Cristina Kirchner, condenada pero no vencida

OPINIÓN Agencia de Noticias del Interior
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  • Cristina Kirchner fue condenada a seis años de prisión domiciliaria e inhabilitada de por vida para cargos públicos.
  • La Corte Suprema dejó firme la condena por corrupción, marcando un hecho inédito en la democracia argentina.
  • El fallo reactivó su rol simbólico y reorganizó al peronismo, que respondió con unidad y movilización.
  • Kirchner ya no puede ser candidata, pero sigue influyendo como figura central del espacio opositor.
  • La condena generó protestas y resurgimiento de la militancia, especialmente entre los jóvenes.
  • Javier Milei celebró el fallo como un triunfo institucional, aunque podría perder a su antagonista electoral.
  • La proscripción podría fortalecer a Kirchner políticamente, pese a su exclusión legal.

Argentina acaba de cruzar un umbral político y simbólico: por primera vez en democracia, una ex presidenta con un liderazgo aún vigente enfrentará una condena firme por corrupción. Cristina Fernández de Kirchner deberá cumplir seis años de prisión domiciliaria y quedó inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos. La Corte Suprema selló el destino judicial de la figura más influyente de la política argentina en las últimas dos décadas. Pero lejos de marcar su final, este fallo parece reactivar su poder simbólico, darle una nueva centralidad y reordenar el tablero peronista.

La comparación con Lula o Perón no es menor: la prisión o la proscripción no borran, sino que muchas veces amplifican. Kirchner ya no podrá ser candidata, pero eso no significa que esté fuera de juego. El peronismo, desarticulado y sin brújula tras la derrota de 2023, ha encontrado en esta condena un punto de cohesión. Gobernadores que hasta ayer la evitaban, hoy se alinean en su defensa. Kicillof, su principal rival interno, suspendió su agenda y volvió al redil. La épica de la “resistencia” vuelve a latir, y Cristina, desde su “Puerta de Hierro” bonaerense, se posiciona como la voz que marca el pulso.

La respuesta popular fue inmediata y significativa: manifestaciones espontáneas, facultades tomadas, cánticos que reviven símbolos casi olvidados. La Juventud Peronista renació, al menos en la calle. La polarización que la tiene como eje vuelve a ser el motor de la política argentina.

Javier Milei, por su parte, celebra. Cree haber vencido al símbolo mayor del “kirchnerismo” y se apresura a capitalizarlo como prueba del funcionamiento institucional. Pero el “fin” que proclamó en redes podría ser, paradójicamente, el inicio de una nueva etapa. Porque sin Cristina como antagonista en las urnas, Milei pierde su blanco predilecto. Y si el peronismo logra canalizar esta conmoción hacia una movilización electoral, lo que hoy es un triunfo judicial para el oficialismo, mañana puede ser una derrota política.

La historia argentina está llena de líderes que volvieron desde la marginación. Kirchner, guste o no, entiende ese libreto de memoria. Condenada sí, silenciada no. El fallo judicial puede haber clausurado su carrera institucional, pero no su influencia. Y en tiempos de grietas perpetuas, eso puede ser incluso más poderoso.

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