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Milei, un león hervíboro en la jungla del conurbano bonaerense

OPINIÓN 11/06/2022 Macarena Ramírez*
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En la previa, la expectativa era enorme. Javier Milei desembarcaba por primera vez con un acto pretendidamente masivo en el conurbano bonaerense, un lanzamiento de su candidatura presidencial con bombos y platillos. Pero la rabia quedó contenida este viernes en el estadio de El Porvenir, en la localidad de Gerli, Lanús, ante un estadio semivacío. Los organizadores esperaban lleno total en un estadio con capacidad para 14 mil personas, pero el número de asistentes no llegó a un cuarto de lo esperado pese a los micros fletados desde la Ciudad de Buenos Aires. De todos modos, desde un escenario digno de cualquier recital de rock y teloneado por el cantante David Martínez, El Dipy, el líder libertario apuntó todos sus cañones contra “la casta”, aunque en un tono menos rabioso. En el corazón de la madre de todas las batallas, el León se volvió herbívoro.

Todo estaba preparado para que el acto en la ciudad de la Tercera sección electoral fuera la gran plataforma de lanzamiento de la candidatura presidencial. Y lo fue, aunque no como pretendían los organizadores. Un lugar con capacidad para 14 mil personas, un imponente escenario, luces, pantallas gigantes y sonido de primera calidad, micros autogestivos y la presentación del cantante de la movida tropical que también blande la bandera antipolíticos fue el escenario que se montó para el gran show del hombre que sacude la política nacional y complica a la oposición de Juntos por el Cambio.

Sin embargo, el resultado demostró que para llenar un estadio en el corazón de la Tercera hace falta más que buen marketing, (muchos) minutos de televisión, estridencias y una buena performance en plaza de la Ciudad. Milei debió dar su discurso frente a unas tres mil personas; el público presente no llegó a ocupar un cuarto del campo disponible y las tribunas quedaron completamente vacías.

La convocatoria fue para las seis de la tarde y a esa hora, en el lugar había apenas unas quinientas personas. Las horas pasaban y el panorama no cambiaba. La cancha le había quedado grande. Una cafetería contigua al campo de juego, a la que solo podían ingresar quienes tuvieran una pulsera identificatoria, se multiplicaba la pregunta: qué pasó, se preguntaban mientras tomaban café caliente en la noche gélida a la que la ausencia de gente volvía más insoportable.

Una pareja que había llegado de la comuna 13 de la Ciudad de Buenos Aires especulaba con la pronta llegada de los micros que, “evidentemente, habían calculado mal el horario”; personal de seguridad del evento analizaba que el frío les había “jugado en contra” y un referente libertario que había llegado desde Mendoza cuestionaba que un acto de tal magnitud se hubiera programado “en invierno, a la noche y un día de semana”. “Nosotros en Mendoza llevamos más gente”, despotricaba. En otra mesa, un grupo de hombres porteños tomaban nota de que “en la provincia es otra cosa”.

Afuera, un DJ pasaba música hacía ya tres horas cuando, finalmente, El Dipy subió al escenario minutos antes de las nueve de la noche. Los micros habían llegado, pero el lugar continuaba semivacío. El cantante ensayó una especie de justificativo a la poca concurrencia. Acá estamos -dijo- “pese a los diecisiete patrulleros que pusieron para que no bajen los micros”. Algo similar insinuó Milei a su turno: “Tanto frío y tantas jugadas sucias, gracias leones”, les dijo a los presentes, que en su gran mayoría eran hombres jóvenes.

El ingreso del líder libertario al escenario tuvo todos los condimentos que suelen tener sus actos. Sonó con potencia “Yo soy el león” de La Renga, volaron papelitos, y Milei cruzó el campo de juego y subió saltando al escenario. El público presente cantaba “la casta tiene miedo…” y vitoreaba “se siente, se siente, Milei presidente”.

Sin embargo, el tono de El León fue más bajo que el habitual. Hubo menos euforia, menos ira, menos saltos, aunque el discurso siguió la línea tradicional. Habló de “la casta parasitaria y chorra que nos hunde en la pobreza”. Aunque sin nombrarlo, parafraseó al juez de la Corte Suprema Carlos Rosenkrantz cuando dijo que no siempre hay un derecho detrás de una necesidad, argumentando que las necesidades son infinitas y los recursos, escasos; y aseguró que “el Estado no es la solución” sino que “es el problema”.

También tuvo frases grandilocuentes como cuando dijo que se mantienen “estoicos” frente a las calumnias, injurias e insultos porque “somos nosotros contra toda la casta”, en la que incluyó a políticos, periodistas, sindicalistas y empresarios. “Somos nosotros los que vamos a cambiar la historia”, siguió, para, finalmente, decir que tienen la “oportunidad histórica” de poner al “primer presidente libertario”.

El discurso no duró unos veinte minutos. Rápidamente, Milei dejó el lugar escoltado por varios autos, uno de ellos con luces azules, similares a la de los patrulleros de la policía. Mientras se iba, un grupo de militantes se peleaba con la seguridad, que lo retenía mientras el economista dejaba el predio. Mientras caminaban a sus autos estacionados en las inmediaciones del estadio, los asistentes seguían conversando sobre las razones del fracaso y arriban a una conclusión: en el conurbano, la rabia todavía no prende como en territorio porteño.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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