Sin crédito no hay país: por qué defender las SGR es defender el futuro productivo

OPINIÓN Agencia de Noticias del Interior
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  • El crédito es esencial para la supervivencia de las pymes argentinas.
  • La posible eliminación del régimen de aportes a las SGR pondría en riesgo el acceso al financiamiento.
  • Las SGR son una política pública eficiente que permitió a miles de empresas crecer, como Alprestamo.
  • En 2024, más de 33.000 MiPyMEs accedieron a crédito con avales por $2,9 billones.
  • Desde Alprestamo se defiende el sistema de garantías y se llama al diálogo para preservar lo que funciona.

En Argentina, hablar de crédito no es una abstracción académica. Es, muchas veces, la delgada línea entre crecer o cerrar, entre pagar sueldos o achicarse, entre lanzar un producto o dejarlo en un cajón. Para las pymes, el acceso al financiamiento no es un privilegio: es una herramienta de supervivencia.

Por eso, la posible derogación del régimen de aportes a las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) no es un tema técnico más. Es una amenaza directa al corazón productivo del país. Y también, al futuro de cientos de empresas que, como Alprestamo, encontraron en ese modelo un trampolín para despegar.

Del MVP al mercado regional

Alprestamo nació como tantas otras pymes: con una idea, un equipo chico y mucho riesgo. Éramos cinco personas intentando crear un producto financiero accesible, inclusivo, digital. Pero una idea, por sí sola, no alcanza. Para convertirla en empresa necesitamos lo mismo que necesita cualquier pyme: financiamiento.

Fue gracias al sistema de garantías que emitimos en diciembre de 2024 una Obligación Negociable por $1.000 millones. Esa operación, avalada por varias SGRs, nos permitió escalar. Hoy operamos en seis países, tenemos más de 7 millones de usuarios y trabajamos con más de 100 instituciones financieras. Nada de eso hubiese sido posible sin el puente del crédito pyme y el respaldo de las SGR.

Las SGR no son un privilegio, son una política pública eficiente

Las SGR no regalan nada. Funcionan como avalistas: toman fondos de empresas e inversores y los transforman en garantías para pymes que no tienen activos para respaldar un préstamo tradicional. Ese mecanismo —eficiente, federal y transparente— es una rareza positiva en un país acostumbrado a improvisar.

Los números hablan solos:

  1. En 2024, las SGR emitieron avales por más de $2,9 billones, triplicando los registros de 2023.
  2. Más de 33.000 MiPyMEs accedieron a crédito gracias a este sistema.
  3. A noviembre de 2024, más de 41.000 empresas contaban con avales activos, un crecimiento del 27% interanual.

Esto no es simbólico. Es vital. Son miles de empresas pagando sueldos, comprando insumos, invirtiendo, produciendo. Es el país real, el que funciona a pesar de las trabas.

No hay innovación sin financiamiento, ni desarrollo sin reglas claras

Hoy, más que nunca, necesitamos defender lo que funciona. No para conservar por conservar, sino para construir sobre bases sólidas. Las SGR son una política pública que ha demostrado impacto real. Suprimirlas es ir contra la lógica: justo cuando necesitamos más inversión y más crédito, se pone en jaque el mecanismo que lo permite.

En vez de eliminar lo que da resultados, deberíamos pensar en cómo escalarlo. En cómo incluir a más pymes, más regiones, más sectores. En cómo hacer que el crédito deje de ser una excepción para convertirse en la norma.

Un llamado al diálogo y a la responsabilidad

Desde Alprestamo, apoyamos con firmeza el comunicado de la Cámara Argentina de Fintech en defensa del sistema de garantías. Lo hacemos no solo por convicción, sino por experiencia: sabemos lo que es ser una pyme que empieza desde cero, con todo por demostrar. Sabemos lo que significan un préstamo, un aval, una oportunidad.

No queremos volver a un país donde el crédito es para pocos y las reglas cambian de un día para otro. Queremos una economía donde las ideas encuentren respaldo, donde los emprendedores encuentren socios, y donde las pymes encuentren futuro.

Porque sin crédito no hay innovación.
Sin pymes no hay país.
Y sin diálogo, no hay futuro.

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