Teniendo en cuenta la ineducación, el odio que trasuntan las palabras de Fantino, el tono en el que las dice... Ustedes juzguen.
Todo tuvo su origen cuando el ministro Óscar Puente, integrante del partido de Sánchez, deslizó que Milei, el presidente argentino, practicaba la ingesta de “sustancias” de forma velada y cobarde, con pretensión de ironía, se refería a la cocaína. ¡Y se armó la gorda!
El presidente argentino no publica un comunicado expresando que Sánchez, pone en peligro la unidad de España con sus pactos con los separatistas y que trace políticas que arrastran a la pobreza y la muerte. Hubo un efecto dominó por Latinoamerica. El presidente de México le llamó facha ignorante a Milei, el de Colombia, nazi, por no hablar del de Maduro, en Venezuela.
Después de la imbecilidad dicha por Fantino, compárenlo con lo expresado por este periodista español, llamado Raúl del Pozo: “Buenos Aires, la reina del Plata, que Pedro de Mendoza, el fundador, la llamó “Nuestra Señora del Buen Aire”, la ciudad de los ciento cincuenta parques y de muchas avenidas, donde mejor se come en el mundo, incluso la pasta, ¡mejor que en Roma! Y que el cementerio de la Recoleta es el más cuidado de América. Esto lo digo porque estuve de corresponsal en esa ciudad, donde había más teatros que en Nueva York. Además, se ha ofendido a una gran nación, donde viven cientos de españoles. Sus habitantes tienen sangre gallega, mezclada con la italiana. Buenos Aires es la ciudad más grande de Galicia, con cientos de miles de emigrados gallegos, que le dan nombre a los españoles.
No obstante, el sueño de los argentinos es París, pero no tienen ningún rencor a España y nunca podremos olvidar que nos mandaron trigo y carne, cuando el hambre de la posguerra.
Dicen los enemigos de la hermosa nación, que Chile es un invento de Dios para que Argentina no llegue al Pacífico, pero su nacionalismo Peronista es su peor vicio.
La mayoría de los presidentes fueron generales, pero constituyen un país de grandes escritores, los ídolos del fútbol, un Papa, un país repleto de vacas y petróleo, también; un país floreciente que han logrado hundir los políticos tramposos. Dice Borges que los argentinos están mejor dotados para la amistad que para el amor o el parentesco... Yo lo he podido comprobar con mis grandes amigos de ese país admirable”.
Hace pocos días, el presidente Milei fue condecorado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por lo cual fue criticada desde muchos sectores, inclusive de su mismo partido, sin tener en cuenta que la gente la ama. No puede salir a la calle ni sentarse a comer en un restaurante sin que se la rifen de mano en mano para capturar su imagen. En eso coincide con Milei, en esa guerra cultural contra la izquierda woke, avalada por su extraordinario éxito electoral, que la convirtió en la diosa de la derecha, que le ha permitido desarrollar su afán de guerrera cultural con todas sus consecuencias. Es más que una presidenta de comunidad con mayoría absoluta, nadie la tose sin quedarse con la tos atrapada en la garganta. Y así afloran las voces que la llaman “¡Guapa, guapa!” por las calles de Chamberí. A la vez fusiona la realidad con una ficción; su llegada al poder fue tan inverosímil, como la de Javier Milei en Argentina. Se puede decir que ambos son como generales de la batalla cultural del “zurderío”. Los dos disponen de un caudal de votos que los hacen sagradosne inmunes a las críticas.
El objetivo de Milei era acabar con el Kirchnerismo, que se identifica con el Peronismo. ¡Qué equivocación! Si Perón era lo más anticomunista que pudiera concebirse... Se entregó a los gordos sindicalistas bajo el influjo de su lugarteniente, el brujo López Rega; creó las terroríficas 3A, diseñando así una oleada criminal, que hizo que muchos argentinos se fueran del país; dejó a su pobre mujer, Isabel, para hacerse cargo del Gobierno cuando Perón se convirtió en un “león herbívoro” y renunció a ser el “Potro” cuando volvió de Madrid, viejo ya...
