La Degradación de la Justicia: Un Llamado a la Reflexión y al Cambio

OPINIÓN Agencia de Noticias del Interior
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  • La Justicia enfrenta una grave degradación que afecta a toda la sociedad, visibilizada por el juicio de Diego Maradona.
  • Este estado de deterioro es más cotidiano de lo que se reconoce, con pocos ejemplos de enmienda en 35 años de profesión.
  • La falta de idoneidad de quienes ocupan cargos en el sistema judicial no refleja el verdadero sentido de Justicia.
  • Todos merecen una Justicia competente; se necesita más empatía y experiencia, menos jerarquía y teoría.
  • La situación actual es alarmante y representa un derrumbe incontrolable del Poder Judicial.
  • Es crucial educar a la ciudadanía sobre la crisis judicial para catalizar un cambio desde afuera hacia adentro.
  • La responsabilidad en la profesión aumenta con el cargo; no se puede dejar en manos de inexpertos la Justicia.
  • Es esencial dignificar la profesión y orientar la Justicia hacia la ciudadanía, no alejarla de sus rostros.

La situación de la Justicia en nuestra sociedad es alarmante. Desde hace años, hemos sido testigos de una degradación que afecta no solo a los órganos judiciales, sino a la confianza misma que el pueblo coloca en sus instituciones. El reciente juicio por la muerte de Diego Armando Maradona ha puesto en evidencia esta crisis de legitimidad, revelando que lo que muchos perciben como un hecho excepcional es, en realidad, un reflejo de una realidad mucho más amplia y habitual: la insatisfacción con un sistema que, en términos generales, ha perdido su rumbo.

No se trata solo de un momento de descomposición súbita; lo que estamos viviendo es la culminación de un deterioro paulatino y constante. El sistema judicial, que debería ser símbolo de equidad y justicia, hoy se encuentra debilitado, y esto se debe a la falta de capacidad y compromiso de quienes ocupan cargos en él. Tanto la acción como la omisión de muchos funcionarios han contribuido a crear un estado de cosas donde el sentido de Justicia se ha erosionado.

Todos los ciudadanos, sean imputados o víctimas, merecen un sistema judicial que funcione efectivamente. Lamentablemente, la experiencia y la empatía parecen haber sido secuestradas por una jerarquía que prioriza el poder por encima de la justicia. La teoría jurídica, en ocasiones, se convierte en un obstáculo en lugar de una herramienta que promueva el bienestar común. En este sentido, necesitamos urgentemente un cambio de enfoque: menos egos y más humanidad en la administración de justicia.

La frustración y el desánimo son sentimientos palpable en la profesión. Sin embargo, hay un trasfondo más profundo que solo la zozobra de hoy. La fractura del Poder Judicial se agrava día a día, convirtiéndose en un síntoma de una enfermedad que requiere un tratamiento urgente. Es fundamental que quienes somos parte de este sistema asumamos la responsabilidad de educar a la ciudadanía, para que comprenda la magnitud de la crisis y la necesidad de una reconstrucción desde sus cimientos.

El estatus y el poder deberían conllevar una mayor responsabilidad. Si continuamos dejando la Justicia en manos de personas sin la experiencia y el compromiso necesario, la pérdida será de todos. Más grave aún es permitir que un reducido grupo de "expertos" maneje el sistema sin respetar ni siquiera los principios básicos consagrados en nuestra Constitución.

La dignidad de nuestra profesión debe ser un compromiso diario, y la Judicatura no puede quedar atrás. No podemos permitir que la Justicia siga mirando hacia otro lado; debe volverse hacia la sociedad que le da sentido y propósito. Es hora de exigir un cambio real y contundente, de poner fin a la distancia que separa a la Justicia del pueblo, y de reconstruir un sistema que realmente respete y refleje las necesidades de todos los ciudadanos.

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