Una rebelión federal en un país que se devora el futuro

OPINIÓN Agencia de Noticias del Interior
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  • La política nacional sigue atrapada entre extremos y fórmulas agotadas.
  • Cinco gobernadores lanzaron Grito Federal, un espacio con enfoque productivo y federal, como alternativa a la grieta.
  • Mientras tanto, la ciencia argentina, ignorada por el Estado, impulsa proyectos con impacto global.
  • La economía es insostenible: alta deuda, dependencia del crédito y un ajuste que golpea a los más vulnerables.
  • La inseguridad alimentaria infantil y los recortes en ciencia y educación comprometen el futuro del país.
  • Grito Federal representa un intento de cambio frente a una política que, si no se renueva, solo administrará ruinas.

Mientras la política nacional sigue estancada en la repetición de sus extremos —entre nostalgias ideológicas y fórmulas agotadas—, algo distinto parece estar ocurriendo en el interior del país. Cinco gobernadores decidieron levantar la voz y lanzar un nuevo espacio que, con acento federal y enfoque productivo, podría romper la lógica binaria que asfixia el debate público. En un contexto dominado por la urgencia, lo que asoma es, al menos, una tentativa de proyección.

Pero el contraste es inevitable. Mientras la dirigencia política insiste en reciclar pasado, son los científicos quienes siguen empujando hacia el futuro. La frase no es una metáfora: en Santa Fe, la comunidad científica trabaja por convertir la provincia en un polo de innovación, con una mirada puesta en el 2030. El doctor Oscar Fay no duda en vaticinar un Nobel argentino para esa fecha. ¿Qué hace el Estado nacional ante esto? Lo ignora. Niega créditos que traerían dólares e infraestructura, incluso cuando están ya aprobados por organismos internacionales.

La economía, mientras tanto, es una bomba de tiempo. El economista Cristian Módolo ofreció una imagen tan simple como brutal: el país es un auto maltrecho al que el gobierno intentó reparar, pero volvió a andar mal y nadie se atreve a detenerlo para arreglarlo de nuevo. Con una deuda impagable y una dependencia total del endeudamiento, la inestabilidad no es un riesgo, es una certeza.

Y como siempre, el ajuste recae sobre los más vulnerables. El informe de la UCA revela que un 15% de los niños padece inseguridad alimentaria crónica. Desde 2018, incluso sectores medios sufren para poner comida en la mesa. La malnutrición infantil crece silenciosa, mientras el discurso oficial presume equilibrio fiscal.

El modelo económico no solo empobrece el presente: destruye el futuro. Cada vez que se recorta en ciencia, salud, educación o asistencia, se recorta el porvenir. Como dijo la Dra. Ianina Tuñón, los únicos factores protectores que quedan para la niñez son la AUH y la escuela. Esas son nuestras últimas trincheras.

En este panorama, el surgimiento de Grito Federal no solo representa un gesto político: es un signo de vida. De que aún quedan actores dispuestos a disputar poder con otra lógica. El gobernador Maximiliano Pullaro fue claro: no se trata de una “tercera vía”, sino de construir un espacio arraigado en la producción y en la república.

¿Alcanzará? Está por verse. Juan Schiaretti lo intentó antes y no pudo. Facundo Manes aún no define su rol. Y la oposición a Javier Milei sigue desdibujada, sin alternativas claras. Pero quizás esta iniciativa logre canalizar el malestar de un país harto de elegir entre el ajuste sin alma y el populismo sin futuro.

Lo cierto es que mientras Nación se traga oportunidades —como los créditos para Santa Fe— y mira con desprecio a la ciencia, el país sigue devorando a sus mejores hijos. A 25 años de la muerte de René Favaloro, la advertencia de entonces sigue vigente: somos un país que no entiende ni cuida a quienes podrían salvarlo.

Y si algo queda claro, es que sin una rebelión del pensamiento, la política seguirá condenada a administrar ruinas.

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