Cristina Kirchner coqueteó con el comunismo diciendo que era Montonera, para convertirse en el alma de Evita Perón cuando tenía que ganar unas elecciones. De esta manera, escondía a la arpía facinerosa que, con discursos buenistas y demagogos, ganaba las elecciones. Hasta que llega Milei, posiblemente un raro engendro, un exótico outsider, un loco paranoico, cargado de razones para desmontar los argumentos de la casta de los políticos y envolverse en las redes del Keynesianismo, como un animal distópico, un ente difícil de digerir para el ciudadano común. Un desequilibrado así, le hacía falta a la Argentina. Metido en la piel de Friederich Nietzche y la historia con su hermana... No, no era una empresa fácil, había que lavar con soda cáustica la putrefacción dejada por el Kirchnerismo y él no se iba a suicidar como Lisandro de la Torre o René Favaloro... ¡No, qué va! No tiene pasta de héroe, igual que Pedro Sánchez, el cual es un lúcido maquiavelo para perpetrarse en el poder. Inteligentísimo, todos sus actos son estudiado; es una máquina de hacer el mal, lleno de una “hijoputez” sin escrúpulos.
¿Cómo va a ser carne de humor una gente que venía del hambre, de epidemias de hambre, de la guerra, traían sólo la impronta del trabajo en el campo, el sonido de las campanas de las aldeas mezcladas con muñeiras y la melancolía del mar y sus barcos pesqueros?. ¿Eso es carne
de humor para nosotros o motivo de risotadas grasientas de vino y chinchulín en nuestras peñas folklóricas?
Se escuchan los reconsabidos chistes de alcantarilla: ¿Saben que es un gallego acostado en una carretera? Un lomo de burro! Ja, ja, ja... ¿Y que hizó un gallego para congelar la imagen? ¡Puso cubitos arriba del televisor! Ja, ja, ja.... ¿Por qué plantaron ajo los gallegos al lado de la carretera? Para mejorar la circulación Ja, ja, ja...
A esos "gallegos" jamás les molestó estos recursos de analfabetos; hasta se reían con nosotros, aplaudían nuestro "ingenio", sobre todo el del Cordobés para contarlos. Y eso que, en el fondo, les estamos diciendo que son como minusválidos de pensamiento. Les escribo una pequeña lista de lo que se atrevieron a hacer en nuestro país estos “burros”: - Las escuelas agronómicas, bajo la presidencia de Sarmiento - La asistencia pública de Buenos Aires y la casa de expósitos - La primera fábrica de papel y la primera de tejidos - El puerto de Concepción y el de Rosario (hablando de Rosario, me acuerdo que algunos hinchas de Talleres hacían asados en el parque Independencia, quemando el césped cuando su equipo enfrentaba a N.O. Boys) - La Sociedad Española de Socorros Mutuos por toda la nación - El Cuerpo de Bomberos, Colonias en Santa Fe - El canal Zabala en Uruguay - La Escuela Naval - El Centro Lucense (club modelo en organización) y que batía récords de recaudación en los bailes de Carnaval - Salvador Gómez fundó el Banco Nacional - Fueron los primeros que curtieron con tanino en nuestro país - Inventaron el radio-teatro, sobre todo el gauchesco - El costillar en la vidriera asándose que hay en la calle Lavalle de Buenos Aires (tuvo émulos en todo el mundo)
Los ilustres gallegos que marcaron la cultura de Córdoba, familias tradicionales, procedían de inmigrantes venidos en su mayoría de Pontevedra (los Fragueiro, Martínez, Maceda, Caeiro, Lozada, Nores, del Vizo, etc.). Y creo que fue Nores Martinez quien hizo cruzadas genéticas de alta valoración científica para crear el perro más feroz del mundo, el famoso Dogo Argentino.
Por empezar, reconozco que el gallego, sobretodo el campesino, suele ser tosco, tenaz y obscecado. Pero en cuanto a conociemientos generales para vivir la vida son años luz superiores a los argentinos. Hay un dicho que si encuentras a un gallego en una escalera, no sabés si sube o baja. Sin ir más lejos, los gallegos hablan tres idiomas, el suyo propio, el portugués (por País fronterizo) y el castellano.
Hasta más pelotas que nosotros tuvieron algunos emigrantes. Allá por los años veinte, pocos se atrevían a poner almacén y despacho de bebidas en el Abrojal de Córdoba; era la época del malevaje y el orillero. Fueron célebres los boliches El Aviador, del español Ramón Sánchez, o el almacén del Gringo Dovicce. Incluso las riñas de gallo las transculturó un gallego a Córdoba.
Antes, en casi todos los casos, emigraban los fuertes de cuerpo y espíritu, los que no arrugaban, los que estaban dispuestos a tutearse con la úlcera y el suicidio. Antaño emigrar era verse obligado a sobrevivir, a pasar necesidades, que eso marca tu valor como persona en la
templanza. Estaban en desventaja, como el que sale de la cárcel. Antes uno se iba para siempre. Y también existía el verdadero dolor de los abuelos que no podían comunicarse con los nietos, por distancia y bolsillos flacos.
