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El Gobierno consolida su etapa más dura: la hora de los leales y el cortocircuito vaticano

POLÍTICA Federico Mayol*
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Santiago Caputo abrazó a Daniel Parisini, el célebre “Gordo Dan”, y redobló la apuesta: “Necesitamos cien más como él”.

Algunos periodistas contemplaban divertidos la ocurrencia -¿provocación?- en la Casa Rosada, hace algunos días. El influencer libertario había sido otra vez una figura central y muy polémica en el universo digital del gobierno, en el que tiene un rol clave; había participado, el fin de semana anterior, en el lanzamiento de las Fuerzas del Cielo, el nuevo “brazo armado” de Javier Milei, en San Miguel, y lejos de recibir algo parecido a una reprimenda, o una serie de recomendaciones para aplacar el humor social de las redes, fue al encuentro del asesor estrella y todoterreno del Ejecutivo para festejar que, como se suele jactar el consultor, “Todo Marcha de Acuerdo al Plan”.

Divertido, ocurrente y decisivo para la Casa Rosada y los libertarios, peligroso, agresivo y y provocador para el resto, a Parisini le resbalan las críticas. Como dicen los que lo conocen bien, “no le importa nada”: “No es del sistema, no le importa el sistema”. En diciembre, una vez asumido el nuevo gobierno, renunció a su trabajo en el Hospital Garrahan para vivir “full life” en las redes, lanzar Carajo, su propio canal de streaming -”La misa”, el programa que conduce, es la vedette del canal-, y ponerse a disposición de Milei, Caputo y el proyecto libertario. El “Gordo Dan” está dispuesto a dejar la vida, literal, dicen, por el gobierno. Suena comprensible: en ningún otro diseño político hubiera tenido semejante nivel de éxito y protagonismo. El viernes, Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, un político profesional como los de antes, formado en las burocracias, opinó que Parisini sería “un muy buen candidato”.

Tiene lógica. Al filo del primer año de mandato libertario, en vísperas de la campaña electoral de medio término, Milei y su cúpula terminaron por definir que llegó el momento de los leales, que no hay lugar para medias tintas y que, como acuñó Patricia Bullrich en su fallida campaña presidencial, “si no es todo, es nada”.

La consolidación de la etapa “gurka”.

Es el plan en el que trabajan Karina Milei y Caputo, avalados por el presidente, apuntalados por el clima de época. El jueves, la Justicia les proporcionó una buena noticia: María Servini le otorgó a La Libertad Avanza su personería jurídico-política para actuar como partido de orden nacional, y aprobó el uso de un león, una peluca y una serpiente cascabel en espiral como símbolos partidarios. Un guiño al consultor estrella del presidente, que utiliza esa figura en una buena cantidad de las cuentas de X que usa personalmente para difundir sus ideas, resaltar a dirigentes propios y aliados y atacar a los que no se encuadran con el pensamiento libertario.

Una de esas cuentas, @MileiEmperador, que le adjudican, escribió el jueves de mañana, horas después de que el presidente terminara por blanquear el quiebre político y personal en el vínculo con Victoria Villarruel: “Tal vez extorsionar amenazando con bajarse el día de cierre de listas no haya sido el mejor curso de acción”. No hizo falta confirmar la autoría del posteo ni la destinataria.

Villarruel es una de las dirigentes “no leales” que, según la Casa Rosada, no se encolumnó detrás de la agenda libertaria. La llamativa visita de la vicepresidenta a Isabel Martínez de Perón en Madrid terminó por romper lo poco que quedaba en la relación entre el Senado y la Casa Rosada. Y Milei esperó su mayor estado de gracia -un repunte en las encuestas, una oposición desmantelada, inflación a la baja y mercados calmos- para dar la estocada final. En estas horas, desde Casa de Gobierno intentaban saber si Villarruel contaba o no con un ejército de militantes digitales parecido al de Milei para pisar con mayor firmeza en el campo de las redes.

El presidente esperó además que su principal consultor avanzara en el Senado, un territorio que hasta hace unos meses era de dominio mayoritario de la vicepresidenta en su relación con senadores y gobernadores. Cuando Caputo se posicionó de manera definitiva como el operador más encumbrado del gobierno, y tejió alianzas políticas con jefes provinciales y un grupo de senadores, el Ejecutivo entendió que la relación con Villarruel transitaría solo por los canales institucionales, y nada más.

La línea oficial, explicitada como nunca en estas semanas por el Presidente, vislumbra en simultáneo un tironeo por la composición de las listas legislativas del próximo año. Integrantes de Las Fuerzas del Cielo, el espacio liderado por Agustín Laje, quieren tener un lugar. La secretaria General de la Presidencia trabaja además en el reclutamiento. Habrá, en ese sentido, una minuciosa selección. Un casting de “pureza” similar al que ordenó implementar, por ejemplo, Gerardo Werthein en la Cancillería cuando reemplazó a Diana Mondino.

La lealtad pretendida se extiende también en el plano de la política internacional -por eso echaron a Mondino, más allá de las operaciones internas que hacía meses propiciaban su salida-, donde Milei libra una verdadera batalla ideológica-cultural, en algunos casos con ribetes épicos verdaderamente sorprendentes. Al presidente no le importan las consecuencias.

