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¿MÁS RÁPIDO QUE LA LUZ?

Un experimento reciente permite a un periodista sugerir la invalidez de una de las leyes fundamentales de la física, enunciada por Einstein y avalada por múltiples evidencias durante más de un siglo

EDITORIAL 04/01/2020 Isaías ABRUTZKY / Especial para Diario Córdoba
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Isaías ABRUTZKY / Especial para Diario Córdoba

A través de los siglos, los medios disponibles por el hombre para investigar la naturaleza se fueron creando y perfeccionando hasta llegar a niveles de increíble precisión. Asi, pudieron estudiarse sistemas desconocidos previamente, que ampliaron el campo de la Física, a la que dotaron de nuevas leyes.

La física cuántica nació con la posibilidad de experimentar con el campo submicroscópico (además de una fantástica formulación teórica de Max Planck). Con ella, surgieron nuevos modelos para explicar los fenómenos de la materia y la energía que previamente resultaban incomprensibles. Este nuevo esquema limitaba la validez de las leyes anteriores, aunque sin desecharlas: cuando un ingeniero mecánico diseña un engranaje o uno civil construye un edificio, no necesita otras leyes que las que dicta la física clásica; quienes trabajan en la frontera de las comunicaciones o la electrónica tienen que atender al mundo cuántico.

Un experimento de Einstein y sus colaboradores permite ahora avisorar una revolución en el modo de procesar la

información, haciendo posible pensar en computadoras miles de veces más veloces que aquellas de que se dispone actualmente. Pero es un campo que pone patas para arriba toda nuestra lógica y percepción.

Ámbito publicó una nota* sobre la “teletransportación cuántica”, en la que informa de un experimento según el cual “Científicos de la Universidad de Bristol y la de Dinamarca afirman haber logrado la 'teletransportación cuántica' entre dos chips”. Según relatan, los investigadores enviaron información de un dispositivo al otro sin que estuvieran conectados ni física ni electrónicamente”.

Esto le permite al articulista, cuyo nombre no menciona, afirmar que “este descubrimiento rompería con la teoría que afirma que nada viaja más rápido que la velocidad de la luz”.

La física cuántica es paradojal, y contraintuitiva. Un objeto cuántico es a la vez una onda y una partícula; si determinamos exactamente su posición, destruiremos toda información acerca de su velocidad. Si queremos conocer ambas variables nos encontraremos con una imprecisión: cuánto mejor intentamos conocer una, más nebulosa se hará la otra.

Una curiosa propiedad de los objetos cuánticos es que

pueden crearse en pares “entrelazados”, en los que el valor que ostenta uno es complementario del otro. Se ha podido crear, por ejemplo, dos fotones entrelazados (lograrlo exige cercanía) y enviar uno de ellos a más de cien kilómetros. Del fotón que queda en el laboratorio de origen desconocemos, por ejemplo, su polarización (digamos si gira en un sentido o en el contrario). Pero si medimos esa variable, la correspondiente al fotón que enviamos lejos será la complementaria.

Este tipo de fenómenos abre la posibilidad de un procesamiento de la información de velocidad muy superior al del movimiento de los electrones, que comparativamente son lentísimos. Y también de lograr una criptografía prácticamente inviolable (cualquiera que interfiera en la comunicación provocará la destrucción de la clave empleada).

Pero no permite afirmar que se pueda transmitir información a mayor velocidad que la de la luz. La física relativista está muy bien asentada, y la invalidez de uno de sus principales postulados implicaría situaciones insostenibles, teórica y experimentalmente.

La física cuántica -de la que Einstein desconfiaba, a pesar de que obtuvo el premio Nobel por sus trabajos en el efecto fotoeléctrico, que es un fenómeno esencialmente cuantico- produjo una revolución en la tecnología: sin la comprensión del comportamiento de los

sistemas submicroscópicos no tendríamos hoy los circuitos de estado sólido que hacen posible los dispositivos de transmsión y el procesamiento de la información que usamos cotidianamente. O las luces LED que nos permiten iluminar nuestros ambientes con una fracción de la energía que requerían hasta no hace mucho.

La computación cuántica y la fusión nuclear controlada (un desafío que sigue vigente desde hace tres cuartos de siglo) constituyen las promesas para resolver dos grandes problemas de la humanidad. Y muchos otros campos experimentales y teóricos aparecen y evolucionan para plasmarse en sorprendentes realizaciones. Quienes alguna vez pensaron que la física habia alcanzado sus límites y que de ese momento en adelante, esta ciencia quedaría limitada a “barrer los rincones del conocimiento”, se encuentran ahora con un panorama de inedita amplitud, que andando el tiempo irá modificando -esperemos que para bien- toda nuestro modo de vivir.

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