
Por Juan Palos
Este martes, el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, anunció cambios significativos en el gabinete, destacando la creación del Ministerio de Relacionamiento con la Comunidad, liderado por el diputado electo Miguel Siciliano. Sorprendentemente, Siciliano ha decidido no asumir su banca como diputado nacional para tomar las riendas de este nuevo ministerio durante los dos años que restan del mandato de Llaryora.
Siciliano, un actor relevante del peronismo cordobés y miembro de una nueva generación de líderes políticos, había aspirado a ser intendente de Córdoba, aunque su nivel de popularidad no fue suficiente para competir con éxito en las elecciones de 2023. En su lugar, el actual intendente es Daniel Passerini. Esta rápida escalera política de Siciliano genera, sin duda, interrogantes sobre las verdaderas intenciones detrás de su nombramiento.
La creación de este ministerio parece estar diseñada estratégicamente para construir una candidatura a intendente en el futuro. A pesar de que la posibilidad de que Siciliano aspire al cargo se definirá en un año y medio, ya cuenta con un ministerio y recursos para gestionar y comenzar a consolidar su imagen política. Este movimiento no es meramente administrativo; es una jugada política con miras al futuro del peronismo en Córdoba.
El peronismo enfrenta un escenario complicado a raíz de su reciente derrota en las elecciones del 26 de octubre, donde la gestión provincial y municipal fue uno de los principales puntos débiles. Con el 40% de la población viviendo en Córdoba y una circulación superior al 60% en el Gran Córdoba, la situación se torna aún más crucial. En este contexto, la decisión de Llaryora de posicionar a Siciliano en un rol tan visible está claramente dirigida a revitalizar el apoyo del electorado y fortalecer la base política para su reelección en 2027.
El desafío que enfrenta Llaryora es monumental, y la elección de Siciliano, que proviene del kirchnerismo pero tiene sus raíces en el peronismo, busca facilitar una reconstrucción política tras los resultados adversos. A pesar de que Siciliano ha alcanzado un nivel de reconocimiento dentro del peronismo, este no se traduce aún en popularidad entre los ciudadanos.
Esta situación representa una gran oportunidad para Siciliano, quien deberá demostrar su capacidad para conectar con la ciudadanía. La inquietud de los políticos por la posibilidad de un cambio de gobierno en 2027 ya empieza a manifestarse, y aunque los ciudadanos tal vez no lo perciban aún, la preocupación se siente en el ambiente político. La gestión de Llaryora y la estrategia de Siciliano serán determinantes en la dinámica electoral de los próximos años.








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