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La política del parche en el esquema vacunatorio

POLÍTICA - LA COLUMNA DE GONIO FERRARI 02/05/2021 Gonio FERRARI
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GONIO FERRARIPor GONIO FERRARI

Es entendible que en tiempos de apuros y de prisas es como si los relojes y los almanaques aceleraran su marcha inexorable para pulverizar urgencias, adormecer esperanzas o condicionar para bien o para mal la vida de cualquiera de nosotros.
   En estos luctuosos tiempos de pandemia nos queda la impresión del vértigo, de algo así como si estuvieran juntos dos o tres martes, o sábados, como si ese tiempo se hubiera ocupado de saltearlos para envejecernos sin que nos diéramos cuenta.
 
   Para aquellos rehenes de la paciencia ilimitada de esperar la prometida segunda dosis, es como si más aún se abreviaran los días porque se suman de a dos o de a tres o más, alentados por esa presunción del olvido, o de la falla administrativa, o de la mentira lisa y llana de ir postergándolos en algunas ocasiones, por ser parte de aquella generación por muchos considerada descartable y no me acusen de ser exagerado, porque de esos casos hay cifras y testimonios.
   El tema es que se plantean las dudas más extremas que van desde la falta de vacunas, las equivocaciones en los envíos, las cancelaciones de vuelos, la reprogramación del esquema vacunatorio y de otros factores conexos a esta tarea ciclópea de inmunizar a casi 45 millones de personas, de seres humanos, de prójimos, cumpliendo con los anuncios oportunos de meses atrás, para que ahora la realidad nos convenza que fueron gruesos errores o el simple y pernicioso ejercicio de la demagogia.
 
   “Mirar el rio hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, saber que nos perdemos como el río y que los otros pasan como el agua”, supo decir Jorge Luis Borges en uno de sus celebrados e históricos poemas y no es un desubique citarlo porque para muchos de los que mandan, las demoras son sólo contingencias que de ninguna manera los afectan en SU salud.
   La seriedad impone terminar con los parches y los remiendos a los que desde tiempo atrás hacemos alusión porque siguen existiendo y pocos son los que se hacen cargo de su propia responsabilidad, afirmándose en esa penosa costumbre de evitar la autocrítica y sostener que los errores siempre son ajenos.
 
   Una manera de agradecer la dura tarea de los equipos de salud, su sacrificio, su entrega, su contacto permanente con el contagio y sus consecuencias, decenas de ellas que terminaron en casos fatales, es mejorar la calidad del operativo para que nadie siquiera vuelva a pensar en un relajamiento, sino en un refuerzo en la voluntad de ser eficientes.
   Dejemos de lado todo aquello que en su momento llevó a comparaciones de tipo dinerario exponiendo lo que reciben los beneficiarios de planes, los presos en las cárceles, el festival de subsidios y los pocos pesos que se dispusieran para quienes viven más cerca de la fatalidad que de la vida, y exijamos del poder una necesaria cuota de seriedad y amplitud, especialmente a la hora de informar a un país plagado de expectativas, de miedos y de encierros.
 
   Que por favor las autoridades retomen el perdido respeto a los tiempos.
   Y que se graben en el alma esas sencillas palabras de un grande de la literatura universal como lo fue Sèspier, o mejor dicho Shakespeare para que lo entiendan todos los gobernantes: “El tiempo es un magistrado muy antiguo que más tarde o más temprano llama a todos a su tribunal”.

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