Vladimir Putin no tiene ningún plan para ganar en Ucrania

INTERNACIONALESAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
SICT3X25KVGPBEGUOPQT4N33O4

El 10 de junio de 2026, los combates entre Rusia y Ucrania habrán durado más que la Primera Guerra Mundial. Aquel conflicto también debía haber terminado en pocas semanas. Al igual que en Ucrania, la lucha se estancó y el alto mando malgastó vidas humanas en un asalto condenado al fracaso tras otro. En agosto de 1918, los aliados emplearon nuevas tácticas para romper las líneas alemanas. Hoy, por el contrario, Ucrania no se rendirá y Rusia no sabe cómo ganar.

 
Incluso en una dictadura, un líder sin una estrategia de victoria se busca problemas. Como bien aprendió el zar Nicolás II en la Primera Guerra Mundial, tarde o temprano habrá consecuencias. Cuanto más vidas rusas desperdicie Putin hoy, mayor será la crisis que enfrentará mañana.

 
El problema fundamental del señor Putin radica en su incapacidad para derrotar a Ucrania en el campo de batalla. La ofensiva del verano de 2025 —la tercera y más ambiciosa— ha sido un rotundo fracaso. La táctica rusa consiste en enviar pequeños grupos de hombres a la zona de guerra. Sin embargo, si algunos logran penetrar las líneas enemigas, el resto no puede aprovechar su avance. En cuanto se agrupan, son aniquilados.

 
Las cifras cuentan esta terrible historia. En el año hasta mediados de octubre, las bajas rusas aumentaron casi un 60%, situándose entre 984.000 y 1.438.000. El número de muertos se sitúa ahora entre 190.000 y 480.000. Quizás mueren cinco soldados rusos por cada ucraniano. Y, sin embargo, durante el verano, los ejércitos del Sr. Putin no lograron tomar ni una sola gran ciudad. Rusia avanza, pero para ocupar las cuatro óblasts que reclama como propias necesitaría cinco años más. Si la matanza continúa al ritmo de 2025, el total de bajas rusas alcanzará casi los 4 millones.

 
Esa falta de progreso explica por qué el Sr. Putin también está atacando ciudades e infraestructura ucranianas. Su objetivo es convertir zonas de Ucrania en inhabitables y minar la moral. Rusia ha comenzado a hablar del devastador invierno que se avecina. Nadie debería minimizar el sufrimiento de los ucranianos, pero atacar a civiles rara vez provoca el colapso de un país. La gente ya sabe que Rusia es implacable. Cada misil que impacta contra un objetivo civil no hace sino subrayar cuánto tienen que perder si el Sr. Putin se impone.

 
En cambio, los ataques aéreos de Ucrania en territorio ruso podrían cambiar algunas opiniones. Las encuestas indican que el 70% de los rusos apoya la guerra. Quizás solo uno de cada cinco sea un ferviente defensor. El resto opta por la vía fácil de ignorar lo que sucede. Pero al atacar la infraestructura petrolera y los aeropuertos en un contexto de desaceleración económica y recortes presupuestarios, Ucrania podría obligar a los rusos a afrontar la realidad.

Putin también esperaba que el presidente estadounidense, Donald Trump, inclinara la balanza a su favor. Al retirar el apoyo vital de Estados Unidos —en particular, en materia de inteligencia y defensa aérea—, Trump podría imponer una paz precaria a Ucrania. A principios de 2025, intentó hacerlo brevemente.

Sin embargo, esas tácticas ya no parecen probables. El pacificador de la Casa Blanca sigue mostrando una actitud ambivalente hacia el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, a quien detesta. Pero ahora Europa está pagando las facturas de Ucrania, neutralizando así la principal queja de MAGA : que Estados Unidos estaba siendo explotado. Y el Sr. Trump parece haber llegado a la conclusión de que abandonar a Ucrania a su suerte arruinaría su aspiración de convertirse en un estadista merecedor del Premio Nobel. En octubre incluso impuso sanciones a Lukoil y Rosneft, dos compañías petroleras rusas.

Por último, es posible que Putin espere que la determinación europea se desmorone. Los fondos que Ucrania necesita para seguir luchando se agotarán en febrero. La perspectiva de gobiernos populistas menos hostiles al Kremlin ya se cierne sobre el continente. Una Europa dividida y disfuncional tendrá dificultades para brindar a Ucrania el apoyo a largo plazo que necesita para prosperar una vez que cesen los combates.

Pero eso no equivale a abandonar a Ucrania en plena batalla. La idea de que Ucrania es clave para la seguridad europea es irrefutable. Si Kiev cae, Putin controlará el mayor ejército de Europa y una formidable industria armamentística. Se está trabajando en la creación de un mecanismo de financiación plurianual creíble que va más allá de la incautación de activos rusos. Si tiene éxito, Putin sabrá que la economía ucraniana puede sobrevivir a la rusa.

Algunos creen que el presidente ruso debe creer que el tiempo juega a su favor, o ya habría solicitado la paz. Sin embargo, la lección de Vietnam, Afganistán e Irak es que los líderes se aferran al poder con la esperanza de que algo —lo que sea— surja. Así pues, es probable que Putin continúe la guerra en 2026, esperando a que sus generales encuentren una nueva forma de hacer la guerra, a que Ucrania se quede sin hombres, a que el gobierno de Zelensky colapse o a que Trump o Europa pierdan la paciencia.

Pero si nada de esto sucede, el señor Putin se enfrentará a una terrible crisis. Rusia ha hipotecado su economía, presionado a Finlandia y Suecia para que se unieran a la OTAN, se ha subordinado a China y ha diezmado a una generación de jóvenes. ¿Y para qué? En el momento en que esta pregunta salga de los labios de los rusos, el mundo se enfrentará a un nuevo peligro. El señor Putin podría aceptar la derrota en el extranjero e imponer el terror en casa. O podría intensificar la violencia.

CON INFORMACION DE INFOBAE.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto