Caputo regresó con poder: tensión en la cúpula libertaria y pulseada interna a días de las elecciones

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Caputo regresó de EE.UU. decidido a reordenar el poder interno en el oficialismo.
  • Apunta contra el canciller Werthein y su manejo de la relación con EE.UU.
  • En Cancillería admiten que Werthein podría dejar el cargo tras las elecciones.
  • También chocó con Guillermo Francos y evalúa ingresar formalmente al gabinete.
  • Ritondo se alineó con Caputo en su disputa con Martín Menem en Diputados.
  • La interna libertaria se intensifica a días de los comicios de medio término.

A escasos días de las elecciones legislativas, el asesor presidencial Santiago Caputo volvió de Estados Unidos decidido a jugar fuerte dentro del oficialismo. Su regreso no solo reacomoda piezas en el tablero de poder libertario, sino que también expone con nitidez las fisuras internas del gobierno de Javier Milei, en un momento donde la Casa Rosada busca mostrar cohesión política y fortaleza institucional frente a los votantes.

Con su despacho en el primer piso de Balcarce 50, Caputo se consolidó como uno de los principales armadores políticos del Presidente. Pero su estilo —disruptivo, vertical y cargado de ambición— lo ha enfrentado con algunos de los nombres más relevantes del gabinete. En esta ocasión, los blancos principales de su embestida son el canciller Gerardo Werthein y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, dos figuras clave del círculo presidencial.

El frente diplomático: Caputo vs. Werthein

La tensión más visible se da en el terreno de la diplomacia paralela. Según fuentes oficiales, Caputo cuestionó el manejo de Werthein en la relación con Washington y en las gestiones para asegurar el rescate financiero liderado por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. El asesor libertario, cercano a operadores republicanos, habría tejido sus propios vínculos con Barry Bennett, lobbista ligado a Donald Trump, a través del empresario Leonardo Scaturisse.

En ese contexto, el entorno de Caputo se atribuye el “éxito” de haber fortalecido el respaldo norteamericano a Milei, y no duda en relativizar el rol del canciller. Mientras tanto, en el Palacio San Martín, Werthein deja trascender que su ciclo está cumplido y que podría dejar el cargo tras los comicios, en línea con el reformateo de gabinete previsto para diciembre.

El episodio más reciente que tensó la cuerda fue la votación argentina en el Comité de Descolonización de la ONU, donde el país volvió a diferenciarse de Estados Unidos e Israel. “Un nuevo clavo en el cajón de Werthein”, ironizaron en Cancillería.

Las fricciones se trasladaron también al terreno mediático. El influencer libertario Daniel Parisini (“Gordo Dan”), cercano a Caputo, publicó un mensaje en redes criticando al canciller por sus disculpas al senador Luis Juez. “Si tan solo tuviésemos un canciller que escuchara lo que dice Trump…”, escribió, reavivando la interna y dejando expuesta la batalla por la influencia diplomática dentro del oficialismo.

El frente interno: Francos, Menem y los equilibrios del poder

Pero Caputo no se limita a Cancillería. Su ofensiva también alcanzó a Guillermo Francos, con quien mantiene un vínculo de competencia silenciosa. Según reconstruyó PERFIL, durante una reunión con Miguel Pichetto, Cristian Ritondo y Rodrigo De Loredo, el asesor y Bennett dialogaron sobre los próximos pasos políticos sin tratar temas de cargos, aunque trascendió que Bennett habría sugerido formalmente la incorporación de Caputo al gabinete, un gesto inusual que encendió alarmas internas.

El cruce con Francos se intensificó luego de que el ministro afirmara en una entrevista que el asesor “debería firmar decisiones” si desea tener tanto peso en la gestión. Desde entonces, Caputo se siente envalentonado por el respaldo del establishment económico local y de sectores republicanos estadounidenses, lo que le otorga una nueva cuota de poder dentro del esquema presidencial.

En paralelo, también mantiene un enfrentamiento con el clan Menem, especialmente con el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, a quien considera un obstáculo para ordenar el bloque libertario. En ese frente, su principal aliado sería Cristian Ritondo, quien comenzó a tomar distancia del riojano en las reuniones de Labor Parlamentaria.

El resultado es un mapa de poder fragmentado, donde Caputo solo mantiene una relación directa y fluida con Javier y Karina Milei, mientras disputa influencia con el resto del gabinete. Su estilo, más cercano al de un estratega de campaña que al de un funcionario, lo ubica en el centro de una trama donde la política, la diplomacia y la ambición personal convergen en la antesala de los comicios.

Una interna que anticipa el futuro

En la Casa Rosada, nadie desconoce que el asesor estrella se prepara para una reconfiguración del gabinete tras las elecciones del 26 de octubre. “Hasta el Presidente reconoció que podría integrar el Gobierno a partir de diciembre”, repiten cerca suyo.

La jugada, sin embargo, no es inocente: Caputo busca asegurarse un lugar formal en la estructura de poder que viene, en momentos en que el mileísmo enfrenta su primera gran prueba electoral y necesita mostrar orden interno.

El desafío será convertir la energía disruptiva de Caputo en cohesión política, antes de que la interna libertaria se transforme en una fractura visible.

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