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La dictadura cubana reconoció este lunes las "dificultades financieras" que enfrenta la isla, durante la inauguración de la 41ª Feria Internacional de La Habana (FIHAV), la principal plataforma comercial del país. El viceprimer ministro y titular de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Oscar Pérez-Oliva Fraga, admitió que los problemas de liquidez son una "realidad", pero destacó la "determinación" del régimen para superarlos, agradeciendo a las empresas extranjeras su confianza.

Pérez-Oliva Fraga aseguró que se están dando "pasos firmes" para modernizar la economía y ofrecer condiciones más claras para la inversión extranjera, en un contexto donde la credibilidad de La Habana ha sido afectada por restricciones unilaterales sobre el acceso a divisas. Recientemente, múltiples compañías extranjeras han sido informadas de que no podrán repatriar ni retirar en efectivo sus depósitos en bancos cubanos, incluyendo fondos significativos.

Esta restricción también afecta a embajadas y misiones diplomáticas, advertidas de que no pueden transferir ni retirar efectivo de sus cuentas en moneda dura en la isla.

A pesar de la crisis, la FIHAV reunió a 715 empresas de 52 países, incluyendo delegaciones de aliados políticos como Rusia, China y Venezuela, así como de Europa y América Latina. Este evento se convierte nuevamente en el eje de la estrategia oficial para atraer inversión, luego de que las ediciones anteriores se vieran afectadas por la pandemia y fenómenos meteorológicos.

El régimen se enfoca en sectores prioritarios como las energías renovables y el turismo, vitales para la obtención de divisas en medio de un deterioro económico que se extiende por cinco años. El ministro de Economía, Joaquín Alonso, informó que el Producto Interno Bruto se contrajo un 1,1 % el último año y acumula una caída cercana al 10 % desde 2019, un fenómeno acompañado de reducciones en ingresos en divisas.

Varios estudios indican que la crisis se agrava por la combinación de sanciones estadounidenses, los efectos prolongados de la pandemia en el turismo y el fracaso de reformas internas. La escasez crónica de divisas limita las importaciones de combustible, alimentos e insumos industriales, llevando al régimen a imponer controles más estrictos sobre la moneda.

Los efectos de esta situación se reflejan en la vida cotidiana: largas colas para productos básicos, encarecimiento de la cesta alimentaria, escasez de medicinas y apagones que pueden durar más de diez horas en diferentes provincias. La red eléctrica, envejecida y con escasas inversiones, ha experimentado apagones en cadena, provocando protestas sociales.

Cuba también enfrenta una significativa ola migratoria, siendo esta una de las más intensas desde el "Período Especial" de los años noventa. En los últimos cinco años, cientos de miles de cubanos han abandonado la isla, muchos a través de rutas irregulares hacia Estados Unidos, lo que agrava la fuga de mano de obra cualificada y joven, intensificando la presión sobre un ya debilitado sector productivo.

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