Por ejemplo, plantar al Papa en el Vaticano, en la audiencia de mañana por los 40 años de la firma del Tratado de Paz con Chile por el conflicto del Beagle. Francisco tenía en su agenda recibir a Werthein -tenía previsto darle unos minutos a solas-, en su primera visita como canciller, junto a su colega Alberto van Klaveren. Pero por diferencias públicas con Gabriel Boric en la reciente cumbre del G20 en Río de Janeiro, el presidente le ordenó a su canciller bajarse del viaje. El jueves por la tarde, Werthein convocó al embajador chileno en Buenos Aires, José Antonio Viera Gallo, para confirmarle que no viajaría. Según fuentes de Cancillería, el embajador se fue sorprendido de la oficina de Werthein. Después de ese encuentro, Chile confirmó que mantendría su delegación, conformada no solo por el canciller y el embajador, si no también por funcionarios del Senado de ese país, mientras que la Argentina estará representada solo por Pablo Beltramino, embajador ante la Santa Sede.

Para Milei, de todos modos, la disputa con Chile no es la única excusa para que su canciller no viaje a Roma. El presidente revalidó en estos días nuevamente su posición muy contundente en apoyo de Israel tras los ataques de Hamas y Hezbolá: dijo que firmará un memorándum con ese país “para combatir el terrorismo y las dictaduras”, y rechazó la decisión de la Corte Penal Internacional (CPI) de emitir órdenes de arresto contra el Primer Ministro Israelí, Benjamin Netanyahu, y Yoav Gallant, ex ministro de Defensa.

El viernes, la Santa Sede reiteró su posicionamiento en el conflicto de Medio Oriente: Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, ratificó que se debe investigar si “hubo un genocidio en Gaza” después de la publicación del reciente libro del Papa que refuerza con énfasis esa postura.

Milei no está dispuesto a ceder. La traba en la negociación del Presupuesto 2025 es una muestra. A pesar de que, de manera subterránea, se conversan y se buscan acuerdos en otros rubros, como el judicial, más propios de la casta que de los nuevos “fenómenos barriales”.

Es que, hasta ahora, el presidente no encontró enfrente ninguna oposición real en el sistema político a su plan de trabajo. Por eso moldeó en estos meses a Cristina Kirchner como su contrincante. Eso también explica por qué todos los funcionarios echados del gobierno se fueron en silencio, sin reacción, a pesar de que, muchos de ellos, fueron eyectados con denuncias, o escrachados insistentemente en las redes por el grupo de tuiteros libertarios como Julio Garro, Pablo de la Torre, Nicolás Posse, Silvestre Sívori o la propia Mondino. La familia De la Torre, encabezada por Joaquín, señalados por supuestas irregularidades por el mismísimo gobierno por el paso del ex funcionario de Niñez, Familia y Adolescencia, siguen muy cerca del Ejecutivo, bajo el paraguas del consultor Caputo.

En los primeros meses de la gestión, por caso, se había especulado con la salida de Alejandro Álvarez, el subsecretario de Políticas Universitarias, en los inicios del conflicto universitario. “El Galleguito” se recostó entonces sobre Caputo, que lo cobijó. “Hay que cuidar a los que piensan como nosotros”, aseguraron entonces desde la cúpula de Casa Rosada. Cuestionado por los rectores, Álvarez no solo se sostuvo en su cargo: envalentonado, cebado por la militancia libertaria, el último fin de semana fue uno de los participantes del lanzamiento de Las Fuerzas del Cielo en San Miguel, el pago chico de la familia De la Torre, en compañía de dirigentes “gurkas” como Agustín Romo o Nahuel Sotelo. Y de Parisini, claro está.

Es un tema de discusión en la mesa chica del PRO: hasta dónde acompañar y de qué manera adherir al clima de época libertario. Un debate incómodo para Mauricio Macri, que acompaña el trazo grueso de la gestión, en especial en el plano económico, pero que no está de acuerdo en rubros como la política exterior o algunas cuestiones institucionales.

Hasta ahora, el PRO colaboró casi a libro cerrado con la agenda legislativa del oficialismo. Solo rechazó el DNU de que intentó asignar $100.000 adicionales y discrecionales a la SIDE, un tema que tensionó al máximo la relación entre el ex presidente y el consultor estrella de Milei.

La campaña 2025 está a la vuelta de la esquina, y Macri ve que el gobierno no está dispuesto a acordar por ahora con él un esquema retributivo para el año próximo. Le preocupa, especialmente, la ciudad de Buenos Aires. Teme que no tenga otra alternativa que presentarse como candidato al Senado, algo que, a menos que la situación sea extrema y lo amerite para no empezar a perder su casa matriz, no está dispuesto a hacer.

Existe, por caso, una debate pendiente en torno a qué hacer en la provincia de Buenos Aires, el territorio emblema del peronismo. Sí acordar con LLA para tratar de ganarle el PJ, o ir separados y dejar al justicialismo a merced de una victoria segura. Es lo que propicia, por ejemplo, Diego Santilli, uno de los más libertarios de los macristas que conserva buenos números en la Provincia. El diputado quiere encabezar una lista conjunta, aunque en el gobierno aseguran que ese lugar se lo reservó Milei a José Luis Espert, otro leal cada vez más efervescente en la discusión pública.

Santilli, por las dudas, refuerza cada día su nueva faceta libertaria. Él sí dice haber entendido el clima de época, sin margen para la tibieza o las formas. Los números en redes lo respaldan: sus posteos tienen de a cientos de miles de visualizaciones.

 

 

* Para www.infobae.com

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