El gobierno bonaerense cuestiona el acuerdo comercial con Estados Unidos por su impacto industrial

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • El gobierno bonaerense alertó sobre el impacto del acuerdo con EE.UU. en la industria y el empleo de la provincia de Buenos Aires.
  • Augusto Costa sostuvo que el tratado profundiza un perfil primarizador y compromete el desarrollo tecnológico e industrial.
  • El acuerdo permite acceso preferencial a productos argentinos y estadounidenses, incluyendo bienes tecnológicos y agroindustriales.
  • Carlos Bianco calificó el pacto como el más desigual desde el Pacto Roca-Runciman y criticó la falta de participación del Congreso y de provincias.
  • Ambos funcionarios señalaron que la negociación secreta afecta la soberanía argentina y limita la capacidad de decisión sobre su rumbo económico.
  • La postura bonaerense contrasta con la del gobierno nacional, que resalta oportunidades de inversión y acceso a mercados estratégicos.

El anuncio del amplio acuerdo comercial y de inversión entre Argentina y Estados Unidos generó esta semana la primera reacción del gobierno de Axel Kicillof, que advirtió sobre posibles efectos negativos en la provincia de Buenos Aires y en la industria nacional. El ministro de la Producción bonaerense, Augusto Costa, expresó su preocupación por la potencial profundización de un perfil primarizador en la economía argentina, y alertó sobre los riesgos que el tratado podría implicar para el desarrollo industrial y tecnológico del país.

“Va a comprometer mucho la industria, el desarrollo tecnológico, la posibilidad de agregar más valor en nuestro país y de continuar con la tradición industrial”, afirmó Costa en declaraciones radiales, al tiempo que señaló que el acuerdo podría tener un efecto directo sobre el empleo en la provincia. Para el ministro, la medida se suma a lo que describió como “política de ajuste y destrucción del empleo” impulsada por la Casa Rosada, y consideró que el documento representa “una estrategia ruinosa, de subordinación y entrega de soberanía”.

El acuerdo bilateral incluye compromisos que permiten un acceso preferencial a Estados Unidos para un abanico de productos argentinos, a cambio de facilidades similares para productos estadounidenses. Entre ellos se destacan medicamentos, químicos, maquinaria, tecnología, dispositivos médicos, vehículos y bienes agroindustriales. El texto también prevé medidas para reforzar la protección de la propiedad intelectual, con el objetivo de frenar la falsificación y la piratería, incluidas prácticas en entornos digitales. A ello se suma una agenda compartida sobre minerales críticos y un trabajo coordinado para estabilizar el comercio global de soja, un punto estratégico para ambos países. Además, el tratado contempla reconocer a Estados Unidos como jurisdicción adecuada para la transferencia transfronteriza de datos, lo que agiliza los procesos en el comercio digital.

Costa advirtió que estas disposiciones pueden poner en riesgo a gran parte de la industria de la provincia de Buenos Aires, que aporta aproximadamente el 50% de los bienes industriales del país. Según el funcionario, la negociación con Estados Unidos implicaría profundizar la relación con una potencia que compite en varios sectores, a cambio de ciertos accesos para productos primarios y recursos naturales, lo que, a su juicio, debilita la capacidad de desarrollo autónomo del país.

En línea con Costa, Carlos Bianco, ministro de Gobierno bonaerense, calificó el tratado como “el pacto económico-comercial más desigual y asimétrico firmado desde el Pacto Roca-Runciman”. Bianco cuestionó el proceso de negociación: “Se desarrolló sin estudios de impacto, sin participación del Congreso, sin consultas a los sectores productivos y sin intervención de las provincias. Un proceso de diplomacia secreta que deja afuera a todos los actores interesados”, explicó.

El funcionario también evaluó la relación entre la administración de Javier Milei y la de Donald Trump, señalando que Washington influye en las decisiones de asistencia a reuniones internacionales del Presidente argentino, mientras se priorizan eventos de menor relevancia estratégica. “Este acuerdo y otros que se negocian en secreto reducen la soberanía argentina en su sentido más profundo: la libertad de un país para elegir su rumbo. Cada compromiso opaco y cada concesión unilateral nos vuelve menos capaces de decidir nuestro destino”, concluyó Bianco.

La postura del gobierno bonaerense marca un contraste significativo con el Ejecutivo nacional, que ha destacado el acuerdo como un paso clave para expandir la inversión extranjera y facilitar el acceso a mercados estratégicos. Desde Buenos Aires, sin embargo, se advierte que la apertura podría acentuar la dependencia de recursos primarios y afectar la competitividad de la industria local, especialmente en un contexto donde la provincia concentra la mayor parte de la producción industrial del país.

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