La CGT reacomoda su estrategia tras la derrota de Milei en Buenos Aires

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • La derrota de Milei en Buenos Aires reconfiguró la estrategia de la CGT, que debate entre mantener el diálogo o endurecer la confrontación.
  • El ala moderada insiste en presionar sin desestabilizar al Gobierno, pidiendo rectificaciones económicas y canales de negociación.
  • Los sindicalistas afines a Kicillof reclaman mayor dureza: paritarias sin topes, movilizaciones y alineamiento con el peronismo para octubre.
  • La CGT descarta más paros generales, priorizando el objetivo político de condicionar a Milei en el Congreso.
  • La interna gremial también se mueve: Daer y Rodríguez fortalecidos, nuevos nombres en carrera para el triunvirato.
  • La victoria bonaerense abrió un escenario de mayor protagonismo sindical en la puja por el poder rumbo a 2027.

La contundente derrota de La Libertad Avanza en las elecciones bonaerenses dejó secuelas que no se limitan al plano electoral. El sindicalismo, con la CGT a la cabeza, comienza a reacomodar sus piezas frente a un nuevo tablero político que, de cara a octubre, abre interrogantes sobre la relación con la Casa Rosada y el fortalecimiento del peronismo en el principal distrito del país. La pregunta central es si la central obrera, que hasta ahora mantuvo una estrategia de prudencia, endurecerá su postura para acompañar el impulso de Axel Kicillof y, al mismo tiempo, debilitar a Javier Milei en el tramo decisivo de la campaña.

En la cúpula cegetista conviven dos miradas. Por un lado, el ala dialoguista, que asegura que “nadie quiere que se caiga el Gobierno” y que prefiere redoblar las presiones para forzar un cambio de rumbo en algunas políticas económicas, sin dinamitar los puentes con la administración libertaria. De hecho, la CGT participa en el Consejo de Mayo a través de Gerardo Martínez (UOCRA), espacio pensado para consensos a largo plazo. Sin embargo, dirigentes de ese sector reclaman a Milei una instancia de diálogo más inmediata, que permita replantear medidas que afectan directamente a trabajadores y jubilados.

Por otro lado, se fortalecen los gremialistas más cercanos a Kicillof, convencidos de que la central debe alinearse con el peronismo para que la elección del 26 de octubre marque no solo un límite a la Casa Rosada, sino también la construcción de mayorías parlamentarias capaces de condicionar al oficialismo hasta 2027. “La CGT tiene que trabajar para que el peronismo gane en octubre”, sostuvo sin rodeos un dirigente sindical alineado con el gobernador bonaerense. Esta visión augura un clima de mayor conflictividad, con reclamos más duros en paritarias, movilizaciones en la calle y una estrategia de desgaste que le reste margen político al Presidente.

En las próximas horas, la conducción de la central reunirá a su mesa chica para evaluar el escenario y definir si abandona la línea de cautela que mantuvo en los primeros meses de gestión libertaria. El contexto, además, está atravesado por la interna sindical: el 5 de noviembre se celebrará el congreso en el que se renovarán las autoridades de la CGT, un proceso que se entrelaza con el reacomodamiento del peronismo tras el triunfo en la provincia de Buenos Aires.

Los sectores más moderados insisten en que el voto bonaerense no fue tanto un respaldo a Kicillof como un castigo a Milei, y por eso buscan un equilibrio: mostrar firmeza sin caer en un enfrentamiento absoluto. Pero reconocen que el Presidente difícilmente altere su hoja de ruta. “No va a echar a su hermana y aunque aparte a los Menem es difícil que modifique muchas medidas que afectan a los trabajadores”, admitió un jefe gremial. Para ellos, el único margen de negociación podría surgir si Guillermo Francos gana centralidad en la Jefatura de Gabinete o si Santiago Caputo recupera protagonismo como interlocutor con el sindicalismo.

Más allá de los matices, hay coincidencia en que los paros generales perdieron eficacia como herramienta de presión. El objetivo, según voces de peso en la CGT, es claramente político: incidir en la elección de octubre y condicionar a Milei en el Congreso. De allí que la agenda sindical se cruzará con la electoral, buscando capitalizar el clima de descontento social que golpea a la administración libertaria.

La victoria de Kicillof también reordenó las internas sindicales. Héctor Daer (Sanidad) y Andrés Rodríguez (UPCN), que apostaron al proyecto propio del gobernador, vieron crecer su influencia, al igual que Cristian Jerónimo (vidrio) y Maia Volcovinsky (judiciales), posibles integrantes del futuro triunvirato cegetista. La foto del festejo en La Plata, con referentes de la CTA y gremialistas cercanos a Cristina Kirchner, mostró un sindicalismo que, pese a sus diferencias, encontró un punto de convergencia en el triunfo bonaerense.

El ausente más notorio fue Máximo Kirchner, presidente del PJ bonaerense y rival interno de Kicillof, cuya distancia marca que la disputa por el liderazgo del peronismo aún está abierta. Para la CGT, esa pulseada interna también incide en la ubicación de sus dirigentes en la proyección hacia 2027, un horizonte en el que los gremios buscarán consolidar espacios de poder.

El veredicto de las urnas bonaerenses no solo golpeó a Milei. También encendió motores en el sindicalismo, que ahora define si se pondrá la camiseta de la resistencia o si apostará a un equilibrio entre la presión y el diálogo. Lo que parece seguro es que el mapa político surgido en Buenos Aires tendrá consecuencias directas en la estrategia de la CGT y en la forma en que enfrentará los próximos meses decisivos.

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