
La CGT se recalienta: peleas internas, nombres en danza y el desafío de elegir una nueva conducción
POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior



- La CGT se prepara para renovar autoridades en noviembre, en medio de una fuerte fragmentación interna y sin liderazgos claros.
- Se profundiza la grieta entre sectores “duros” y “dialoguistas”, con disputas sobre cómo posicionarse frente al gobierno de Javier Milei.
- Hay tensión entre sectores kirchneristas (liderados por Abel Furlán) y otros que buscan distanciarse de Cristina Kirchner, como el moyanismo.
- Se debate si continuar con el triunvirato o pasar a una conducción unipersonal; no hay consenso sobre quién debería liderar.
- Circulan varios nombres como posibles jefes, pero ninguno logra reunir apoyos amplios.
- El Sindicato de Comercio será clave por su peso numérico en el congreso cegetista.
- Se evalúa adelantar el congreso a octubre o mantenerlo en noviembre, según el resultado de las elecciones.
- La CGT enfrenta el desafío de redefinir su rol en un contexto político incierto y con alto nivel de conflicto interno.
La Confederación General del Trabajo (CGT) comenzó a vivir semanas de alta temperatura política y sindical, a medida que se acerca la renovación de autoridades prevista para noviembre. Aún no comenzó la pelea final, pero el precalentamiento ya expone una grieta profunda entre sectores internos y una fragmentación inédita del movimiento obrero organizado.
A diferencia de épocas pasadas, los históricos bloques de poder dentro de la central sindical se han debilitado o roto. “Los Gordos” están dispersos, el moyanismo se reduce a Camioneros y los independientes no operan en conjunto. A eso se suma la implosión del bloque kirchnerista tras las salidas de Pablo Moyano y Mario Manrique, dejando al sector sin referentes claros. En este contexto, la CGT deberá redefinirse en medio de una crisis de liderazgos, agendas divididas y el desconcierto que genera la administración de Javier Milei.
La nueva interna: ¿duros o dialoguistas?
El avance del gobierno libertario volvió a dividir al sindicalismo entre dialoguistas y duros, aunque las etiquetas ya no alcanzan para describir alianzas tan volátiles como circunstanciales. La condena judicial contra Cristina Kirchner terminó de marcar una línea divisoria: un sector no kirchnerista, encabezado por Hugo Moyano, busca despegarse de la figura de la ex presidenta, mientras otro más combativo —con Abel Furlán (UOM) como cara visible— impulsa una CGT más confrontativa, incluso con llamados a paro por “el ajuste de Milei y la proscripción de Cristina”.
Furlán, acompañado por SMATA y otros gremios, lidera una campaña pública con el lema “Cristina libre”, en una jugada que tensiona aún más la relación con la cúpula cegetista. El lunes pasado, estas diferencias estallaron en la mesa chica de la CGT, donde algunos reprocharon la pasividad ante el Gobierno y criticaron a quienes marcharon contra el ministro Federico Sturzenegger.
El debate de fondo: ¿una CGT con un jefe o tres?
Uno de los temas centrales del proceso de renovación es el formato de conducción. Varios dirigentes, como Juan Carlos Schmid (CATT) y Luis Barrionuevo (gastronómicos), proponen dejar atrás el triunvirato —vigente desde 2016 y fuente de constantes tensiones internas— y avanzar hacia un liderazgo unipersonal. Pero el problema no es solo estructural: nadie parece reunir el consenso necesario para ser el único secretario general.
Entre los posibles nombres circulan figuras como Jorge Sola (Seguros), Cristian Jerónimo (Vidrio) y hasta Gerardo Martínez (UOCRA), aunque este último lo niega. En paralelo, Hugo Moyano insinúa que podría resignar espacio en la cúpula a cambio de ubicar a su hijo Jerónimo como secretario de Juventud. También suenan Maia Volcovinsky (Judiciales) y Daniel Vila (Carga y Descarga), este último fortalecido tras ganarle a Moyano el encuadramiento de los trabajadores de Mercado Libre.
Comercio y el poder de los números
Con más de un millón de afiliados, el Sindicato de Comercio será clave en el futuro congreso cegetista. Su jefe, Armando Cavalieri, se mantiene distante de la conducción actual y su presencia en la nueva CGT aún es una incógnita. El gremio tiene la mayor cantidad de delegados congresales, lo que le otorga un peso decisivo a la hora de inclinar la balanza.
¿Un tapado como en tiempos de Ubaldini?
Algunos dirigentes comienzan a imaginar un “modelo Ubaldini”: un secretario general de perfil bajo, sin demasiada historia ni enemigos dentro de la CGT, como ocurrió con el dirigente cervecero que fue promovido en los 80 por las grandes figuras de entonces. La idea: unificar al movimiento obrero con un nombre neutral, equidistante de las disputas actuales.
¿Octubre o noviembre?
La fecha del congreso también genera controversias. Algunos sectores quieren adelantarlo a octubre para evitar el cruce con las elecciones del 26, mientras otros prefieren esperar. La lógica es política: si Milei gana, la CGT deberá optar por un perfil más negociador. Si pierde, podría endurecerse y volver al choque frontal con la Casa Rosada.
En cualquier caso, el escenario sindical está en ebullición. Con una dirigencia dispersa, liderazgos cuestionados y una realidad política incierta, la CGT enfrenta el desafío más complejo de los últimos años: redefinir su identidad, elegir una conducción y sobrevivir —una vez más— al terremoto de la política argentina.



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