


El mapa de la provincia de Buenos Aires esconde pequeños tesoros, y uno de ellos es Altamira, un pueblo de solo 300 habitantes que ha encontrado su lugar como destino rural para aquellos que buscan escapar del bullicio del área metropolitana.
Bajo el lema “Altamira, pueblo lento”, los residentes han promovido un estilo de vida que prioriza la tranquilidad. Situado a 10 kilómetros de Mercedes, este pintoresco lugar se caracteriza por su calma, donde el ritmo lo marcan la naturaleza y las amenas conversaciones en los almacenes.
Resiliencia ante la adversidad
La historia de Altamira está marcada por momentos difíciles. En la década de 1990, la cancelación de los servicios del Ferrocarril General Belgrano y el cierre de la fábrica de ladrillos Corinema dejaron a muchos vecinos sin opciones laborales, lo que provocó una migración masiva.
A pesar de los retos, Altamira ha sabido reinventarse. Desde su inclusión en el Programa Pueblos Turísticos, en mayo de 2023, el pueblo se conecta de nuevo con la historia ferroviaria local al recibir el primer tren turístico de Buenos Aires, que parte de Mercedes y se detiene en su estación. Este renovado espacio se ha convertido en un lugar clave para adquirir artesanías y dulces locales.
Durante la pandemia, el pueblo también diversificó su oferta, convirtiéndose en productor de fiambres de campo y miel, ampliando así su atractivo rural.
El almacén Lo de Puri: un legado vivo
Un emblemático punto del pueblo es el almacén Lo de Puri, fundado en 1930 por el bisabuelo de Mario Pollero. En manos de la tercera generación de la familia, este comercio trasciende su función comercial y se erige como un centro social y un museo viviente.
Construido con ladrillos de barro y mantenido en su esencia, el almacén cuenta con estanterías que guardan reliquias del pasado y utensilios que rememoran la vida rural de antaño.
Una propuesta gastronómica y de descanso único
Altamira no solo atrae por su historia, sino también por su gastronomía. Los almacenes de campo y un reciente viñedo enriquecen la experiencia del visitante. La amabilidad de sus habitantes, la calidad de los productos caseros y la posibilidad de desconectar del ritmo urbano hacen de este destino una opción cada vez más popular para escapadas de fin de semana.
En Altamira, la tranquilidad deja de ser simple un eslogan para convertirse en una realidad palpable que se respira en cada rincón, desde la estación recuperada hasta el emblemático almacén.





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