Era bastante difundido el dicho aquel de que Buenos Aires conformaba la quinta provincia gallega (por la cantidad de galaicos). Claro, ¿cómo no va estar fuera del contexto patrio si Buenos Aires es la Reina del Plata?
La carne argentina es excelente, pero lo es más aún la gallega. Eso sí, habría que probar in situ, como todos los manjares, un entrecotte de buey o un costillar de ternera gallega.
Los argentinos comemos la carne seca, como corcho o suela de zapato. Bueno, cuestión de gustos... La Avenida de Mayo, en pleno centro de Buenos Aires, tiene la impronta de los gallegos, que años atrás vinieron con una valijita de cartón... y más tarde, en base a sacrificio, tacañería y duro trabajo se adueñaron de la economía de la capital.
A nosotros, los argentinos, nos llaman "sudacas" como mote... ¿Cuántas veces al referirnos a los gallegos, pobres y analfabetos, que llegaban amontonados en la panza de un buque, les decíamos: “gallego, pata sucia”, “gallego de mierda”? Y vinieron los pobres a darnos una cultura de trabajo, un ejemplo de austeridad y rectitud. Más allá de los vilipendios, les quedó sólo el gallego. ¡Gallego! Y con qué respeto y cariño se lo decimos ahora, después de darles un abrazo. Si por los menos les hubiéramos llamado “españacas”, que suena parecido a sudacas… estaríamos empatados.
¿¡Qué nos importaba aquella marea que huía despavorida de hambre!? ¿¡Qué más daba saber si eran andaluces, vascos, catalanes o extremeños!? Les bautizamos gallegos y sufrieron discriminaciones hirientes, que se me hacen presentes cada vez que escucho nuestros “graciosos” cuentos cordobeses, donde con frecuencia tendenciosa se hace hincapié en lo brutos o cuadrados que son. Y creo que es poco fino descalificar a una persona por su coeficiente intelectual. Además, ¿quién sino un idiota puede decir que es más listo que otra persona? Y con sádica intención, tal vez para expiar su propio complejo de bruto, le retuercen el cuchillo en forma de humor en la úlcera de su precariedad… Al hablar del humor cordobés me viene a la cabeza la pureza humorística del estilo de Doña Jovita, enseñando que el humor es la destilación espiritual de las cosas simples, una ingeniosa elevación intelectual de lo aparentemente chabacano, surrealista y absurdo. Sus palabras dejan la doble sensación de provocar risa con una reflexión, plantar un pensamiento en el surco de la carcajada., igual que Miguel Gila, que hizo humor con la guerra, convirtiéndola en trinchera socarrona, para demostrar que puede hacernos reir. La gente bruta a veces dice: “Voy a reírme un rato”. Y no, no es eso. Tendría que ser: “Voy a enterarme de lo que pasa”, porque lo suyo, disfrazado de anciana de la sierra, es una crónica de la actualidad.
También quiero compartir con ustedes una anécdota que me pasó en el bar restaurante del hotel Astoria, en Córdoba: Se hallaba un grupito de personas (la mayoría humoristas) alrededor de una mesa como improvisado escenario donde daban otra clase magistral de la picaresca, en la cual a lengua desatada y en medio de un carcajeo obsceno se humillaba cruelmente a una estirpe de gente modelos de laboriosidad, los gallegos. En esa mesa se repetía una vez mas el secular subdesarrollo mental de un hábito popular empeñado a través del chiste fácil, gratuito y
humillante en degradar al español por extensión, porque se ve que en Córdoba a falta de desarrollo industrial y un eficiente sistema educativo, hay enormes y perfeccionadas fabricas de chistes de gallegos, con cadenas de distribución por el interior de la provincia. Ya los niños a partir de los 3 años balbucean sus primeros cuentos incorporándolos al acerbo pedagógico. En otra mesa contigua se encontraba como siempre leyendo el periódico y saboreando su café el señor Garabato, dueño del establecimiento, que ante tanta munición verbal y sintiéndose aludido pues es de origen gallego, templó la gaita, apartó la vista del diario y aprovechando una pausa les dijo: - Pues me hacéis mucha gracia con vuestros cuentos, yo me rio mucho con vosotros, pero lo que mas gracia me hace, es que ustedes toda la vida se han pasado contando cuentos y nosotros tenemos la guita!!- Como se le debió subir la mostaza para que un gallego les saliera retrucando con un sarcasmo.