
Schiaretti comienza la era de la política
La curva de la política parece ser inversamente proporcional a la del COVID, al menos en Córdoba. A medida que la cantidad de infectados y de fallecidos por culpa del coronavirus decrece, más se incrementan las actividades de Hacemos por Córdoba de cara a recuperar la iniciativa cedida a lo largo de 2020.
POLÍTICA




La curva de la política parece ser inversamente proporcional a la del COVID, al menos en Córdoba. A medida que la cantidad de infectados y de fallecidos por culpa del coronavirus decrece, más se incrementan las actividades de Hacemos por Córdoba de cara a recuperar la iniciativa cedida a lo largo de 2020.
No se trata de un fenómeno triunfalista, pues no hay nada para festejar. Córdoba hizo lo que pudo en el manejo de la pandemia. Sus resultados no contrastan demasiado con los que, en general, se verifican en el resto del país. Solo el tiempo dirá si los esfuerzos del COE (y, en las sombras, del gobernador) por no golpear excesivamente a la actividad económica dieron algún resultado. Por lo pronto, de lo único que alguien podría ufanarse -aunque nadie lo hará- es que no faltaron camas críticas, pero tampoco en el país hizo falta negarlas a quien las necesitó. Además, es seguro que la opinión pública no se toleraría una estrategia política semejante.
El revival obedece, por lo tanto, a una mayor flexibilidad para regresar a las actividades que, durante tantos meses, le fueron negadas al oficialismo. No solo por la amenaza erga omnes que supone el Covid-19, sino porque su líder es un paciente de riesgo que debió ser aislado precautoriamente durante el período más crítico de la cuarentena. Ahora, cuando la amenaza parece ceder, Juan Schiaretti se muestra decidido a recuperar el protagonismo congelado en marzo pasado.
Ayer se mostró junto con el intendente Marín Llaryora y con su esposa, Alejandra Vigo, en la habilitación del tramo entre el puente Maldonado y la calle Remedios de Escalada ejecutada en la costanera norte de la ciudad. Juntos caminaron las seis cuadras intervenidas, dando una postal de cierta normalidad al recorrido. Como esta habrá otros eventos que, seguramente, serán protagonizados nuevamente por este terceto.
Las razones son bastante intuitivas. Debido a las inimaginables decisiones tomadas respecto de la UTA primero y luego del SUOEM, Llaryora se ha granjeado el respeto de buena parte de la comunidad política y, fundamentalmente, de los vecinos de la ciudad de Córdoba. Esto significa que ha avanzado varios casilleros hacia el 2023, cuando deberá discutirse la sucesión de Schiaretti. El vicegobernador Manuel Calvo, otro de los aspirantes a la gobernación, quedó opacado por el protagonismo ganado por el sanfrancisqueño, quien ha ido de menos a más en cuanto a su gestión.
Vigo, por su parte, no oculta que es la elegida para dar la batalla por las bancas al Senado que la provincia renovará el próximo año. No solo porque es una persona de extrema confianza del gobernador (lo cual es obvio) sino porque, además, Schiaretti necesita contar con una pata nacional cuando deba entregar los atributos del mando a quien resulte su sucesor. La actual diputada es una suerte de elección natural para proyectar su influencia en el congreso y la Casa Rosada.
Existen, asimismo, algunos hitos próximos que requieren de acciones proselitistas en un contexto difícil. El 29 de noviembre, Río Cuarto celebrará sus postergadas elecciones municipales y otro tanto hará Despeñaderos el 13 de diciembre. En la capital alterna de la provincia el actual intendente, Juan Manuel Llamosas, parece tener todas las de ganar, aunque el referente de Juntos por el Cambio, Gabriel Abrile, asegura que es él quien está adelante y no el peronista. No obstante que ningún candidato reconocerá jamás que va perdiendo, especialmente si es el retador, dentro del oficialismo han surgido algunas dudas sobre la irreversibilidad de la victoria de Llamosas.
Esto podría tener alguna lógica. No han sido buenos tiempos para quienes deben ejercer roles ejecutivos, un condicionante que roza también al Lord Mayor de aquella ciudad. Por otro lado, la marca de Juntos por el Cambio, lejos de debilitarse, se ha fortalecido a nivel nacional, una ventaja que podría extenderse a los titulares de sus diferentes franquicias territoriales. Para frutilla del postre, las encuestas sufren de una salud muy pobre, casi sin aciertos en ningún lugar del mundo, por lo cual muchos de sus consumidores -entre los que se cuenta el gobernador- deben procesar sus predicciones con algún escepticismo.
Si se considera que haber perdido la pequeña localidad de Morrison el pasado domingo fue sentido en el Centro Cívico como una catástrofe, resulta sencillo adivinar lo que sucedería si tal cosa ocurriera con el imperio del sur. Esto explica que, a diferencia de anteriores flexibilizaciones, sea ahora el gobernador quien anuncie las buenas nuevas, por caso, que habrá temporada turística en Córdoba y que esta intentará ser todo lo normal que las circunstancias permitan.
El turismo es una de las economías provinciales más importantes y, aunque en el caso de Río Cuarto la roce tangencialmente, es una excelente manera de informar a sus vecinos de que el elenco gobernante sigue activo y que Llamosas es parte del mismo proyecto. Con Schiaretti otra vez en acción, se supone que cualquier contratiempo que haya sufrido en la opinión pública podrá ser exorcizado.
Algunos analistas suponen que, dentro del tablero de la partida de ajedrez que se juega en el sur, el reciente voto de los diputados de Hacemos por Córdoba a favor del polémico impuesto a la riqueza jugará en contra del candidato oficialista. Si se toma en cuenta la composición sociológica de Río Cuarto, puede que esta prevención tenga algún asidero.
No obstante, también puede ser un riesgo calculado. Schiaretti considera que este impuesto jamás será aplicado. No porque el presidente se arrepienta o cosa por el estilo, sino porque será frenado en la justicia. La gabela tiene suficientes inconsistencias para que esto suceda. Además, los votos de sus legisladores no eran determinantes para la votación. Máximo Kirchner se había asegurado el número suficiente de apoyos con prescindencia de lo que hicieran los cordobeses. Votar en contra hubiera significado alejarse aun más de Alberto Fernández cuando todavía no está claro lo que sucederá con las cuentas provinciales, entre otras cuestiones que el coronavirus dejará expuestas.
Por otra parte, y en sentido contrario, el gobernador sigue dando muestras de independencia. Esta semana tampoco firmó una nueva carta de apoyo al presidente por el tema de la coparticipación, replicando la negativa de septiembre pasado en ocasión de la disputa por este asunto con la ciudad de Buenos Aires. Continúa negándose a avalar los cambios en la justicia que ya tienen media sanción en el Senado, a sabiendas que los diputados que controla son claves para su aprobación en la Cámara baja. Así, mientras apuesta a que el impuesto de Máximo no se aplique, finalmente, sobre sus electores provinciales, los lisonjea a cambio con temas próximos al concepto republicano que campea en la provincia. Es un equilibrio delicado, que viene practicando casi desde el inicio su tercer mandato y que, hasta ahora, lo ha mantenido indemne de las represalias nacionales. Habrá que ver si también resultan gratos a quienes habrán de votar en las venideras legislativas, cuando la pandemia haya dado paso, definitivamente, a la política.
Fuente: Alfil Diario. Por Pablo Esteban Dávila





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