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La era Javier Milei y el casting 2027

OPINIÓN 28/04/2024 Marcelo Falak*
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El casting para la elección de 2027, para el que se anotan Axel Kicillof, Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta, Facundo Manes, Martín Lousteau y hasta la reaparecida Cristina Fernández de Kirchner, está en marcha. Así lo impuso el debut de una alianza de clase media, aún informe y latente, en el 23A por la universidad pública, que interpeló a dirigencias que se plantan en oposición al presidente Javier Milei.

¿Se sumará a la lista algún outsider, siguiendo la estela del actual presidente, o surgirá un tapado? Todavía es temprano para saber quiénes actuarán en ese horizonte lejano como protagonistas, participantes o simples influyentes. Sin embargo, la reactivación de perfiles públicos y los diálogos que corren por debajo del suelo visible de la política exponen las intenciones de muchos.

El futuro dependerá en gran medida de la suerte que corra el actual ensayo de la ultraderecha, al que las extravagancias presidenciales y acontecimientos recientes pero promisorios parecieron estrecharle la ventana de oportunidad para recrear expectativas, especialmente en sectores medios que lo llevaron a la Casa Rosada y que, de modo no desdeñable, también se movilizaron contra el ahogo a la educación. Si bien la inflación, principal bestia negra del Gobierno, viene en baja, sus límites son todavía imprecisos, en tanto objetivos declarados como la apertura del cepo y el shock final de estabilización que podría surgir de una dolarización parecen más lejos del alcance de Milei.

Javier Milei, Caputazo y los escenarios del futuro

Con el mandatario en la cancha o fuera de ella en 2027, el clivaje que surge gira enloquecido alrededor del eje del hiperajuste llamado Caputazo y su extenso listado de segmentos sociales damnificados. Contra sus modalidades y desequilibrios, aunque no contra sus objetivos últimos, comienzan a alzarse las voces de dirigentes que, hasta hace días nomás, brillaban por su ausencia.

Como ocurrió en el ocaso del menemismo, la demanda de una alternativa –como entonces, de componente predominante de clase media– surge de abajo hacia arriba. Esa demanda ya encontrará su oferta, algo que, curiosamente, parece ignorar el profeta del libre mercado que provoca a todo el mundo.

Un peligro, como ocurrió con la Alianza, es que el armado político que satisfaga la incipiente necesidad social no sea sólido ni tenga un contenido, si no programático, al menos de valores. El fracaso que anida en esas falencias no fue exclusiva de la sumatoria de la Unión Cívica Radical (UCR) y el Frepaso, a lo que se sumó la elección de un candidato inadecuado como Fernando de la Rúa. Lo mismo le ocurrió, ayer nomás, al Frente de Todos.

¿Políticos reivindicados, outsiders o tapados, entonces? Si el futuro se gesta en el vientre de la mileinomía, dependerá de que la aventura ultraderechista triunfe, deje algo que rescatar o provoque un desastre tal que invite, una vez más, a dar vuelta todo.

De Carlos Menem a Javier Milei

El primer escenario encontraría a Milei, como al Menem cuasidolarizador de 1994, en la pole position; el segundo sería favorable a una alternativa de centro que busque, como ha ocurrido en varios países de la región, preservar la estabilidad –si es que llega–, pero dotarla de algún componente humano; el tercero, la deriva total, podría invitar a un populismo de sentido inverso, una especie de madurismo a la argentina.

Si los outsiders y los tapados son, por definición, indetectables, cabe detenerse en la dirigencia política en busca de reivindicación.

El futuro de Cristina Kirchner es una incógnita, aunque se le perciban más deseos de ordenar que de volver personalmente a la pelea electoral. Su reaparición de este sábado en Quilmes, por lo pronto, respondió a la percepción generalizada en la política de que llegó el momento de salir a decir algo en defensa de los damnificados del modelo y, más profundamente, a la necesidad de evitar que su propio hogar político estalle en mil pedazos.

Para eso instó a frenar el fuego cruzado, colocándose por encima de él, y se plantó como la principal antagonista ideológica del jefe de Estado. Energía como llave del futuro, tarifas, reforma tributaria progresista y educación –incluso en clave levemente autocrítica– fueron los ejes de un mensaje abundante en alusiones a la clase media y su calidad de vida. La contracara de Milei.

