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"Pegado al ring, micrófono en mano, un poeta hablaba de boxeo"

PARA LEER EN PANTUFLAS 03/07/2022 José Ademan RODRÍGUEZ
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jose ademan Por José Ademan RODRÍGUEZ

Sin que sea un exceso de ego ni parecer pretencioso, quiero compartir con ustedes lo que hace un tiempo me escribió con tanto afecto y cariño un grande del periodismo de Córdoba, una de esas personas imprescindibles que dejaron verdaderamente una huella indeleble en la prensa de esta querida "docta" que cada día que pasa tanto extraño y amo más. La "Cuca" Argañaraz fue por demás generoso conmigo y por ello quiero compartirlo.

Les aseguro, y espero me cran, que no lo hago por mi, es más bien un homenaje a una camada de periodistas que transitaron una época por demás especial y hasta difícil en nuestro Córdoba querida, esa Córdoba de increíbles contrastes, la que revolucionó la Argentina con su pujante industria que al día de hoy sigue cosechando los frutos de esos tiempos. También la Córdoba de extraordinarias personalidades que surcaron esos años de gloria. Esa Córdoba de las grandes veladas de boxeo y los campeonísimos que tuvimos por que no también....

Dijo de mi la entrañable Cuca Argañaraz y vaya mi eterno agradecimiento

Es el mismo de siempre o parece serlo. Aquel que la afición deportiva de Córdoba, más precisamente los amantes del boxeo, escuchaban subyugados sus atrapantes comentarios radiales allá por la década del 60 y fines del 76.


Fue el creador de un estilo de las transmisiones a la vera del ring del Córdoba Sport o del Luna Park que los veteranos no olvidarán jamás. José Ademan “El Negro” Rodríguez marcó una época con el valor agregado de la voz cortante, emotiva y sin altibajos de su compañero en los relatos: Rubén Torri.


Y ahí está. Se lo ve con menos pelo, con esas canas que se vienen con los años y un par de Kilos de más (aunque amenaza que a la mañana siguiente saldrá a trotar acompañado por “El Beto” kandalaf) pero siempre con una catarata de palabras escapándosele durante la velada extendida, como si tuviera un micrófono en las manos.

 
Nació en Rio Cuarto el 14 de febrero de 1940 (El Día de los Enamorados, recuerda con una sonrisa pícara) y se recibió de dentista el 24 de junio de 1969, aniversario de la muerte de Carlos Gardel, subrraya por si alguien de su laya pudiera omitir semejante fecha. No hay caso, es el mismo de siempre, aparentemente más reposado que sin embargo se deshace en cumplidos y lisonjas desatando su verba florida cuando la fotógrafa llega para la nota.

-“Negro” (el cronista lo conoce de aquellos tiempos heroicos del periodismo deportivo), ¿qué es la bohemia?


- Es un estado de insensatez muy dulce… Dicen que nadie se olvida de los ojos de la primera novia y nadie podrá ser pintor si no sabe pintar su aldea. Son las pequeñas cosas de la infancia y quien olvida eso no sirve, responde con sus metáforas siempre a flor de labios.


Rodríguez fue, es y será un bohemio con todas las letras. Brillante expositor que improvisa su prosa sin parar, sea hablando como en los viejos tiempos por la radio o en la rueda amiga del café. Trabajaba con seriedad y al mismo tiempo divirtiéndose en sus años mozos. Hoy no alcanzarían las hojas de un libro para contar todas sus anécdotas y como periodista deportivo oral se inició en el oficio por casualidad luego de que el doctor Carlos Hairabedián, por entonces ex relator sesentista de la ex Radio municipal, que usaba el seudónimo de Carlos Garó, descubrió sus cualidades en un reportaje.  


Mientras estudiaba en la ciudad de Córdoba jugaba al fútbol con “Mingo Ceballe en El Arañado” para rebuscarse unos pesos. Por fin colgó la camiseta Nº 8 y empezó su carrera en LV3 al acceder, por concurso, a la radio que entonces funcionaba en el primer piso de San Martín 70. Pronto se ganó el puesto de comentarista en las transmisiones de exteriores en el Córdoba Sport y el Luna Park, con la voz grave e inconfundible de “Tito” Paz en los mensajes comerciales.


Pero llega el momento en que las cuentas no cierran y José parte a Barcelona, era el tiempo en que escaseaban los dentistas en España.


Sobresale de inmediato en la nueva profesión y hoy está al frente de su propia clínica que permite a este hombre siempre joven de 60 años, divorciado, 2 hijos, dos veces al año pasar unas breves vacaciones en su Córdoba querida.


“El periodista nace en la calle, con picardía, con esa cosa de chiquilín de barrio, por eso lo asocio al fútbol. Por eso en la poesía como en el fútbol es imposible encontrar claves para llegar a la profundidad. Es como pretender atrapar a un colibrí que cuando éramos niños nunca lo podíamos agarrar”, explica para los iniciados.  


“La gente que se hizo en la radio en nuestra época animaba bailongos en los barrios o vendía bolígrafos y peines en los ómnibus. Era gente que tenía facilidad para el chamuyo y además el argentino es muy hábil para la tertulia, por eso la gran cantidad de psicólogos. Así nació el periodismo deportivo radial”, revela sin eufemismos.  


El deporte, el fútbol, la política, la sociología, son tópicos ineludibles en una charla con José, como que las citas poéticas tampoco pueden faltar: “La televisión contribuyó a aburguesar al espectador y a matar un tanto el sentimiento del hincha que actualmente va a la cancha no tanto por la pasión, por el goce estético de ver un buen partido, sino que acude directamente a agredir creándose una patología colectiva”, razona, para cerrar el enfoque así: “Influyen muchísimos factores. No es culpa de los dirigentes solamente, es el sistema de la globalización que ha creado valores meramente utilitarios. Se sabe el precio de las cosas pero no el valor de las cosas”.  


Y sigue sin parar: “Una vez se le preguntó a Ulises Barrera, años atrás, qué iba a pasar con el futuro del boxeo? contestando que moría en el 2000 y la profecía no resultó. Se recordará también, en otro plano, aquellos augurios que anticipaban que la industria japonesa barrería a la norteamericana y todo ocurrió al revés. O que el socialismo era como una mancha de aceite que se entendería por todo el mundo y cuando cayó el muro de Berlín ningún intelectual de izquierda se rasgó las vestiduras reconociendo el craso error”.  


Luego de refutar el audaz anuncio de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia (“las ideologías no podrán morir nunca”, asevera), se despacha con una singular y controversial teoría acerca de la vida: “El primer contacto que tiene un niño al nacer es romper el sonajero, tirarlo al suelo. Me parece que el hombre nace con un trazo genético definido de ser violento y agresivo y aquí está la gran equivocación sobre la inocencia del niño. De su pretendido candor que es una venta demagógica de infantilismo para dar de comer a la industria del juguete. En la sociedad de occidente y en otras también se privilegia al niño manipulándolo a través de los grandes holdings de la tontería”.  
 
Poco afecto al post modernismo, a la tecnología de punta y a la robótica (“Esto está matando todo”), el ex comentarista deportivo acude a un anuncio que en su momento, “desde Salta formuló el ex presidente Menem ante niños desnutridos sobre la construcción de una plataforma de lanzamiento para una máquina aérea que iba a llegar a Japón en pocas horas. Un absurdo, como el de ese otro funcionario que envió computadoras a una escuelita de Las Altas Cumbres en la que no había energía eléctrica. Se pretende meter la cibernética cuando ni siquiera hay una tiza”, explica indignado.


Será por eso que desgrana a continuación un dolido rosario de imputaciones, que resumido  en afirmaciones lacerantes, encerraría en un párrafo la mirada que tiene de la Argentina actual: “Los políticos que son corruptos, los funcionarios que son incompetentes, además de groseros, traidores, hipócritas, estafadores, travestidos ideológicos y tránsfugas”, son culpables de  una situación que “ha llegado al colmo que cada vez que vengo a la Argentina la encuentro peor. Cada vez hay menos ricos con mucho más dinero y muchos más pobres.


   
- Rodríguez escribió en Barcelona su autobiografía en un grueso volúmen. ¿Porqué?
- Para matar la tristeza. Uno tiene miedo de morirse y teme que nadie te dé una palmadita y te diga chau Negro. Y vos querés dejar algo para alguien, para tus hijos, para un amigo.

Y se hizo madrugada y la lluvia llegó y la guitarra de Fermín “Checho” Solohaga sonó alegre y melancólica a la vez. Algunos de los amigos se animaron a cantar la despedida del amigo que siempre vuelve. Ese que alguna vez armaba sonetos pegados a un ring, que no se olvida del potrero ni de Goyeneche, ni de Pugliese y Troilo. Que es el mismo de siempre, que no sólo parece serlo. 

- Sos amante de los recuerdos “Negro”...  
-“Y si, totalmente, y como dijo Borges, el hombre es memoria”, replicó con una sonrisa y se fue con la lluvia... 

Augusto Argañaraz

Ya sobre el final, les quiero pedir permiso para darme un pequeño mimo y contarles lo que un día dijo de quien modestamente escribe esta nota, Don Simon Bronenberg, el celebre jefe de redacción de la revista OK MUNDIAL.

Cuando el ringside era una vidriera  


Con los últimos coletazos de la época de oro del boxeo argentino eran diversas las emisoras porteñas que transmitían los sábados del Luna Park.
Alrededor del cuadrilátero, en la primera fila del ringside, los comentaristas con cartel reunían a su alrededor a decenas de atentos oyentes al término de la pelea de fondo.

LV3, como radio del interior, disponía de una cabina en lo alto del pullman del tradicional estadio de Corrientes y Bouchard. Una noche Rubén Torri se encuentra con la novedad que Juan Carlos Lectoure le “fabrica” un espacio al relator cordobés y al comentarista José Rodríguez junto a los grandes bonetes del periodismo argentino.

Al segundo sábado de ocupar LV3 su espacio a la vera del cuadrilátero, los fanáticos porteños se apiñaron en torno a José Ademan Rodríguez sin perder detalles de sus comentarios, olvidándose de los ilustres Ulises Barrera y Horacio García Blanco, ante la maliciosa mirada de “Tito” Lectoure. ¡¡ GRACIAS DON SIMÓN!! y el permanente recuerdo a su memoria.


 

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