El Gobierno entra en una nueva fase: más dólar, más inflación y menos margen de maniobra

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El Gobierno entró en una nueva fase marcada por suba del dólar, inflación en alza y señales de enfriamiento económico.
  • Se abandonó el control del tipo de cambio por presión del mercado, y el dólar superó los $1.270.
  • La inflación de julio se estima por encima del 2% y las tasas suben por encima del 36% anual.
  • Pese a la fuerte liquidación del agro, el BCRA no logró acumular reservas, que se usaron para pagar deuda.
  • El acceso a financiamiento externo sigue limitado y el anclaje cambiario se agotó, según economistas.
  • La economía enfrenta menor crecimiento, escasa disponibilidad de divisas y alta fragilidad.
  • El Gobierno ya no busca estabilizar, sino administrar tensiones: cada decisión tiene costos crecientes.

En medio de una semana marcada por la suba del dólar, el endurecimiento de tasas y señales de enfriamiento económico, analistas coinciden en que el Gobierno de Javier Milei ingresó en una nueva etapa. La estrategia de desinflación rápida que había funcionado hasta mayo comenzó a mostrar signos de desgaste, y el tipo de cambio dejó de ser una herramienta sólida de anclaje.

La eliminación del control sobre el ritmo devaluatorio no fue una decisión planificada, sino una reacción forzada por el mercado. La demanda de divisas se disparó por pagos de aguinaldos, turismo y coberturas financieras, mientras las intervenciones del Banco Central perdieron efectividad. Así, el dólar superó los $1.270 y la inflación de julio se proyecta por encima del 2%, alejándose del 1% registrado en mayo.

El ministro de Economía, Luis Caputo, sintetizó la tensión del momento con una frase lanzada en tono irónico: “Comprá dólares, campeón”. Desde entonces, el billete verde no dejó de escalar. A la presión interna se sumaron factores externos como el fallo judicial adverso en Nueva York por YPF, el estancamiento del rating argentino en los mercados y advertencias del FMI sobre la necesidad de fortalecer reservas.

Pese a una liquidación récord del agro, el Banco Central no logró engrosar reservas: priorizó el pago de vencimientos por más de u$s4.000 millones en bonos Globales y Bonares. Según Eco Go, el Ejecutivo ya no tiene capacidad para absorber pesos ni divisas, y eso lo obliga a convivir con mayor volatilidad.

Con la caída prevista en la liquidación del agro desde agosto (pasará de u$s3.000 millones a menos de u$s2.000 millones mensuales), el financiamiento externo se vuelve crucial. Pero el acceso sigue vedado. Sin incentivos fiscales ni legales para repatriar capitales, el mercado se sostiene más por deuda que por exportaciones.

La economista Milagros Gismondi (Cohen) alertó que “se agotó el esquema de anclaje cambiario” y que la política económica actual responde más a la necesidad de administrar tensiones que a un plan de estabilización integral. La inflación repunta, el dólar corre, las tasas suben (ya superan el 36% efectivo anual en instrumentos cortos) y la actividad comienza a enfriarse. El crecimiento del PBI proyectado para el segundo trimestre cae al 0,4%, muy por debajo del 2% del trimestre anterior.

El Gobierno llega al segundo semestre con menos margen político, escasas divisas y mayor fragilidad. La estrategia se redefine: ya no se trata de anclar expectativas, sino de evitar que el equilibrio precario se rompa. Pero con una “sábana corta”, como describen los analistas, cada decisión tiene un costo. Contener la inflación enfría la economía; estimular el consumo dispara el dólar. Y en ese dilema, Milei transita su etapa más compleja desde que asumió.

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