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Estas hermosas fiestas de fin de año son una "cagada", por ello hoy les quiero hablar del "pedo"

PARA LEER EN PANTUFLAS José Ademan RODRÍGUEZ
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jose ademanPor José Ademan RODRÍGUEZ

En principio quiero que sepan que estas fiestas de fin de año son la época del año que más detesto, es cuando más se ve la falsedad humana, cuando las miserias aparecen y los seres humanos nos convertimos literalmente en idiotas. No debe haber más discusiones en el año que en estos días, seguramente muchos divorcios tienen origen un 24 de diciembre o 31, no tengan la menor duda. La taradez comienza los últimos días de Noviembre, la discusión siempre es la misma, o la pasamos con mi mamá o la pasamos con tus padres, si viene o no la tía ladrona o si invitamos a tu primo el que nos cagó en guita y nunca nos devolvió un mango. Podríamos hacer varios libros sobre los motivos de discusión para la fecha de las fiestas, por eso estoy convencido que las mismas son una verdadera y auténtica cagada. Como el pedo es el germen de la "cagada", hoy les voy a hablar de ese hermoso gas que producimos los seres humanos y despedimos con tantas ganas, siempre haciendo la salvedad que el "pedo" es un ser único, solo disfrutado por el autor del mismo y a la vez vapuleado por el resto de la sociedad. 

Pero antes de ir concretamente al tema que nos ocupa, el pedo, quiero volver a la cagada que son las fiestas, y por ello elegí este antológico cuento del maestro Don Luis Landriscina, que con la capacidad que solo él tiene, describió lo que son las fiestas para la gente.

Aprovecho para desearles que tengan el mejor de los años, que sea mejor que el que se va y que sigan haciendo cagadas, no sin antes tirarse un buen pedo, hacer "sabanita" y disfrutarlo lo máximo posible.

Ustedes se preguntarán cómo los pedos (simple expresión fisiológica del cuerpo) pueden tener tanta selectividad para detectar cosas tan celosamente guardadas como el egoísmo y la insolidaridad.

Siempre creí en las cábalas, con más rigor, en los números cabalísticos: para redondear el mundo, Dios empleó 7 días, 7 también los colores del espectro, 7 es la rotura del pantalón (que siempre se rompe en situaciones importantes; como robar frutas o salir echando leches porque te descubrió el marido), 7 las maravillas del mundo, 7 son los caminos para llegar a Castellet, el 7 del revés es la L de libertad, según el profeta luego de 7 años de vacas gordas vendrán otros 7 de vacas flacas y 7 son los pedos sucesivos que según dice el Orá-culo provocan el cambio de pareja (con la salvedad que el último debe ser dedicado). 

Una noche, los descerrajé, malparida, no sin antes agotar la dialéctica de los 7. Tenía en mente 7 ideas esenciales para decirle a mi ex, algo así como un heptálogo, que lo de logo aporta solemnidad. Pero no, como casi siempre ocurre en las parejas, me las guardé. No obstante, porque las cosas que se guardan hacen más daño, salieron al fin por otro “lado”, en forma de 7 sonoras ventosidades. ¡Pedos, pedos! (Por cierto, ¿nunca se preguntaron qué nombre tendrían de acuerdo con su sonido? Pruebas al viento: un viento amariconado con timbre de violín sonaría a Keviiiiiiin, Luiiiiiiiis, como un pedo disimulado de visita de novia; en cambio, un pedo con personalidad, grave, tronante y tonante, pedo machazo, de locro, estofado o fabada asturiana, por debajo de todos los decibelios se llamaría RRRAMÓN). De esta última forma los exhalé, de lo cual luego me arrepentí, podría haberle provocado Rinitis o Enfisema Pulmonar, ya que se trataban de verdaderas bombas químicas, con sus respectivos daños colaterales. Al punto que si un tipo está apolillando, se despierta excitado en el acto. Y si está sobre-excitado, lo duerme. 

Aquí se pone en juego el hecho diferente. Al margen del fundamental que es el pedo. 
La gente es consciente de que la mayoría atiende a sus placeres, y les resultan más intensos gozándolos a costa de un "desdichado", pues el argentino en general vive la embriaguez de creer que somos un arquetipo europeo por sangre con hábitos americanos. Atlético, fornido, alto y rubio, a ser posible; somos despectivos con el que es bajito, o bizco o lisiado. Y al ver a un discapacitado físico hacemos más firme nuestro paso, como si apoyáramos nuestras flaquezas en los que se apoyan en muletas, para destacar nuestra plenitud. Y se indignan con los vicios de los otros. Hay que satanizar a los demás creyendo que ellos son sólo ángeles de carita un poco sucia. 

