Por José Ademan RODRÍGUEZ
Decía la Tita Merello, me la imagino agarrando a Dios por las solapas y diciéndole: “Decíme Dios, ¿dónde estás? Que te quiero conversar”.
No se trata de negar compulsivamente, como es costumbre del zurderío, por respeto a dos líderes, uno en España, Julio Anguita, señero, limpio, pulcro, sin máculas y ex abruptos, y el otro, argentino, Agustín Tosco, a quien quisieron ensuciar moralmente poniéndole armas inexistentes en su gremio de luz y fuerza, no pudiendo demostrarle las Fuerzas Armadas jamás nada que no sea su compromiso con el obrero.
Y a mí no me va a engatusar el presidente Pedro Sánchez, porque fui puta antes que monja y le conozco todos los trucos.
Como en los sucesos de Valencia, cuando lo apremiaron, gente desesperada, que de solo verlos salpicados de barro, de la cabeza a los pies, se salvó de un linchamiento, huyendo como un miserable, encogido con el espanto en los ojos y sin la arrogancia que le es característica...
Y miren quién, el rey Felipe VI lo salvó, dándole una lección, de cómo debe ser un jefe del Estado español, destacándose por su altura entre la gente, sin perder la compostura, sereno, rubio, marcaba las diferencias demostrando lo que le faltó a Jordi Pujol, es decir, la honorabilidad. Puedo decir que es un abanderado del cinismo con el alto voltaje de una inigualable hipocresía. Tiene bien merecido el “hijo de fruta” que le lanzó Isabel Díaz Ayuso en el Parlamento.
Como bien lo calificó el escritor Arturo Pérez-Reverte, encaja rotundamente con el papel de malo. Es un pistolero fino y hábil para engañar sin haber leído un libro en su vida, con un fraseo terminante, al estilo de Juan Domingo Perón. Aprendiz de Maquiavello, de todo lo malo que nos envió la historia, vistiendo la certeza, mezclándola con incertidumbre, de una clase política española y mediocre, creando así, el prototipo político del fachista. Y eso que se asoció con los malos, EH Bildu, que es la ETA metida en política y asociándose a Pablo Iglesias, un farsante, prendiéndose de los separatistas, como la periodista Pilar Rahola. Más tarde, intentando las alianzas con Puigdemont, fugado de la justícia. Coincido con Pérez-Reverte, es un personaje fascinante. Si cae, caerá solo. Es imbatible. Un immoral personaje, que es muy bueno en lo suyo. Los políticos que le siguen son muñecos, comparsas, como Feijóo y toda la lista de sus políticos, haciendo una excepción con Cayetana Álvarez de Toledo, la única con la lucidez parlamentaria que la destaca como la mejor en lo suyo.
Como antítesis de Pedro Sánchez, está una de las personas más nobles y puras, Luis Pérez Gaudio, a quien conocí en el sindicato de empleados de comercio, aconteciéndose una corriente de amistad indisoluble, sin hablar jamás de política. Andando en el tiempo, antes de viajar a Barcelona, en 1978, encontré una carta en medio de papeles viejos, olvidada. ¡Qué suerte que la encontré!
Al amigo, antes de dejar la patria que nos es común:
En la ciudad de Córdoba, Rep. Argentina, a los veintisiete días del mes de julio de 1978.
JOSE: Aunque ciertamente no conozco los parámetros en que te ha enfrentado el destino, con anterioridad a esta partida, supongo por el breve lapso traducido en años, en que hemos afianzado nuestra amistad, que como todo peregrino, noble y soñador, debes haber sufrido alegrías (tal vez efímeras) amarguras (tal vez continuas) y frustraciones (que son inevitables) para decidir el cambio de una rutina que, a lo mejor, te proponga, según tu intención, tras poner los 12.000 Km de esta, nuestra tierra, en busca de algo, que me apresuro subjetivamente a afirmar, pretendes encontrar.
Si realmente lo que propones (según tus planes) es una decisión, me permito sugerirte... que no vaciles... puesto que en la duda no se alcanza ningún objetivo cierto.
Yo sé que por tu forma de ser has cosechado un ramillete proficuo de “amigos”, aunque ese término no es costumbre mía utilizarlo, máxime cuando tamizando los que ciertamente atraídos por el éxito, o cierta fama, se allegan, sin entender cabalmente lo que encierra la palabra “amistad”.
Antes de partir, quizá hayas dimensionado este aspecto, y más aún cuando te encuentres lejos, sabrás dimensionarlo. Sé que dejas cosas “caras” a tus sentimientos, que como muchacho sencillo que eres, no puedes ni debes ocultarlo. Si realmente para vos son importantes, pues que te sirvan de consuelo para aferrarte a ellos si tienes que transitar circunstancias difíciles. Deseo sí, respecto a la profesión que nos es común, recordártela permanentemente. Yo sé de las frustraciones que a tipos idealistas como nosotros nos ha causado, pero sobre todas las cosas, como en el fondo la hemos abrazado empíricamente, debemos de ella, aunque con insatisfacciones, ser apóstoles de una verdad como la evangélica, que no debe callarse. Lejos de nuestra patria, confío sinceramente por tu talento, que triunfes en lo que te has propuesto, pero si Dios dispone los imprevistos de un traspié, no lo culpes. Es tal vez las pruebas en qué nos pone la providencia para aprender a ser instrumentos dóciles y útiles antes la miseria humana. Cuando peregrines por las calles de la vieja Europa, toda tu humanidad sustentada en tu andar cansino y provinciano, tal vez tus ojos con mirar extraviados, busquen las siluetas inolvidables de todo lo que te dio tu tierra. En la nostalgia, espero que distingas a los que realmente te estimamos.
Podría esbozar mil adjetivaciones para testimoniar lo que tu ausencia causa, en esta partida, pero simplemente prefiero encerrarla en breve frase, que sale del fondo de mi “cuore” AMIGO... Buena suerte. Finalmente, como no puedo con mi genio de buen cristiano, me apresuro a entregarte algo de “San Pablo” que moldea ante la incertidumbre nuestras vidas. Señor, dadme valor para cambiar lo que pueda cambiarse, serenidad para aceptar lo que no pueda cambiar y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro.
Y si pese a tu juventud, te desesperas por no ver el momento feliz de pragmatizar tus anhelos, recuerda y fortifícate en lo que es bíblico. “Dios llega siempre, a veces viene despacio, pero jamás TARDA.
Afectuosamente, Luis”
He de recordar que este amigo era uno de los pocos que sabían de mi alejamiento de Córdoba.