Bajo la consigna “Al closet no volvemos nunca más”, la Asamblea de Disidencias Sexuales convocó a la “Marcha Federal LGTBIQNB+ Antifascista y Antirracista” para repudiar los dichos del presidente Javier Milei en el Foro Internacional de Davos, en el que dio el disparo de largada de la Batalla Cultural que postulan los ideólogos libertarios para enfrentar la agenda “woke” (progre).
Pero, más allá del debate que aflore (o vuelva a aflorar) en relación a cada eje de estas agendas, lo llamativo es el prolongado silencio de buena parte de la dirigencia política en relación a las palabras del presidente, que tocaron puntos por demás sensibles. A modo ilustrativo, un brevísimo pasaje de su discurso: “Feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género, entre otros, son cabezas de una misma criatura cuyo fin es justificar el avance del Estado mediante la apropiación y distorsión de causas nobles”.
Se trata, huelga aclarar, de asuntos transversales, que polarizan al electorado y que, en muchas ocasiones, sacan de escuadra a las estructuras partidarias, en las que suelen convivir posiciones antagónicas. Pero, más grave aún, descalzan a los propios partidos de sus bases.
No es necesario hurgar demasiado en la memoria para recordar como el debate por el aborto legal se convirtió en un quebradero de cabezas para el sistema político, y cómo los representantes legislativos debieron hacer verdaderas piruetas discursivas intentando tomar aquella postura que le deparara los menores costos políticos posibles.
La Batalla Cultural que ahora propone Milei puede convertirse en una ola todavía mucho más difícil de surfear para los espacios que se aferran a sostener a ultranza una corrección política que ya no parece rendir grandes dividendos en las urnas.
Este es, en efecto, el motivo de que las cúpulas partidarias guarden silencio. No quieren tomar parte en debates que podrían dejaros parados en la vereda de en frente de buena parte de su electorado y, en el caso que no puedan evitarlo, quieren esperar al menos tener encuestas que les digan qué les conviene pensar.
Sin embargo, la cautela con la que se mueven los dirigentes no es la misma que opera los militantes.
En la Marcha Federal que este sábado tomará la calle para repudiar las expresiones del presidente, habrá, seguramente, una mayoría de expresiones políticas de izquierda. Pero también habrá agrupaciones que tienen base en la política universitaria y que se encuadran en las estructuras del Partido Justicialista y la UCR.
Para el peronismo cordobés, el problema no será tan grave. Llegado el caso, el 2025 encontrará al PJ compitiendo con la boleta de La Libertad Avanza. Eso sí, deberá velar por que la izquierda y el kirchnerismo no saquen demasiado provecho de su resistencia a la Batalla Cultural como para -polarizando con el oficialismo nacional- devorar la frágil avenida del medio por la que marchan sus expectativas electorales.
Para la UCR, la cuestión es más compleja. Rodrigo De Loredo ya viene haciendo grandes esfuerzos para mantener una línea que lo mantenga dentro del espectro liberal libertario sin enfrentarlo con una parte mayoritaria de su partido. Y lo ha conseguido, hasta ahora, apoyándose en el mandato de cambio expresado en las urnas y en el éxito del plan de estabilización económica del oficialismo. Pero la Batalla Cultural de Milei puede echar por tierra ese castillo de naipes que construye el diputado.
Ahora el debate transitará canales mucho más sensibles, y, con el oficialismo llevando el tempo de la discusión, cabe esperar que las formas apunten mucho más a la confrontación que al “diálogo constructivo”. En ese contexto se presenta el electoral 2025.
CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL, SOBRE UNA NOTA DE FELIPE OSMAN.