Kicillof se reunió con Cristina Kirchner: unidad electoral y tensiones latentes en el peronismo

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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• Axel Kicillof visitó a Cristina Kirchner en su domicilio tras más de 100 días de detención.
• La reunión duró una hora y media, fue calificada como “constructiva”, aunque sin foto oficial.
• El eje central fue electoral: acordaron sumar fuerzas de cara a las elecciones del 26 de octubre.
• El kirchnerismo duro reclamaba la visita y reprochaba la distancia del gobernador.
• Kicillof busca un pacto de convivencia para frenar el fuego interno en la provincia.
• Cristina, activa desde su arresto, sigue influyendo en la campaña y lanzando críticas a Milei.

Después de más de 100 días de detención de Cristina Kirchner bajo el régimen de prisión domiciliaria, el gobernador bonaerense Axel Kicillof concretó finalmente un esperado encuentro con la ex presidenta en su departamento de San José 1111. La reunión, que se extendió por una hora y media, se desarrolló el miércoles en un clima que fuentes de ambos sectores calificaron como “bueno” y “constructivo”, aunque sin foto oficial, un detalle que deja entrever la tensión aún latente dentro del universo kirchnerista.

El eje central de la charla fue electoral. Con las elecciones generales del 26 de octubre en el horizonte, tanto Kicillof como Cristina coincidieron en la necesidad de “sumar fuerzas” y encarar la campaña con un frente unido. Hablaron también de la situación nacional e internacional, marcada por un escenario económico complejo para la Argentina pese al apoyo financiero del gobierno de Donald Trump. “Las energías están puestas en ganar la elección de este mes”, sintetizó un dirigente cercano.

El encuentro era largamente reclamado por el kirchnerismo duro, que veía en la demora del gobernador un gesto de distanciamiento. Para varios dirigentes, el tiempo que pasó sin visitar a Cristina fue interpretado como un signo de ingratitud y de voluntad de independencia respecto a la líder que lo catapultó políticamente. Sin embargo, en el entorno de Kicillof había voces que sugerían postergar el cara a cara hasta después de los comicios, con el objetivo de evitar cualquier cortocircuito interno en plena campaña.

La última vez que se habían visto fue el 10 de junio, en la sede del PJ, antes de que la Corte Suprema confirmara la condena de Cristina en la causa Vialidad. En aquella ocasión, el gobernador debió enfrentar reproches de la militancia, que lo recibió con cánticos recordándole que el liderazgo peronista seguía en manos de la ex presidenta. Esa tensión volvió a sobrevolar en las horas previas a esta nueva visita, aunque esta vez el clima fue de acercamiento.

La relación entre ambos atraviesa un delicado equilibrio. Kicillof busca un acuerdo de convivencia que le permita mantener firme su liderazgo en la provincia de Buenos Aires, evitando el fuego amigo de la tropa más dura de Cristina. Ni ruptura ni subordinación absoluta: el gobernador define ante sus allegados esta etapa como una estrategia de “convivencia” política. El encuentro, entonces, aparece como un primer paso hacia un entendimiento más amplio, aunque no la solución definitiva.

Mientras tanto, Cristina Kirchner se muestra hiperactiva desde su lugar de detención. Recibe semanalmente a candidatos y dirigentes, graba mensajes, envía audios a plenarios y utiliza las redes sociales para marcar posición. En los últimos días mantuvo reuniones con referentes como Mariano Recalde, Itai Hagman, Jorge Taiana y hasta con Juan Manuel Urtubey, reinsertado en la órbita peronista. Además, continúa lanzando críticas directas al presidente Javier Milei, al que acusa de “mentiroso” y de conducir al país a un escenario de crisis.

El poder de Cristina ya no se expresa en candidaturas, pero sí en su capacidad de ordenar, orientar y disciplinar al peronismo. La ex presidenta atraviesa un proceso de reinvención: sin posibilidad de competir, busca influir en la agenda nacional desde su rol de referente máximo del kirchnerismo y como pieza central en la disputa bonaerense.

El encuentro con Kicillof, en ese contexto, tiene un valor simbólico y estratégico. Marca la voluntad de recomponer un frente común en la provincia, epicentro del poder electoral del peronismo, y al mismo tiempo intenta contener las tensiones internas que podrían erosionar la campaña. A poco más de 20 días de las elecciones, el peronismo bonaerense apuesta a dar una señal de unidad frente a Javier Milei, en medio de un tablero político cada vez más fragmentado.

No hubo fotos, pero sí una certeza compartida: la unidad sigue siendo la condición de supervivencia para un movimiento que aún reconoce en Cristina a su figura más gravitante y en Kicillof a su principal carta de gestión. El futuro de ambos, al menos por ahora, vuelve a caminar en paralelo.

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