Argentina se volvió más barata en dólares tras fin del cepo, pero la City advierte que durará poco

ECONOMÍA Fernando Gutiérrez*
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Mientras Javier Milei y Toto Caputo celebran el retorno al sendero bajista de la inflación y aprovechan para tomarse revancha de quienes habían proyectado un IPC en torno al 4%, pasó algo inadvertido otro dato que es relevante para los empresarios: en abril ocurrió la anomalía de una deflación en dólares.

Claro, esto ocurre si se toma como referencia al tipo de cambio oficial, que era el que venía acusando un profundo atraso cambiario: después de haber acumulado un primer trimestre en el que los precios subieron un 4,2% en dólares, en abril se produjo el cambio de tendencia y los precios, a moneda estadounidense, cayeron un 5,6%.Esto ocurre como consecuencia de que mientras el IPC fue de 2,8%, el tipo de cambio oficial saltó un 8,9% en el mes.

Esto implica para el gobierno un doble festejo: por un lado, haber logrado una inflación inferior a la de marzo -contrariando así los pronósticos que hablaban de un 4%-. Pero, sobre todo, el logro que se celebró fue el haber acotado el "contagio a precios" del salto inflacionario, que es el típico temor cuando se sale de un régimen de control de cambios para entrar a uno de flotación.

Naturalmente la cuenta cambia si en vez de tomarse como referencia al tipo de cambio oficial se considera al dólar "contado con liquidación". En abril cayó un 9,7%, lo cual por un lado fue interpretado por el gobierno como una señal de confianza por parte del mercado. Pero, como lado B, deja el dato de que los precios, para quien se manejaba con el tipo de cambio paralelo, se encarecieron un 13,8% en el mes.

¿Cuál de los dos indicadores es el más relevante? Para los empresarios del comercio exterior, el del dólar oficial. Para los ahorristas y turistas, el del paralelo.

Pero el gobierno festeja ambos, porque se logró el efecto buscado con el levantamiento del cepo: que se redujera al mínimo posible la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Esto, naturalmente, implicaría, según cómo se mirasen los datos, que abril tuviera inflación o deflación en dólares.

La vuelta a la "normalidad" de precios altos en dólares

Sin embargo, todo indica que lo de abril será un efecto de corto plazo y que en los próximos meses la norma volverá a ser un IPC corriendo por encima de la tasa devaluatoria.

Si se toma como predictor el mercado de futuros, entonces hay que esperar que a fin de mayo el dólar se ubique todavía un 2% debajo del que mostraba a inicios del mes. Suponiendo que la inflación se ubique en 2,2%, como proyectan los analistas más optimistas, entonces la conclusión será que los precios, medidos en dólares, habrán subido un 4,4%.

Una situación similar ocurrirá en mayo y los meses siguientes si el cálculo se hace sobre el tipo de cambio paralelo, dado que la predicción es que se mantenga estable la leve brecha -hoy en un 2%- respecto del oficial.

Además, influirá el plan de Caputo para incrementar las transacciones y los depósitos en dólares a través de las medidas de incentivo a los "ahorristas del colchón". La visión que han defendido los propios funcionarios es que una mayor abundancia relativa de dólares respecto del peso tornará natural una apreciación cambiaria. En otras palabras, que todos los precios de la economía vuelvan a subir en términos de moneda estadounidense.

¿Qué implica esto en términos de poder adquisitivo? Dependerá del rubro que se considere. En el caso de los productos típicamente dolarizados, como los tecnológicos, puede haber una caída de precios como consecuencia de las exenciones arancelarias que el gobierno acaba de anunciar. De modo que, para esos rubros, ese alivio impositivo compensará la inflación en dólares.

Respecto del resto de la canasta del IPC, todo dependerá de si el salario puede recuperarse en términos de dólares. Dada la estabilidad prevista para los próximos meses, aun cuando el gobierno esté mostrando rigidez a la hora de homologar las paritarias, cualquier aumento que se negocie supondrá salarios más altos en dólares, aunque no necesariamente en términos de la canasta alimentaria ni de los servicios públicos.

El festejo por la canasta básica

Para Toto Caputo, hubo otro motivo de festejo, además de haber revertido la tendencia ascendente de la inflación: se volvió al escenario en que la canasta básica -la que mide la línea de pobreza- se encarece menos que el IPC general.

Era una situación que se venía registrando casi todos los meses, y el gobierno solía exhibir esa situación como una prueba de que los sectores de menores ingresos estaban mejorando su capacidad de consumo.

Sin embargo, en febrero y marzo se había producido un quiebre preocupante: la canasta básica alimentaria -la que marca el punto a partir del cual una persona se considera indigente por no poder costear una dieta sana- se había disparado. El 3,2% de febrero y el 5,9% de marzo se alejaban del IPC y de las mediciones salariales. Lo mismo ocurría con la canasta básica, que en marzo duplicó al IPC.

Pero en abril llegó la compensación: la canasta alimentaria subió 1,3% y la básica 0,9%. Es decir, bien por debajo del 2,8% del IPC. No por casualidad, fue el primer dato que destacó Caputo en las redes sociales.

El dato resulta de particular importancia en términos políticos, porque incide sobre la medición de pobreza e indigencia. El próximo censo, correspondiente al primer semestre del año, se publicará en septiembre, justo en el cierre de la campaña para las elecciones legislativas. Y la expectativa del gobierno es que se vuelva a registrar una mejora -el último dato registró una pobreza de 38,1% y una indigencia de 8,2%-.

Lo que viene: números para abajo

Para los próximos meses, la expectativa es que se consolide la tendencia a la baja, y ya se está hablando sobre un posible 2,2% para el IPC de mayo. Por lo pronto, las consultoras que hacen relevamientos propios sobre los precios de la canasta alimentaria prácticamente no registraron aumentos en el arranque de mayo.

Además, la rebaja de 4% en las naftas mostrará su incidencia en el próximo dato, y hará de contrapeso para las subas de precios regulados y servicios públicos.

El gobierno, aferrado a su política de "las tres anclas" sigue convencido de que la forma de contener la inflación es mantener el superávit fiscal, seguir con la cautela a la hora de expandir la base monetaria y, por cierto, mantener la calma en el mercado cambiario.

La curva de futuros se acható bruscamente en las últimas semanas -lo cual dio lugar a rumores del mercado sobre una intervención del BCRA-, lo cual trajo como efecto una distensión, que se refleja en datos como la suba de los depósitos bancarios en dólares y la renovada preferencia de los inversores por los títulos en pesos.

Fue en ese contexto que -también quebrando una tendencia de los últimos meses-, en la licitación del Tesoro se lograra no sólo "rollear" el total de vencimientos sino captar además un 34% de fondos. En otras palabras, hubo una absorción de pesos por parte de la Secretaría de Finanzas.

Es una noticia que supone un alivio adicional en el mercado financiero, donde varios analistas manifestaban su preocupación por el hecho de que en las licitaciones previas no se había logrado cubrir ni el 75% de los vencimientos, lo cual implicaba una inyección de pesos, financiados con la parte del superávit fiscal que el Tesoro deposita en el BCRA.

 

 

*Para www.iprofesional.com

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