La tela de sus palabras –una suerte de disparo de salida que animará a más de un silente del espacio a salir a la cancha– tuvo un revés interesante: aun sin evitar del todo la autorreferencia al pasado, eligió un modo de lidiar con los contrapuntos recientes entre los custodios de la doctrina tradicional –Máximo Kirchner y La Cámpora – y las ansias de quienes quieren convertir ya a Kicillof en el nuevo intérprete del espacio abrió la chance de generar una renovación. ¿Punto para el gobernador en su busca de darse toda la pátina de centro que le es posible?

Cristinismo vs. axelismo: una mirada alternativa

Las capas de ese enfrentamiento se amontonan. Por un lado, la pelea dura por poder, liderazgos y espacios en las listas del año próximo, combo que en el caso del gobernador, si la gestión en el contexto de la mileinomía no lo malograra, sería una escala hacia 2027; por el otro, la búsqueda de un posicionamiento moderado, hasta hace poco insospechado, que explica los contactos y acercamientos de este a homólogos varios, en especial al radical santafesino Maximiliano Pullaro en términos de seguridad. Entre un extremo y otro del hilo, circula la "nueva canción" que quedó en título… sólo por ahora.

La sorpresa por un nuevo Kicillof, menos dogmático que el que describe parte de quienes creen conocerlo, no es tal si se examina lo ocurrido en Brasil, donde Luiz Inácio Lula da Silva logró volver del más allá judicial y organizar a su alrededor una coalición amplísima –en votos, pero todavía más en sesgos ideológicos– para hacer viable un posbolsonarismo. ¿Será que hay aquí gente que ya la ve?

"Liderazgo se busca", dice un cartel colgado a las puertas del panperonismo. Como contó Letra P, Massa está activo, busca los momentos para dosificar sus apariciones –la próxima sería la presentación del libro que reseña el modo en que él recuerda su paso por el Ministerio de Economía–, se ofrece como conciliador de las tribus en guerra y, a la espera de que se le reconozca ese lugar, se mantiene a salvo del fuego cruzado.

Horacio Rodríguez Larreta busca hogar y revancha

Otro reaparecido en busca de redención es Larreta, quien deberá recomponer lentamente sus lazos con la sociedad tras la derrota que sufrió en las últimas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

Como Massa, la marcha contra la licuación del presupuesto universitario fue, para el exjefe de Gobierno porteño, la ocasión de mostrase en público. Abonó, así, un perfil que marca, en oposición al sesgo de ultraderecha que, de modo acaso suicida dado el desdén que le muestra Milei, asume el PRO bajo el mando de Mauricio Macri.

No por nada los puntos clave de la nueva tarjeta de presentación de HRL son, con mayor nitidez que nunca, la defensa de la educación pública, el pluralismo y los derechos humanos. Basta para comprobarlo meterse en sus cuentas de las redes sociales e interpretar el tenor de sus posteos más recientes y cada vez menos aislados.

Ancha avenida 2.0

Si se trata de trillar una avenida del medio que se hizo ancha el martes entre el Congreso y la Plaza de Mayo, referentes radicales como Manes y Lousteau parecen hoy más activos, de modo más nítido el neurocientífico y más ambiguo el presidente de un partido desgarrado entre sus dos almas –la de Alem y la de Yrigoyen, diría Milei– y al borde permanente de la ruptura en el Congreso.

Una vez más, mucho dependerá de que el Proceso de Desorganización Nacional que ejecuta cada día la ultraderecha gobernante tenga éxito en su propia lógica disolvente o se vea obligado a frenar la marcha. En el primer caso, la ruptura del tejido social sería severa y cabe preguntarse por el rumbo que podría tomar una población más desencantada, empobrecida y defraudada, efecto 2.0 del que hace casi cuatro años invitaba a preguntarse por la emergencia de un Jair Bolsonaro argentino.

¿Sería Juan Grabois, en el escenario adecuado, una alternativa posible? ¿Habría que considerarlo, en tal caso, político, outsider o tapado? ¿Acaso surgiría alguien diferente de él, pero capaz de hacer contacto con su perfil?

Los diálogos subterráneos abundan entre buena parte de las figuras mencionadas o entre ciertos representantes y allegados. Siguen caminos diversos –desde Buenos Aires hacia el centro del país y viceversa–, independientes entre sí, se entrecruzan y coinciden en la idea de que, en la Argentina, la sociedad de izquierda se ha corrido al centro y la del centro, a la derecha.

Sea como sea, el futuro será diferente del pasado conocido.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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