El régimen cubano reconoció “errores” y “deficiencias” internas en medio de la grave crisis que padece la población

INTERNACIONALESAgencia de Noticias del InteriorAgencia de Noticias del Interior
AAWDXJQSGL7L2DZRAYGN24CHHQ

El régimen de Cuba optó por un tono inusualmente autocrítico en medio de una crisis que golpea de manera severa a la población. La conmemoración oficial del 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional, se convirtió en un espacio donde la dirección política trató de combinar el llamado a la unidad interna con la aceptación de problemas estructurales. El primer ministro Manuel Marrero sostuvo que la compleja situación económica requerirá afrontar “errores” y “deficiencias” internas.

 
 
La participación de Marrero, quien encabezó el acto principal, representó una diferencia notable respecto a años previos. Ni el dictador Miguel Díaz-Canel ni Raúl Castro asumieron el liderazgo del discurso ante la ciudadanía durante este evento, una decisión que repitió el esquema aplicado en la edición de 2023. Este giro en la representación de la jefatura del Estado en el principal acto político del año muestra una tendencia a delegar vocerías en figuras distintas a los primeros cargos históricos del país.

 
 
Durante su intervención Marrero describió el contexto actual como uno de los más difíciles que ha enfrentado el país. Afirmó que “como nunca antes” se presentan “desafíos enormes, tanto internos como externos”. La declaración subrayó la excepcionalidad de la encrucijada y la existencia de causas que derivan de la propia gestión estatal. Este enfoque sostuvo un balance entre la explicación tradicional de la crisis –con factores exógenos señalados– y la admisión de que también existen decisiones y gestiones deficientes en el ámbito interno.

Uno de los ejes prioritarios identificados por el régimen fue la necesidad de “reducir los molestos apagones que tanto afectan a la población y a la economía”, una problemática cuya mención explícita por parte de Marrero terminó por visibilizar la magnitud que la crisis energética ha cobrado en la vida cotidiana cubana. Este problema, tratado históricamente con cautela en los canales oficiales, ocupó ahora un lugar destacado en la agenda gubernamental, y se expuso como un desafío imprescindible de superar para alcanzar una recuperación económica.

 
Las palabras empleadas durante el acto central resultaron reveladoras del giro discursivo, al admitir que la crisis no puede explicarse solo como resultado de presiones externas y que persisten errores internos que obstaculizan el avance. Marrero, no obstante, evitó detallar las medidas inmediatas para superar la crisis.

 
 
Pese a su reconocimiento, este sábado la población volverá a sufrir apagones. Según cifras divulgadas por la Unión Eléctrica (UNE), cerca del 45% del país no tendrá electricidad en el horario de mayor consumo, que coincide con las horas de la tarde-noche. Los cortes de suministro eléctrico, que superan las 20 horas diarias en urbes del oriente como Santiago de Cuba y Holguín, y llegan a 16 horas en la capital, La Habana, marcan el ritmo de una crisis prolongada.

Las causas inmediatas detrás de estos apagones masivos derivan principalmente de la falta de combustible y divisas. El parque de generación eléctrica se encuentra en estado obsoleto, como resultado de décadas de explotación sin la inversión suficiente para renovar o mantener infraestructuras vitales. La mayoría de las centrales termoeléctricas funcionan con tecnologías antiguas y presentan un deterioro avanzado, lo que reduce considerablemente la capacidad del sistema para abastecer la demanda nacional.

La UNE anunció que durante la hora pico de este sábado habrá una capacidad máxima de generación eléctrica de 2.090 megavatios (MW), insuficiente para cubrir la demanda prevista de 3.650 MW. Esta brecha supone un déficit de 1.560 MW y una afectación directa de 1.630 MW, aunque en la práctica los valores reales suelen superar las previsiones oficiales. Además, se informó que 86 centrales de generación distribuida permanecen fuera de servicio, debido a la imposibilidad de adquirir combustibles como diésel y fueloil en los mercados internacionales.

 
Instancias independientes evaluaron la situación como el resultado de una infrafinanciación crónica del sector eléctrico, bajo el control absoluto del Estado desde 1959. Diversos cálculos estiman que se necesitarían entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para reactivar y modernizar la red eléctrica nacional, una inversión que ahora mismo se considera inalcanzable ante la falta de recursos y restricciones internacionales.

Este panorama de crisis agravada implica ciclos de apagones extensos, con un impacto directo en la economía –por la paralización de procesos industriales y comerciales– y en la vida doméstica, donde la interrupción del suministro eléctrico afecta la refrigeración de alimentos, el acceso al agua y el funcionamiento de transportes y hospitales. La crisis energética se convirtió en un componente inseparable de la realidad cubana, marcando las prioridades políticas y sociales del momento.

Contexto histórico y conmemoración del 26 de julio
La fecha del 26 de julio ocupa un lugar central en la narrativa política cubana. En esa jornada se recuerda el inicio de la resistencia armada al régimen de Fulgencio Batista con los asaltos a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Granma, acciones lideradas por un grupo de jóvenes insurgentes. Estos episodios, ocurridos en el oriente cubano en 1953, tenían como objetivo alentar una insurrección nacional que pusiera fin al control autoritario entonces vigente.

El resultado inmediato de la intentona fue adverso para los revolucionarios: la acción terminó en fracaso militar, arrestos masivos y episodios de tortura y muerte para muchos de los participantes. Entre los protagonistas se encontraban los hermanos Castro, quienes tras ser juzgados y condenados a prisión, obtuvieron una amnistía dos años más tarde. Esta liberación les permitió reorganizarse fuera del país y culminar la revolución seis años después, estableciendo una férrea dictadura que aún persiste en la isla.

Anualmente, el 26 de julio se erige como el festejo cívico más importante de Cuba. El acto central describe la gesta inicial como la chispa fundacional de la revolución triunfante de 1959. Esta conmemoración suele ocupar la total atención mediática y política, con grandes concentraciones en ciudades simbólicas y la reivindicación de los ideales propuestos en aquel momento. Una excepción se produjo en 2021, cuando la celebración se realizó en formato reducido por las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia.

CON INFORMACION DE INFOBAE.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto