Milei, Macri, Cristina y el espejo roto de la política argentina

OPINIÓN Agencia de Noticias del Interior
AFX752QQWVDPFNRLGURVQLAVRE
  • Milei llegó como figura disruptiva, pero rápidamente adoptó vicios del viejo sistema: intolerancia, insensibilidad y falta de rumbo productivo.
  • Gobierna mediante vetos y desprecia áreas clave como salud, educación y ciencia, tratándolas como "gasto".
  • Macri perdió protagonismo y dignidad política, subordinado a un Milei que ya lo superó electoralmente.
  • Cristina Kirchner busca fueros más que renovación política, sin autocrítica ni proyecto superador.
  • La oposición legislativa propone alternativas viables (como aumento a jubilados), pero el Gobierno prioriza inteligencia, armamento y blanqueos fiscales.
  • Se cuestiona el modelo económico centrado solo en la disciplina fiscal, con caída del consumo e industria en crisis.
  • El respaldo social a Milei podría reflejar una sociedad que no se pregunta quién paga el costo del ajuste.

En la política argentina, lo nuevo parece haber envejecido antes de tiempo, y lo viejo, por más que lo intente, no logra volver a la vida. Javier Milei llegó como un fenómeno disruptivo, pero en pocos meses adoptó los peores vicios del sistema que prometía demoler: la intolerancia, el desprecio por la institucionalidad y una insensibilidad social que lo distingue. Sus aciertos económicos —como la desaceleración inflacionaria— no alcanzan para tapar una gestión carente de rumbo productivo, ajena a las necesidades básicas de millones.

Milei, que alguna vez se mostró como la gran novedad, hoy gobierna como un presidente blindado por el veto, encerrado en un relato de guerra cultural y fiscal que lo aleja del diálogo y lo acerca al cinismo. Su posible negativa a promulgar leyes tan sensibles como la emergencia en discapacidad o el aumento a jubilados —aprobadas por amplias mayorías legislativas— revela una falta de empatía preocupante, alimentada por una concepción de Estado que trata a la salud, la educación o la ciencia como “gastos”, y no como derechos ni inversiones sociales.

En paralelo, el expresidente Mauricio Macri naufraga entre la nostalgia de un liderazgo perdido y la humillación pública de una alianza desigual con Milei, donde lo que queda del PRO parece mimetizarse con el oficialismo sin resistencias. Su republicanismo, si alguna vez existió, hoy se diluye en acuerdos pragmáticos sin convicciones. Ni siquiera conserva la dignidad de una derrota: tras haber pintado de amarillo el país en 2017, fue derrotado en su bastión por el color violeta de un outsider que no le debe nada.

Cristina Kirchner, por su parte, intenta reubicarse en la escena política con un posible desembarco en la Legislatura bonaerense. Pero lejos de representar un proyecto renovador, su regreso parece guiado más por la necesidad de preservar fueros que por convicciones. Sin explicación sólida sobre su patrimonio ni voluntad de autocrítica, su figura se recorta como un símbolo de una etapa clausurada.

La oposición legislativa, en tanto, demuestra que hay otras agendas posibles. Nicolás Massot, al justificar el aumento a los haberes jubilatorios, detalló fuentes de financiamiento concretas. Pero el Gobierno prefiere priorizar fondos para inteligencia, armamento o blanqueos que premian a quienes evadieron impuestos. ¿Cuál es, entonces, el modelo que se construye desde el poder?

Las preguntas se multiplican: ¿Puede un país sostenerse solo con disciplina fiscal mientras se desmorona su capacidad productiva? ¿Alcanza la baja inflación si cae el consumo y las industrias operan con 40% de capacidad ociosa? ¿Qué clase de ciudadanía se construye cuando se elogia el sálvese quien pueda y se desprecia el valor de lo público?

Si las encuestas no mienten y el 50% de los argentinos aún apoya al Presidente, tal vez estemos ante una sociedad que prefiere no ver los costos de sus alivios. Una sociedad que celebra lo inmediato sin preguntarse quién lo paga, ni a qué precio. Como dice el profesor Tenti Fanfani: la democracia y la paz son excepciones en la historia. Y quizás, en este presente argentino, estemos desperdiciando una de esas excepciones por no saber cuidar al otro.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto