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Bolivia se encuentra en medio de una crisis ambiental alarmante, caracterizada por incendios forestales que han consumido más de 12 millones de hectáreas en 2024, una superficie equivalente a Nicaragua. El país ocupa el segundo lugar mundial en pérdida de bosques primarios. Además, estudios recientes destacan altos niveles de contaminación por mercurio en ríos, así como la presión ejercida por actividades ilegales en áreas protegidas y un creciente mercado especulativo de tierras.

A pesar de esta situación crítica, la conservación ambiental no fue un tema central en las recientes elecciones nacionales, donde predominó el enfoque en la recuperación de la economía tras la caída de la industria de hidrocarburos. Las propuestas gubernamentales coincidieron en la necesidad de créditos, inversiones extranjeras y ajustes en el gasto público, siguiendo un modelo histórico de explotación de recursos naturales seguido de crisis económicas.

El nuevo gobierno de Rodrigo Paz ha puesto énfasis en el impulso de la agroindustria y en la venta de bonos de carbono, con la proyección de captar 25,000 millones de dólares en dos décadas. Sin embargo, este optimismo es cuestionado por su volatilidad en el mercado y la falta de regulación en Bolivia.

Cecilia Requena, diputada y activista ambiental, expresa su preocupación por el enfoque actual en la conservación, que califica como “mixto”. Aunque el discurso oficial menciona una “economía verde”, la práctica sugiere un conflicto de interés, dado que Paz nombró a Oscar Mario Justiniano, un empresario del sector agroindustrial, como ministro de Medioambiente.

El nuevo enfoque ambiental parece priorizar una perspectiva mercantilista. Justiniano afirmó en una entrevista que los ministerios deben generar recursos, en lugar de solo gastar presupuesto. Requena advierte que la conservación no puede ser tratada únicamente como un negocio.

El economista Stasiek Czaplicki critica esta lógica y sostiene que favorece intereses económicos por encima del bienestar ambiental. Según expertos, el fin del ciclo del Movimiento Al Socialismo (MAS) podría ser una oportunidad para implementar un modelo sostenible que contemple cambio de matriz energética y minería responsable.

No obstante, el analista político Carlos Saavedra se muestra pesimista, argumentando que los asuntos ambientales pasarán a un segundo plano ante la urgencia de generar divisas. La falta de control sobre actividades ilegales, como la minería del oro, es otro de los desafíos que enfrenta el país.

A pesar del daño acumulado, Requena sostiene que el presidente Paz aún puede hacer la diferencia, abogando por cambios profundos en la visión de la conservación ambiental en Bolivia.

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