Milei ausente en Rosario y mensajes cruzados en el Día de la Bandera

• Milei encabezó el acto por el Día de la Bandera en Buenos Aires y no viajó a Rosario, lo que generó tensiones políticas.
• Victoria Villarruel asistió a Rosario y expresó su malestar por no haber sido invitada al acto presidencial.
• Milei elogió a las Fuerzas Armadas y criticó el uso político del concepto de soberanía.
• En Rosario, Pullaro y Javkin llamaron a la unidad, pero también lanzaron críticas al Gobierno nacional.
• Patricia Bullrich tuvo agenda oficial en Rosario, vinculada al Plan Bandera contra el narcotráfico, y participó en actividades proselitistas.
• El clima político estuvo marcado por movilizaciones en apoyo a Cristina Kirchner tras la ratificación de su condena.
• Rosario volvió a ser escenario de disputas políticas, pese a su simbolismo como ciudad de la bandera.

En el 205° aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano, el presidente Javier Milei encabezó un acto por el Día de la Bandera en el Campo Argentino de Polo, en el barrio porteño de Palermo, y decidió no asistir al tradicional homenaje en Rosario, lo que desató una nueva ola de tensiones políticas. En su lugar, viajó la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien no ocultó su malestar por el tratamiento recibido y aprovechó para enviar señales que profundizan la interna en el oficialismo.

Mientras en Buenos Aires el Presidente destacaba el rol de las Fuerzas Armadas y cuestionaba a la clase política por el uso del concepto de soberanía, en Rosario se desarrollaba el acto oficial frente al Monumento a la Bandera. Allí estuvieron presentes el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro; el intendente Pablo Javkin; y Villarruel, quien no pudo hablar por razones protocolares, pero dejó declaraciones picantes a la prensa: “No me invitaron”, afirmó, en clara alusión al desplante del entorno presidencial. También lanzó: “Definitivamente, este es el mejor lugar para estar”, en aparente crítica al evento paralelo que lideraba Milei en la capital.

En su discurso en Palermo, el mandatario volvió a marcar su postura ideológica: reivindicó a los militares, elogió el compromiso de las Fuerzas con la patria y aseguró que “se llenaron la boca hablando de soberanía para agrandar el Estado, cuando la verdadera soberanía es asegurar la prosperidad del pueblo”. Además, agradeció a los nuevos cadetes que “juran proteger a la patria, incluso con su vida”.

En Rosario, Pullaro apeló a un tono más institucional. Afirmó que “la bandera está por encima de las diferencias ideológicas” y llamó a la unidad, aunque también recordó que la ciudad fue “abandonada por el gobierno anterior”. Javkin, por su parte, advirtió sobre el peligro de la “porquería de la política nacional que se acostumbra al odio”, en relación con recientes amenazas y pintadas intimidatorias que involucraron su nombre y el de otros dirigentes.

La única funcionaria nacional con agenda oficial en Rosario fue la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien encabezó una reunión con fuerzas federales para evaluar el avance del Plan Bandera contra el narcotráfico. Desde sus redes, Bullrich celebró los resultados: “El miedo ya no manda. Rosario volvió a tener futuro”.

La actividad de Bullrich también tuvo un componente electoral. Acompañó al candidato libertario Juan Pedro Aleart, en medio de la campaña para las elecciones municipales del 29 de junio, donde se renovarán cargos en Rosario y otras localidades santafesinas.

El contexto político nacional se vio atravesado por una masiva movilización en apoyo a Cristina Fernández de Kirchner, tras el fallo judicial que confirmó su condena. En este clima de tensión, Rosario volvió a convertirse en epicentro simbólico de una Argentina partida, entre los gestos institucionales, las ausencias ruidosas y los posicionamientos cada vez más explícitos de los actores del poder.

Mientras tanto, la ciudad que alberga el símbolo mayor de unidad nacional —la bandera— quedó una vez más en el centro de las disputas políticas del país.