El universo encierra maravillas para develar. Meteoros, constelaciones o simplemente observar las estrellas en la noche es una actividad que mezcla el romanticismo y la ciencia, y que cada vez suma adeptos. No sólo en nuestro país el turismo astronómico tiene paisajes bellísimos que ofrecen las mejores oportunidades y vistas para pasar todo el día mirando al cielo.
SAN JUAN
A unos 30 km de Barreal, se encuentra el Parque Nacional El Leoncito, una superficie de unas 90 mil hectáreas y que fue parte, en otra época, de una inmensa estancia. Allí, el turista puede disfrutar en cada una de las cuatro estaciones del año, paisajes y sensaciones diferentes. Sin embargo, hay un denominador común más allá de la época del año: la noche será una aliada, ya que alrededor de 280 días al año el cielo está despejado.
Más allá del trekking o el contacto con la naturaleza, el atractivo principal del Parque lo constituyen el Complejo Astronómico El Leoncito (Casleo) y el Observatorio Astronómico Dr. Carlos Cesco. Se trata de un sitio privilegiado de excelentes cualidades atmosféricas, en el que la claridad del cielo permite la observación de los astros casi todo el año.
El primero de los complejos, ubicado a unos 2.500 metros de altura sobre el nivel del mar, está equipado con un telescopio de alta complejidad. Las visitas diurnas pueden realizarse concurriendo directamente a las instalaciones en la montaña y duran unos 40 minutos. En ciertas noches de cada mes el Instituto puede recibir un número limitado de visitantes en sus instalaciones, con un programa que incluye cena y luego la observación del cielo estrellado. En tanto, el observatorio Cesco, dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan, posee características técnicas que lo distinguen entre los más importantes del hemisferio sur.
TUCUMÁN
En medio de los Valles Calchaquíes, Amaicha del Valle, el lugar donde se realiza la Fiesta de la Pachamama más emblemática del noroeste argentino, es un pueblo tucumano donde los rasgos más importantes de la cultura Diaguita dicen presente. Pero además hay otro rasgo distintivo: tiene 360 días de sol al año, y eso convierte a esta región como una de las más elegidas para contemplar el cielo.
A tan sólo 10 kilómetros del pueblo, el Observatorio Astronómico de Ampimpa es un sitio de intensa armonía, emplazado a 2.600 metros de altura, en un balcón natural hacia el valle de Santa María. “Una ventana al universo”, reza el cartel que recibe al turista. Las características geográficas brindan un cielo diáfano, lo que permite realizar observaciones en condiciones óptimas. Cuenta con moderno equipamiento de observación con un sofisticado sistema informático para el procesamiento de las imágenes, lo que permite el seguimiento “en vivo” de fenómenos tales como eclipses, ocultaciones de estrellas o paso de cometas.
Pese a que se especializa en campamentos científicos educativos para alumnos y docentes, está abierto al turista durante todo el año. Cuenta con cabañas para pasar la noche en medio del silencio de la montaña.
El turismo astronómico gana cada vez más adeptos en todo el mundo.
MENDOZA
Conocida como la “capital del turismo aventura”, Malargüe encierra un cielo increíble entre cerros, ríos, lagunas y volcanes. Para despejar las dudas que nos presenta el universo y buscar respuestas al alcance de un telescopio, el Planetario Malargüe y el Observatorio de Rayos Cósmicos Pierre Auger son sitios ideales para conocer en esta ciudad mendocina.
El Observatorio es un centro de investigación en el que han intervenido más de 350 científicos en representación de unos 20 países. Allí se estudian las cascadas de partículas que se producen cada vez que un rayo cósmico choca contra las moléculas de la atmósfera superior. Este emprendimiento es el más grande del mundo en su tipo, ya que hay detectores de rayos cósmicos diseminados a través de 3 mil kilómetros cuadrados en los campos vecinos a la ciudad. Desde el edificio, donde hay visitas guiadas gratuitas, se hace el seguimiento de las partículas, donde posteriormente se analizan. Al no ser un observatorio astronómico tradicional –se basa en el estudio de partículas energéticas-, no cuenta con telescopios ópticos, pero la visita, de una hora, es muy interesante, y permite empaparse de este proyecto y su funcionamiento, incluyendo presentaciones y videos.
Sin embargo, para complementar la actividad turística relacionada con los misterios del cosmo, nació en 2008 el Planetario, un lugar donde los más pequeños pasarán un par de horas entretenidos.
Los tres relojes, el Vertical, el Ecuatorial y el Analemático son solo el inicio del recorrido por el lugar que cuenta con un pequeño museo de ciencias, donde el turista se informa sobre la geología de la zona y sus registros fósiles. Pero la atracción central está en el domo, ubicado bajo una enorme pirámide de paneles azules. Allí se presentan shows con distintas temáticas.
NEUQUÉN Y SAN LUIS
La ciudad de Neuquén ofrece otra posibilidad para disfrutar su estadía de una manera diferente, observando su cielo. El Observatorio Astronómico coordinado por la Fundación Astronómica y Espacial del Hemisferio Sur cuenta con cuatro telescopios de imagen compuesta que detectan luz visible. En los días despejados es posible observar el sistema solar y galaxias y estrellas lejanas. Dentro del observatorio también funciona una estación meteorológica que permite conocer todos los secretos sobre el clima.
Otra buena opción es La Punta en la provincia de San Luis. Esta pequeña y moderna localidad fundada en 2003 ubicada a 20 kilómetros al norte de la capital provincial cuenta con el Parque Astronómico que ofrece propuestas interactivas en el Solar de las Miradas, un Planetario fijo y otro que recorre distintas ciudades de la provincia. El observatorio itinerante permite apreciar el cielo en forma gratuita, con un telescopio que puede ser controlado por Internet. Y para los más chicos existe un mundo de fantasía llamado el Planeta de los Niños, en donde hay juegos de todo tipo, en especial recreativos para que puedan divertirse y aprender jugando.
RÍO NEGRO
Además de las playas mansas y aguas cálidas en Las Grutas, Río Negro tiene otros encantos. Las Salinas del Gualicho conforman el cuerpo salino más extenso del país y ese manto blanco infinito para los ojos de los viajeros sorprende y deja sin palabras a apenas 60 kilómetros del balneario. Ese paisaje lunar se encuentra asentado sobre unas de las mayores depresiones del planeta, a 72 metros bajo el nivel del mar. Son nada menos que las segundas salinas más grandes en Sudamérica y las terceras del mundo en términos de producción y conforman un espectáculo único de la naturaleza que sorprende y maravilla a chicos y grandes por igual.
Este lugar, rodeado de misterio y leyendas de fantasmas y dioses tehuelches, es uno de los más recomendados del país para disfrutar de la noche sin contaminación. Al llegar, el lugar resulta imperdible. Al atardecer, con los últimos rayos del sol, todo cambia de tonalidades a amarillos, rojos y violetas. Llegada la noche la experiencia se vuelve más intensa con millares de estrellas iluminadas.
Justamente las excursiones suelen partir al atardecer para terminar la noche cenando bajo la luz de las estrellas. Durante la visita guiada (Desert Tracks es una de las empresas más conocidas), se puede observar la cosecha, el movimiento de camiones e industrial, mientras el guía explica cómo y porqué se reproducen los cristales de sal. Las parvas, que alcanzan las 450 mil toneladas de sal están junto al acceso que permite el ingreso del grupo para disfrutar de la espectacular puesta del sol sobre el salar. Una cena cierra la excursión y la posibilidad de observar cientos de estrellas, los cráteres de la Luna y el entorno gracias al telescopio y los lentes infrarojos mientras el guía cuenta las historias malditas del Gualicho.
CANADÁ
La naturaleza salvaje de Canadá también es un destino ideal para los “turistas astrónomos”. El parque nacional Wood Buffalo, en el norte de la provincia de Alberta, ofrece el cielo nocturno más oscuro del país. El parque nacional Jasper es más accesible y prácticamente también está libre de contaminación lumínica. Durante los meses de invierno también se pueden observar auroras boreales. Y hasta el hotel “Fairmont Jasper” tiene su propio observatorio en el techo y organiza para los huéspedes excursiones durante las noches estrelladas.
En tanto, la reserva Mont-Mégantic recibe a unas 50 mil personas por año que llegan hasta allí para apreciar los fenómenos del cielo nocturno. A simple vista, los visitantes pueden ver la Vía Láctea, planetas, estrellas fugaces, satélites, la Galaxia Andrómeda y a veces, las luces del norte. Y con telescopios es posible ver cráteres lunares, galaxias, planetas, nebulosas (cunas de estrellas, supernovas, nebulosas planetarias) y cúmulos de estrellas. Para la mejor observación de estrellas, el observatorio en la cima cuenta con telescopios públicos lo suficientemente fuertes como para ver los cráteres en la superficie de la luna.
ESTADOS UNIDOS
A primera vista, las 24 cúpulas en la cima del monte Kitt Peak, de una altura de algo más de 2 mil metros, recuerdan a una antigua ciudad de los templos. Sin embargo, en este monte en el estado norteamericano de Arizona los sueños de los astrónomos se convierten en realidad. En este lugar se encuentra el mayor conjunto de telescopios ópticos.
También en el país del norte, aunque en Texas, está el Parque Nacional Big Bend, donde en una noche despejada se puede apreciar el centro de la Galaxia Andrómeda. Más o menos 2 mil estrellas son visibles aquí, al igual que meteoros y planetas como Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno). Con una elevación de más de 1.600 metros, el sitio para acampar Chisos Basin ofrece una excelente observación nocturna con la Sierra de Chisos como parte de la escena.
Otra gran opción es el Parque Nacional histórico de la cultura Chaco, en Nuevo México, donde se pueden observar estrellas en medio de las antiguas ruinas de Pueblo Bonito. Las personas de la cultura Chaco observaron el mismo cielo nocturno hace casi 1.000 años. Debido a que más de la mitad del parque se encuentra en una “zona natural de oscuridad”, quienes le tienen miedo a la misma deberían llevar una linterna. El parque lleva a cabo eventos y actividades regulares, entre ellas la arqueo-astronomía, observación con telescopios públicos, caminatas por Pueblo Bonito en luna llena, y fogatas de astronomía.
BOLIVIA
El salar de Uyuni, el más grande en el mundo, es uno de esos sitios que sorprende por su suelo pero también por el cielo. Ubicado en el departamento de Potosí, al sur de Bolivia, está a una altura de 3.680 msnm y tiene una superficie de 12.000 km². Es una planicie de singular belleza por su impresionante espejo de sal que se formó por la evaporación de antiguos mares. Está conformado por aproximadamente once capas de sal, cuyo espesor varía entre los 2 y 10 metros.
Es uno de los destinos más visitados de Bolivia, además de uno de los paisajes más bellos y sorprendentes que se puedan imaginar: un inmenso, interminable desierto blanco y duro, que en época de lluvias suele inundarse en distintos sectores, provocando espejismos mágicos y reflejos que borran las fronteras entre el cielo y la tierra. Las estrellas sobre este cielo también conforman una de esas maravillas que hay que ver alguna vez en la vida. Pero si la visita es de día, el sol a pleno permitirá apreciar el contraste entre el azul del cielo y el blanco de la tierra. Aunque si está nublado, el horizonte suele tornarse difuso y también se convierte en un fenómeno llamativo.
Fuente: De viaje voy