Senado: tensiones, errores internos y un Congreso que descoloca al Gobierno

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • El Senado es hoy el frente más crítico para el Gobierno de Milei, que podría perder dos vetos presidenciales el 2 de octubre.
  • La estrategia inicial de mayorías circunstanciales se desmoronó tras el rechazo al DNU 70/23.
  • Errores internos, incluida la renuncia de dos secretarios, debilitan a Victoria Villarruel en la Cámara alta.
  • El oficialismo no logró pasar de la confrontación electoral a la construcción de consensos.
  • Cristina Kirchner, desde su prisión domiciliaria, mantiene influencia sobre los bloques justicialistas.
  • Los mercados observan con preocupación la falta de avances en reformas clave y la creciente inestabilidad legislativa.

El Senado argentino atraviesa su momento más delicado desde el inicio del gobierno de Javier Milei. La Cámara alta se ha convertido en un escenario de reveses para el oficialismo, que el jueves pasado recibió un duro golpe de la oposición y enfrenta la amenaza de una derrota aún mayor en la sesión del 2 de octubre. Allí, si se confirma la agenda, se prevé que la oposición rechace dos vetos presidenciales: uno que reinstalaría la emergencia pediátrica y otro que garantiza fondos para las universidades públicas. “O cuando ellos quieran, si ya manejan la agenda”, lamentó un senador libertario de peso tras el último cachetazo parlamentario.

La tensión no es nueva. Al inicio de la gestión, el oficialismo y sectores “dialoguistas” habían conformado una mayoría circunstancial de 39 legisladores para contrarrestar al Frente de Todos, comandado por el formoseño José Mayans. Sin embargo, el rechazo al mega DNU 70/23, que buscaba desburocratizar el Estado, mostró que la Cámara alta no sería terreno fértil para las decisiones más polémicas de la Casa Rosada. Desde entonces, el Senado ha sido un espacio de resistencia, administrado con paciencia y cálculo político. Durante 2024, la vicepresidenta Victoria Villarruel logró sortear maniobras del kirchnerismo gracias a un reducido grupo de operadores legislativos. Pero las grietas en su manejo interno comenzaron a aparecer: dos secretarios administrativos abandonaron sus cargos en menos de un año y medio, debilitando el control de las áreas clave.

La dinámica del Congreso evidencia las dificultades del Ejecutivo para pasar de la lógica de campaña a la gestión. Convocar a legisladores, negociar proyectos, abrir comisiones y aceptar críticas no son actos de “casta”, sino parte del trabajo parlamentario. Pero la Casa Rosada mantuvo una postura de confrontación total, sin medir las diferencias entre buscar votos en campaña y construir consensos en el Senado. La consecuencia es clara: leyes trabadas, vetos en riesgo y una agenda legislativa que ahora parece estar en manos de la oposición.

La reciente derrota bonaerense agravó el clima político. La presión por cambios de estrategia se multiplicó tanto desde fuera como desde dentro del oficialismo. Analistas advierten que el Gobierno se encuentra en una encerrona difícil de revertir: por un lado, enfrenta a una oposición fragmentada pero fortalecida en el Congreso; por el otro, lidia con voces internas que exigen correcciones. Algunos críticos describen la escena como un festival de demandas, con dirigentes que actúan como “expertos en política con dinamita en las manos”, mientras los mercados, atentos a cualquier señal de inestabilidad, miran con preocupación.

Cristina Kirchner, desde su prisión domiciliaria, mantiene influencia en los bloques justicialistas y ha sido señalada como estratega de la victoria opositora en Buenos Aires. Su figura, que alguna vez despreciara ciertos aspectos del peronismo, ahora se muestra pragmática, según fuentes legislativas. Esta situación refuerza la percepción de que el oficialismo, al endurecer su postura, terminó por revivir a viejos adversarios y darles protagonismo inesperado.

El episodio más reciente que ilustró el desorden parlamentario ocurrió cuando el Senado debatió el aumento de penas por siniestros viales. En medio de la sesión, algunos senadores intentaron introducir modificaciones de último minuto, provocando confusión y un bochorno legislativo ante la presencia de familiares de víctimas en los palcos. El incidente, aunque menor en términos políticos, subrayó el clima de improvisación que domina a una Cámara alta bajo presión.

Mientras tanto, los mercados esperan señales claras de un Congreso dispuesto a avanzar en reformas estructurales –fiscales, laborales y previsionales–, algo que hasta ahora parece lejano. Con las elecciones a la vuelta de la esquina y una oposición que, pese a su falta de liderazgo, encuentra en el Senado un campo fértil para debilitar al Gobierno, el Ejecutivo enfrenta semanas decisivas para su futuro político.

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