

La necesidad de comer algo dulce tras la cena es una experiencia común, que a menudo no se debe al hambre real. Expertos en nutrición destacan que este anhelo está vinculado a una combinación de factores fisiológicos y psicológicos.
Causas del Antojo Nocturno
El deseo por lo dulce puede atribuirse a varios elementos, entre los que se incluyen:
Privación Percibida: Cuando se limita el consumo de azúcar, el cerebro puede interpretar esto como una carencia, intensificando el deseo por lo prohibido, según un estudio de Adrian Meule publicado en Current Nutrition Reports.
Influencia del Entorno: La exposición a anuncios de alimentos y la presencia de golosinas en casa pueden activar respuestas fisiológicas que provocan el anhelo por dulces.
Mecanismos Biológicos: Ingerir azúcar desencadena la liberación de dopamina y serotonina, neurotransmisores relacionados con el placer. Además, cenas ricas en carbohidratos simples pueden provocar picos de insulina que, al reducir súbitamente los niveles de glucosa, generan otra vez el deseo de comer algo dulce.
Ritmo Circadiano: Durante la noche, el cuerpo tiende a buscar alimentos energéticos, y la fatiga puede disminuir la fuerza de voluntad, haciendo más difícil resistir estos antojos.
Estrategias para Manejar el Antojo
Para contrarrestar el deseo de dulce, es fundamental identificar sus causas y aplicar estrategias efectivas:
Elegir Alternativas Saludables: Optar por frutas, yogur natural o infusiones de sabores dulces puede satisfacer el impulso sin recurrir a ultraprocesados.
Mantener Hábitos Alimentarios Estables: Comprender las dinámicas que incitan estos antojos puede facilitar una alimentación más equilibrada y sostenible.
Anticipar y entender estas motivaciones permite tomar decisiones más saludables, evitando hábitos perjudiciales a largo plazo.




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