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Miguel Siciliano quiere suceder a Llaryora y ser intendente de Córdoba en 2023

CÓRDOBA 06/06/2022 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Miguel Siciliano sabe que su figura está intrínsecamente apegada a la de la gestión de Martín Llaryora. Por eso, cada vez que le preguntan por su posible candidatura a la intendencia en 2023 prefiere hablar, en presente, sobre el trabajo en la Municipalidad de Córdoba. A lo sumo, refiere a la proyección del actual intendente a la gobernación, pero no arriesga. No se lanza. Prefiere construir, a sabiendas de sus fortalezas y, también, de sus puntos flacos.

El secretario de Gobierno municipal quiere ser intendente. Fue uno de los que integró el lote de aspirantes a la candidatura con la que se quedó Llaryora en 2019, por lo que el dato carece de novedad. De aquel pelotón, todos están siendo medidos por estas horas por todos los sectores de la política cordobesa. Como ya lo contó Letra P, Siciliano y el viceintendente Daniel Passerini encabezan las preferencias en el oficialismo. Según quien lo cuente, apenas si uno o dos puntos le dan una mínima ventaja a uno sobre el otro.

Siciliano recorre la ciudad, acompañando a Llaryora y a otras figuras del Ejecutivo municipal en su rol de coordinador interno, mientras observa cómo los tiempos políticos se fueron adelantando y exigen un apresuramiento. “Miguel aparece en todos los actos de gestión que realiza la Municipalidad. Si la visión que tienen los vecinos sobre lo hecho en Córdoba sigue siendo positiva, no hay un nombre mejor”, dice uno de los funcionarios de tercera línea que trabaja por su candidatura. “Ahora, si se pudre, es otro cantar, aunque lo veo difícil”, advierte.

Esa ecuación se da vuelta a la hora de proyectar la figura de Passerini, que no tiene el desgaste propio de la exposición permanente que exige la gestión y puede construir su imagen a partir de su rol como titular del Concejo Deliberante, con un rol más dialoguista. De todas formas, en todos los sectores saben que sería demasiado difícil “correr el cuerpo” en caso de que la actual administración tropiece.

 


En un virtual cabeza a cabeza final que puede torcerse hacia uno de los lados en el tiempo que resta para definir candidaturas, hay elementos que en el ala que quiere al secretario de Gobierno como continuador de la gestión ponen sobre la mesa. Allí aparecen cuestiones que tienen que ver con la vida interna del peronismo cordobés y que también se elevan a la hora de discutir preferencias a nivel provincial. Así como “la vieja guardia” del peronismo observa el potencial riesgo que podría representar “el juego propio” que Llaryora es capaz de desplegar una vez llegado a la Casa de Gobierno, la construcción territorial que Siciliano viene desarrollando, incluso desde antes de su retorno al partido del que se había alejado para acompañar a Olga Riutort, es mirada con recelo por quienes gustan de formatos de conducción “más seguros”.

Siciliano entiende que su figura puede ser disruptiva en ese sentido, pero reivindica sus movimientos cuando mira para atrás y se apoya en el armado que hoy se corporiza con mayor firmeza en la Fundación Pensando Córdoba, que creó junto a Victoria Flores, actual titular del Ente de Servicios y Obras Públicas de la capital. Sabe que, en el fondo, es un plus. Al igual que su histórica militancia en la ciudad, incluso a la par de muchos de los hombres y mujeres que hoy forman parte de la estructura orgánica del peronismo cordobés.

 

Siguiendo los sondeos de opinión que circulan en las oficinas de la capital provincial, Rodrigo De Loredo aparece como el único que se desprende del resto del pelotón de aspirantes a la hora de proyectar una disputa municipal. En el PJ lo saben, pero juegan con una carta con la que también se ilusiona una buena parte del radicalismo e imaginan al actual diputado nacional disputando la gobernación. En ese escenario, todos sacan pecho.

Mientras proyecta a su manera, Siciliano está obligado a abocarse a la gestión, hoy sacudida por un conflicto con el gremio de municipales. En el palacio 6 de Julio no niegan cierta “sorpresa” por las exigencias salariales que el SUOEM puso como punto cero de la negociación, aunque aseguran que no rifarán las arcas locales ni avanzarán en un escenario de conflicto de largo plazo. El sindicato pidió un 63% de aumento y en la Municipalidad advierten que no pueden ni siquiera acercarse a ese número. Ante el escenario electoral, naturalmente sospechan sobre las intenciones “políticas” que pueden “agregar nafta al fuego”, aunque apuntan a segundas y terceras líneas y no a la conducción, a cargo del histórico Rubén Daniele. Siciliano pone la cara en esa negociación, en una tenida en la que tiene que combinar firmeza y capacidad de diálogo. “Ese es su juego”, confían en su entorno.

 

“Si somos exitosos mejorando la calidad de vida de la gente, claramente el próximo año vamos a presentar un proyecto para poder ser el gobernador de la provincia de Córdoba”, dijo el propio Llaryora hace apenas unas semanas. Ese pensamiento se traduce a su equipo de gobierno, que ya lo ve en la oficina mayor del Panal. Las discusiones internas que pueden filtrase en medios y redes no deberían, dicen, intervenir sobre el desenvolvimiento de la que consideran “la mejor intendencia desde las de Rubén Américo Martí”.

En esas afirmaciones, hay un juego final. En todos los sondeos, cordobeses y cordobesas destacan la importancia del trabajo conjunto entre la provincia y la Municipalidad, algo que no se daba desde la coincidencia entre Martí y Ramon Bautista Mestre, ambos radicales, a finales del siglo pasado. Con Llaryora proyectado a nivel provincial, en el PJ apuestan un pleno a la preferencia por otro peronista en el municipio. En el sicilianismo entienden que, en la carrera final, el protagonismo en la gestión terminará torciendo la balanza a favor del actual secretario de Gobierno.

Fuente: Letra P, nota de César PUCHETA

 

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