
Números que no convencen al mercado: por qué el riesgo país sigue alto pese al superávit
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- Brasil combina déficit y alta deuda con bajo riesgo país gracias a su fuerte nivel de reservas.
- Argentina muestra superávit fiscal y financiero, pero sufre un riesgo país elevado por escasez de reservas.
- La deuda argentina es menor que la brasileña y los pagos de intereses son manejables.
- El principal problema argentino es la falta de confianza, producto de antecedentes negativos.
- La mejora fiscal aún no se traduce en mejores valuaciones de bonos.
- Reforzar reservas y credibilidad es clave para reducir el riesgo país y mejorar el acceso al financiamiento.
La comparación entre Argentina y Brasil en materia fiscal y financiera deja al descubierto una de las paradojas más llamativas del escenario regional. Mientras el país vecino exhibe un elevado déficit financiero y una deuda considerablemente mayor, su riesgo país se mantiene en niveles bajos. Argentina, en cambio, muestra superávit fiscal y financiero, pero continúa castigada por los mercados con una prima de riesgo significativamente más alta. La explicación de esta asimetría obliga a mirar más allá de los números corrientes y adentrarse en la historia, la confianza y el peso del pasado.
Brasil presenta un déficit fiscal primario del 0,5% del PBI y paga intereses de deuda equivalentes al 8% del producto, lo que arroja un resultado financiero negativo del 8,5% del PBI. Aun así, su riesgo país se ubica en torno a los 164 puntos. La clave de esa calma relativa está en el respaldo que ofrecen sus reservas internacionales, que alcanzan los 360.600 millones de dólares, equivalentes al 15% del PBI. Ese stock funciona como un verdadero escudo frente a eventuales tensiones financieras.
Argentina muestra el cuadro inverso. Registra un superávit fiscal del 1,7% del PBI y paga intereses por apenas 1,3%, lo que le permite cerrar con un resultado financiero positivo del 0,4% del producto. Sin embargo, las reservas suman unos 42.000 millones de dólares, apenas el 6,4% del PBI, y el riesgo país se ubica cerca de los 568 puntos. Es decir, flujos ordenados pero un stock débil, que el mercado interpreta como una señal de vulnerabilidad.
Este contraste abre un interrogante central: ¿por qué un país con mejores resultados fiscales paga tanto más caro su financiamiento? Parte de la respuesta está en el historial crediticio argentino. A diferencia de Brasil, que ha mantenido una conducta previsible en el largo plazo, Argentina arrastra una sucesión de defaults, reestructuraciones y cambios de reglas que deterioraron su credibilidad. Aun con números positivos, el mercado exige una prima adicional por el riesgo percibido.
El análisis de la deuda refuerza esta idea. La deuda total argentina asciende a unos 465.353 millones de dólares, equivalentes al 66,1% del PBI. La deuda exigible representa el 36,6% del producto y, si se considera solo la deuda con privados, excluyendo al FMI y a organismos multilaterales, el ratio baja al 23% del PBI. El pago anual de intereses ronda los 8.000 millones de dólares, una cifra manejable en términos macroeconómicos.
Brasil, en contraste, tiene un stock de deuda cercano a los 1,77 billones de dólares, equivalente al 78,6% del PBI. Su endeudamiento supera ampliamente al argentino y representa casi cinco veces su nivel de reservas y cerca de seis veces el valor de sus exportaciones. Aun así, la confianza del mercado le permite financiarse a costos sensiblemente menores.
La diferencia, entonces, no parece estar en la solvencia inmediata, sino en la percepción. Argentina no enfrenta hoy un problema de deuda, sino de confianza. Los errores del pasado pesan más que los logros recientes y explican por qué los bonos soberanos cotizan en niveles deprimidos, a pesar de que los flujos fiscales muestran una mejora inédita en la región.
Hacia adelante, el panorama presenta algunos factores que podrían contribuir a una reducción del riesgo país. En el corto plazo, el Tesoro enfrenta un vencimiento de bonos por unos 4.300 millones de dólares, de los cuales 3.700 millones corresponden al sector privado. Buena parte de esos fondos ya está disponible, lo que despeja temores inmediatos de incumplimiento.
Además, la aprobación del Presupuesto 2026, la implementación de la ley de Inocencia Fiscal, un eventual acceso a financiamiento de largo plazo y la firma de acuerdos comerciales estratégicos aparecen como señales capaces de reforzar las reservas y mejorar la percepción de riesgo. Si esas condiciones se consolidan, el castigo que hoy reflejan los precios de los bonos podría empezar a revertirse.
En ese contexto, el desafío central para Argentina no es solo sostener el orden fiscal, sino reconstruir credibilidad. Solo así los números dejarán de ser leídos con desconfianza y el riesgo país comenzará a converger hacia niveles más acordes con su situación financiera actual.





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