Passerini vuelve; mientras los futuribles PJ empiezan a medirse en Capital

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La noticia de que el PJ convocará a internas para redefinir sus autoridades ya empezó a generar efectos en el territorio.

Baqueanos del justicialismo en las seccionales advierten que, aunque nadie cree que las internas lleguen a resolverse en las urnas, los caciques de las distintas tribus que conforman el PJ ya han empezado a activar sus terminales en el territorio y a cruzar llamadas con sus centinelas, para hacer un punteo previo de lo que sería una lista parcial.

La idea es la siguiente: si bien descuentan que la sangre no llegará al rio -léase, no habrá confrontación de listas-, es importante “armar las seccionales”, puntear una lista que, sin alcanzar el 80 por ciento de los cargos que exige la Carta Orgánica del partido para competir (más de 2.400 sólo en la capital), sí baste para demostrar la capacidad territorial del armado, acercándose cuanto sea posible a los requisitos formales.

Demostrar esa capacidad, a fin de cuentas, es dar pruebas de que el espacio en cuestión tendría lo necesario para soportar una candidatura municipal. Y al menos el viguismo y el sicilianismo se dan ya en esa tarea. 

Ahora bien, esta suerte de guerra fría entre las distintas facciones del peronismo no ocurre en cualquier momento. Se da en la vecindad de una derrota electoral -que probablemente funcionó como el catalizador para el llamado a internas-, en momentos de tensión entre la Provincia y el Municipio por la lectura que en cada cual hace del resultado electoral (y de los factores que lo habrían determinado), y cuando, promediando la primera mitad de los mandatos, se analizan cambios de gabinete en ambas jurisdicciones.

Aun lado, los dirigentes enrolados en el llaryorismo remarcan que, si bien el resultado de las Legislativas fue homogéneamente adverso en casi todo el territorio, en la capital, que concentra a casi la mitad del electorado, la derrota sensiblemente mayor: 42 a 28 en la provincia; 44 a 25 en capital. Y acusan que ese diferencial negativo está atado a una supuesta falta de gestión en la ciudad.

Cuando observan el tablero municipal, ven dos puntos neurálgicos del Palacio 6 de Julio que, a su entender, deberían oxigenarse: la secretaría de Gobierno y la de Participación. La primera, por representar una suerte de “Jefatura de Gabinete Municipal”, una especie de panóptico del municipio; y la segunda, por ser la cartera con mayor inserción territorial y más inmediata relación con el vecino.

Ahora bien, en la Municipalidad están muy lejos de aceptar esta tesis. Por el contrario, recuerdan que la derrota del oficialismo en las Legislativas de 2021 ostensiblemente mayor a la de este turno, destacan una inocultable diferencia entre el contexto económico en que se desarrollo la gestión precedente y el que alcanza a la actual, y reparan en la clase de financiación con la que cuenta Passerini en comparación con la que recibió Llaryora, prenda de la sucesión peronista.

En la cuenta del passerinismo, lo que cambió en 2023 no fue la capacidad de gestión, sino la disponibilidad de recursos. Por eso, la decisión es resistir.

En el fondo, tanto en el Centro Cívico como en el Palacio Municipal son consientes de la centralidad que tiene la capital en el proyecto reeleccionario del gobernador. Con lo cual, los fondos deben llegar, los administre quien los administre. 

Aun así, la manera en que se reacomoden las piezas, o el tenor de las conversaciones en que se resuelva la continuidad del actual esquema municipal, se da en un contexto complejo, que afortunadamente podrá abordar el intendente. Después de una exitosa intervención quirúrgica y una breve licencia médica, Passerini vuelve hoy al Palacio Municipal.

CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL.

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