando reservas del Banco Central o, en un giro drástico, liberar la cotización del dólar bajo un esquema de flotación. Cada una de estas alternativas conlleva costos políticos, económicos y sociales de gran magnitud.

Los analistas coinciden en que la estrategia oficial busca, al menos hasta los comicios, sostener el actual esquema de bandas cambiarias. Para lograrlo, el Ejecutivo se apoya en la venta de dólares del Tesoro y del Banco Central, junto con una activa intervención en el mercado de futuros. Sin embargo, las proyecciones son alarmantes: Max Capital estima que podrían perderse entre 5.000 y 8.000 millones de dólares en este proceso, lo que agravaría el deterioro de las reservas y el clima de incertidumbre.

En paralelo, el Gobierno reintrodujo algunas restricciones para contener arbitrajes entre el mercado oficial y los financieros, primero sobre empresas y luego sobre particulares. Esta estrategia, según economistas consultados, podría derivar en una ampliación de la brecha cambiaria y en un golpe de reputación para el oficialismo, con consecuencias directas sobre el plano político. Para Gustavo Gardey, cofundador de Bull Road Investments, “al ponerle un techo al dólar oficial se acentúa la brecha”, lo que alimenta la especulación y la inestabilidad.

Otros expertos, como Leonardo Anzalone, del CEPEC, sostienen que la única salida consistente sería liberar el tipo de cambio, acompañado por una suba de tasas que desincentive la demanda y permita recomponer reservas. Anzalone advierte que tanto endurecer el cepo como vender divisas son “caminos subóptimos” que desgastan al Gobierno y posponen un ajuste inevitable. “Lo más razonable sería animarse a liberar el dólar”, señala.

La incertidumbre también se traslada al terreno político y geopolítico. Todas las miradas están puestas en la reunión del 14 de octubre entre Javier Milei y Donald Trump en Estados Unidos. Un eventual apoyo explícito de Washington, sumado a la expectativa de aportes financieros, podría dar oxígeno al Gobierno y calmar la dinámica cambiaria en las semanas previas a los comicios. Mientras tanto, la estrategia es resistir: intervención en futuros, incentivos a los bonos dólar linked y eventuales medidas adicionales para frenar la sangría.

Desde Delphos apuntan que el dólar volverá a testear el techo de la banda y que el Banco Central intervendrá para sostenerlo. En este marco, destacan que el calendario electoral y financiero agrega tensión: antes del 28 de octubre, el Gobierno debe enfrentar vencimientos de deuda y contratos de futuros que incrementan la presión.

Para el economista Lorenzo Sigaut Gravina, la estrategia más probable será el uso de todas las herramientas disponibles salvo la suba de tasas, descartada por el poco tiempo que resta antes de la votación. “Habrá venta de divisas, incentivos para los bonos dólar linked, más restricciones y operaciones en futuros. Van a poner toda la carne al asador”, sostuvo.

El telón de fondo lo completan las recomendaciones de organismos internacionales como el FMI, que insisten en la necesidad de construir consensos políticos para garantizar la viabilidad del plan económico. Sin señales claras de consistencia, advierten, cualquier medida de corto plazo puede terminar acelerando los desequilibrios.

En definitiva, el Gobierno juega a todo o nada en el mercado cambiario. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, la apuesta es mantener la calma hasta el 26 de octubre. Pero el costo puede ser elevado: pérdida de reservas, deterioro de la confianza y un ajuste inevitable más temprano que tarde. El interrogante central es si la política resistirá lo suficiente para sostener la estrategia o si, finalmente, se impondrá la lógica del mercado.

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