Casa Rosada en modo espera: el Gobierno apunta a diciembre y sobrevive con vetos, anuncios reciclados y tensión con gobernadores

• Objetivo oficialista: La Casa Rosada apuesta a la renovación legislativa de diciembre de 2025 para impulsar reformas laboral, previsional e impositiva.
• Estrategia actual: Resistir con vetos, desgaste opositor y control de agenda hasta entonces.
• Golpe opositor: Diputados aprobaron aumentos a jubilaciones y bonos, con apoyo de gobernadores y sectores aliados, lo que afecta el equilibrio fiscal del Gobierno.
• Reacción oficial: Milei criticó la medida y el oficialismo culpó a la oposición por la caída en bonos y mercados.
• Alerta política: Algunos gobernadores y parte del PRO dejaron de respaldar al Gobierno, aunque se espera que apoyen un futuro veto.
• Tensión con provincias: Gobernadores reclaman por recaudación y obras; preocupa el avance libertario en sus territorios.
• Fin de facultades delegadas: El 8 de julio el Ejecutivo pierde una herramienta clave; recurrirá a “refrite de anuncios” para sostener protagonismo.
• Panorama electoral: Agosto será clave con el cierre de listas y la campaña bonaerense, donde Cristina Kirchner volverá al centro de la escena.

Mientras el Congreso avanza con iniciativas opositoras que tensionan el frente fiscal, en la Casa Rosada ponen la mira en diciembre de 2025. Recién entonces, con la renovación legislativa, el oficialismo espera tener margen para impulsar las llamadas reformas de "segunda generación": laboral, previsional e impositiva. Hasta entonces, el plan es resistir, vetar y capitalizar el desgaste opositor en medio del incipiente clima electoral.

En Balcarce 50 admiten que los próximos meses serán “largos”, aunque confían en que las luces de la campaña irán ocupando la escena y que cualquier intento opositor de avanzar con proyectos que alteren el rumbo económico será frenado por el presidente Javier Milei con su herramienta más potente: el veto.

Esta semana, sin embargo, la Cámara de Diputados logró aprobar —con votos de sectores aliados y de gobernadores antes colaboracionistas— un paquete que incluye aumento del 7,2% para jubilaciones, suba del bono a $110.000 y la restitución de la moratoria. Para el Gobierno, eso representa un golpe directo a su estrategia de equilibrio fiscal, pilar de su relación con los mercados.

Milei reaccionó vía X con una sentencia que ya es su marca: “Todo lo que proponen son políticas que llevan a la pobreza”. Mientras tanto, los mercados respondieron con baja en los bonos y retrocesos en el Merval, que el oficialismo vinculó directamente con los avances parlamentarios de la oposición.

La sesión dejó señales políticas contundentes: provincias como Córdoba, Salta, Tucumán y Santa Cruz rompieron momentáneamente filas con el Gobierno. Incluso, una parte del PRO no acompañó. Sin embargo, en la Rosada confían en que esos mismos actores apoyarán el veto cuando llegue el momento. La relación de las provincias con el Ejecutivo está atravesada por intereses financieros compartidos: “Si a nosotros nos va mal, a ellos les cuesta más refinanciar deuda”, razonan cerca de Milei.

El desgaste con los gobernadores también se hizo sentir en el Consejo Federal de Inversiones, donde 23 de los 24 mandatarios reclamaron compensaciones por la caída de la coparticipación y obras públicas paralizadas. En algunos casos, el enojo se mezcla con la preocupación por el crecimiento libertario en sus distritos, fogoneado desde el propio Gobierno.

En paralelo, el Ejecutivo perderá el 8 de julio las facultades delegadas, clave para avanzar con desregulaciones sin pasar por el Congreso. Sin esa herramienta, en el entorno presidencial apuestan a una táctica ya conocida: el “refrite” de anuncios, es decir, dosificar una misma medida en varias entregas para sostener la agenda mediática. El caso más reciente es el proyecto sobre la “reforma de los dólares del colchón”.

Agosto será un mes bisagra. El cierre de listas nacionales —previsto para el 17— y la cercanía de las elecciones bonaerenses (donde Cristina Kirchner se perfila como figura central) calentarán el escenario político. Para entonces, el oficialismo espera sobrevivir con lo que tiene: veto presidencial, narrativa de ajuste responsable y una oposición que, aunque inquieta, aún no logra estructurar una alternativa sólida.