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Cuando la tecnología llegó a Córdoba: "El cajero automático del Banco Alas"

MIRADAS 07/05/2023 Mariano Di Bártolo
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Mariano Di Barolo Por Mariano Di Bártolo

Banco con Alas, quien trajo el primer cajero automático a Córdoba.

El progreso le arremetía al propio centro de la ciudad de Córdoba, y no eran macanas. Por suerte el Sorocabana seguía estando en Buenos Aires y San Jerónimo al frente de la Plaza San Martín, los hoteles Crillón y Nogaró quietitos y recibiendo pasajeros.

¿Pero que estaba ocurriendo en la intersección de Ituzaingó y Rosario de Santa Fé? Frente al Museo Marqués de Sobremonte? Plena zona bancara si las había allá por los mediados de la década de los´80 en la ciudad de Córdoba? El Banco del Interior y Buenos Aires miraba de re ojo. Hoy, allí en ese edificio funciona  La Caja de Jubilaciones de la Provincia.

 Quien más quien menos, miraba como se iba cambiando la fisonomía de la que era uno de los “templos” de la venta de ropa deportiva, cordones, medias y “pomada “ para  los zapatos: La Casa Colorara. Había comenzado el achique sabiendo que más tarde o más temprano sería el final cantado.

¿Pero quién llegaba con tanta inversión, tecnología y un color “amarronado” que sería su distintivo?

Era un banco. El Banco Alas, quien abrió sus puertas en nuestra ciudad en el año 1986. El primero en poner un cajero automático en pleno centro de la ciudad de Córdoba y uno de los primeros en todo el país. Que lujo era “pataconear” esas cuadras. Si nos volvíamos por Rosario de Santa Fé justo en la esquina estaba el Banco Francés  (Hoy Anses), con esa fina cúpula con un reloj siempre en hora. Si continuábamos la vuelta a la manzana estaba y está la imponente obra del italiano Tamburini, el Banco de Córdoba y si de “paisanos peninsulares” se trata; en Ituzaingó y San Jerónimo el Banco de Italia y Rio de la Plata.

Diría el cordobés…. “ ¿Ta fiero el lugarsón que se le eligió el Alas, Noo…?

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Renden de lo que fue el edificio del Banco Alas (Agradecemos a Infonegocios)

Lo cierto es que en poco tiempo el edifico se adecuo a la función y un “aparato” raro daba la bienvenida. Lleno de luces y botones era la máquina que entregaba plata las 24 horas los 365 días del año. Confieso que más de una vez me quedé mirando la novedad y también que esperé con fulgor llegar a los 18 años para poder abrir una cuenta allí con la excusa de poder sacar dinero en Buenos Aires donde vivía mi tío y viajábamos frecuentemente.

Siendo vecino de la zona y con cualquier excusa pasaba por el “Alas” y hacía una consulta de saldos aunque sabía que no había más que “chirolas”. Fui testigo de pequeñas caravanas de autos que reducían la velocidad para ver aunque sea de lejos al “sorprendente” avance tecnológico. El desarrollo existió de la institución que llegó a tener más de mil empleados. Saqué plata no solo en Buenos Aires sino hasta en Bariloche. Una locura para los año 1986, 1987.

Aunque  ya la vida comenzó a transcurrir por otro lugares, recuerdo el impacto del cajero automático, que dicho en sorna, con los amigos sosteníamos que adentro tenía un hombrecito que se encargaba de entregar los billetes y se dormía cuando la botonera no funcionaba. Estábamos a la era donde los resúmenes de cuenta ya no estaban en ficheros alfabéticamente ordenados sino que un computadora se encargaría de todo. Proceso que hoy ya también fue superado con las plataformas y bancos virtuales. En fin.

Ir a extraer el ticket ya era un divertimento que daba altura.

La institución se agrandó por todo el país, incluso ya tenía cerca de diez años de funcionamiento en Buenos Aires cuando llegó aquí. Sumó más de mil empleados. Los que de un día para el otro como suele ocurrir se enteraron que el “Banco de vanguardia”, el Banco Alas había quebrado de la mano de un personaje llamado Carmelo Stancato, quien estuvo a punto de quedar libre de culpa y cargo gracias a la prescripción de la causa. Llegaron a tener setenta y seis sucursales en todo el país y vender una imagen fuerte pero que se descascaraba “pasándole” el dedo. Pero, a pesar del dolor trajeron el primer cajero automático a Córdoba.

Es importante recordar que a esa altura el Banco de la provincia de San Juan ya había puesto un "cajero automático" a funcionar con todo orgullo y solvencia en su sede central.

“El padre del borrego…”

Dicen que por el año 1965 un escoses llamado Jhon Barron harto de llegar tarde al banco debido a la distancia que vivía para que lo atendieran  y con resto económico y sustancia creativa, empezó a trabajar en una máquina que pudiera dispensar plata, su inspiración fue en una máquina expendedora de "Chocolates".  Dos años más tarde y con la anuencia del banco inglés Barclays puso en marcha su desarrollo en la ciudad  de Enfield cerca de  Londres. Para hacerlo andar se utilizaba una suerte de cheque que poseía una sustancia radioactiva que era detectada por la máquina y arrancaba. La confirmación del proceso se daba con el ingreso de cuatro números  y se expendían hasta diez Libras Esterlinas.

A esos cuatro dígitos hoy le llamamos PIN que significa Personal Identification Number y al Cajero Automático se lo abrevió como ATM que quiere decir  Automated Teller Machine.

Pero más allá de todo, quien nos quita el sabor de haber hecho una consulta de saldo de nuestra cuenta de ahorro un domingo a las once de la mañana. Si de eso se trababa de saborear la novedad y el desafío.

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