Llaryora buscará ser un peronista no populista, pero lo suficientemente populista para seguir siendo peronista.

OPINIÓN Carlos Zimerman
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carlos zimermanPor Carlos Zimerman

Llaryora, sin duda, se está posicionando a nivel nacional, y sus intenciones no son otras que competir en 2027 por la presidencia de la Nación. Apunta al desgaste de el gobierno de Javier Milei y, con un peronismo absolutamente dividido y en conflicto, su figura emerge como el aglutinante de los sectores que buscan un peronismo no extremista y presentarse como una alternativa de gobierno para todos los argentinos.

Su reciente medida de aumentar casi un 85% los haberes de los jubilados provinciales lo ha colocado en la consideración nacional, y hoy todos los medios del país hablan de Llaryora. El actual gobernador de Córdoba está dispuesto a diferenciarse de Milei, y a partir de ahora, sin llegar a confrontar directamente, intentará demostrar todas las diferencias existentes entre ellos.

Allegados a Llaryora están convencidos de que en los próximos dos años hasta las elecciones presidenciales será necesario marcar una presencia casi permanente para lograr un nivel de conocimiento lo suficientemente importante como para competir por el sillón de Rivadavia. La apuesta de Llaryora es llegar a los sectores desencantados con las políticas implementadas por Milei, aglutinar a todo el peronismo tras su figura y tratar de no ser una opción que repela a quienes aún creen que la llegada de Milei al gobierno era necesaria para terminar con años de populismo en Argentina.

Llaryora buscará ser un peronista no populista, pero lo suficientemente populista para seguir siendo peronista.

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