Eso lo tengo claro desde mi niñez de catequesis: el padre Juan me enseñó que había que ganarse los caramelos, sin arrebatarlos del suelo cuando son lanzados al aire durante las cabalgatas de Reyes (un clásico en Cataluña, pero precisamente, tanto los reyes y a veces autoridades de ayuntamientos arrojan al aire puñales de caramelos, tirados al azar como si fueran pedradas, para arrebatarlos del suelo, con cara de desprecio caritativo, como si fueran donaciones oficiales; grosera manera de regalarles caramelos a los niños, que obligan a la genuflexión, una irrespetuosidad para con la inocencia de los críos, con total falta de elegancia y señorío. Todos lo aceptan con alegría, solo unos pocos padres son conscientes de la demagogia y la vergüenza que implica este hecho populachero.
Al igual que las ayudas limosnas que en el Tercer Mundo tiran desde el aire, como a animales, los países pudientes. Los mismos que les venden sus excedentes de armas, para que se maten a balazos de muerte rápida, misiles y bombas B1, B2 y hasta la B12, pero no confundirse, no se trata de tiamina, piridoxina ni cobalamina. 

En un diario de Córdoba, hace cosa de unos años, se mencionaba que a una parejita de discapacitados se le impidió entrar en un boliche bailable del Cerro de las Rosas, con argumentos claramente discriminatorios, a pesar que desde 1993 existe una ordenanza que prohíbe discriminar el ingreso a boliches por razones de raza, religión, sexo, social, física, etc, etc, etc. Se sabe de discotecas de la Recoleta en Buenos Aires donde no dejan entrar a los “morochitos” de las provincias, que son los primeros que mandaron a la guerra de las Malvinas a un suicidio-inmolación por los “altos y sagrados intereses de la patria”, impregnando de honor y gloria militar a los que no la afrontaron (los oficiales). Pero todo se compensa. A veces somos tan caritativos que al darle una moneda al cojo que nos abre la puerta del taxi pensamos que Dios nos premiará por "tanta bondad"; y sólo es cínica beneficencia.

Hay una que es más aborrecible, la de los comehostias que viven cerca de Dios, pero de espaldas a él.

Son los de la beneficencia mal entendida, ésos de la limosna organizada, la dádiva de las "damas de beneficencia" que seguro las dan para atenuar sus culpas y acallar sus conciencias, corporaciones de mujeres ''bien'' que siempre les dan tartas de chocolates a los pobres para dulcificarles la pobreza y así habrán más pobres gordos y así más probabilidad que se mueran rápido.
Tampoco es válida la fantochada publicitaria tan en boga: ''para estas navidades ponga un pobre en su mesa'' (pero con barbijo y revacunado).

Volviendo a las flatulencias o gases digestivos, siempre van colgados de la burla facilonga, como decir que ''estamos de pedo'', que el pedo es el mensaje al culo que anuncia la llegada de un regia cagada. ¡Qué sensación de alivio al exhalarlo! Es como un pedo salvador... En algunos baños de Córdoba es común ver escrito ''En este lugar tan sagrado, donde viene tanta gente, hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente''. Y qué hermosa satisfacción en invierno ante un pedo mudo, agitar las sábanas y colchas para absorberlo con fruición, ni les cuento... una delicia.

Así también al empleado sometido y débil de carácter, le decimos ''sábana de abajo'', porque siempre lo cagan a pedos.
O decir que uno es más falso que pedo de diarrea... También están los pedos vaginales de la mujer durante el acto sexual.

Siempre les aconsejo a mis amigos cuando vayan a salir un sábado a la noche, que antes de ir a cenar, ¡vayan a culiar! , porque hay otro estorbo fétido: la halitosis. Cuidado con los besos y los restos de comida que van disimulados con los vinos, el postre y los caramelitos de menta del amueblado, sobre todo de carne (proteína) que finaliza a la media hora transformada en putrescina y cadaverina...
Entonces la solución: primero a culiar y luego a cenar. Así de simple.

Tengan cuidado con los tipos de besos que van a dar con la calentura pasional, porque a veces es mejor un beso negro (ocotal) que uno en la boca (y comerse los restos putrefactos de la comida del otro). 

¡Ojo con los besos! Que hoy día son, a veces, regalos envenenados. Es más, creo más factible el contagio por vía bucal que por vía genital en contactos heterosexuales.

Algún día la ciencia dará razón a lo que vengo sosteniendo hará unos diez años: Irresponsablemente, las autoridades sanitarias en sus campañas de prevención han dicho: “El beso no contagia”. What’s the kiss? Nadie explicó las diferentes categorías, gradaciones, índoles, estilos, formas, maneras, conceptos, durabilidad, intensidad, etc., etc., etc. de los besos. Si es:
    - casto o desenfrenado
    - diplomático o salvaje
    - tenue o lascivo
    - epidérmico o labial
    - linguo-dento-mucoso (beso carroñero), en su expresión amatoria más enfebrecida, con mordisco incluido y fricción prolongada de lenguas, cual si fueran un torbellino humectante y devastador, que provocan erosiones, cortes, llagas, micro ulceraciones, etc. con pequeñas hemorragias, imperceptibles a los que se han entregado a ese acto que puede llegar a la enajenación y aturdimiento con total desconexión de lo que son los mecanismos de preservación y autocontrol. 
¡No lo tomen en broma! Es un concepto médico. Ya me lo van a agradecer.

También, hay profesionales del pedo, los ‘’pedómanos’’, que en los antiguos cabarets de Francia, hacían del pedo un ''arte''. ¡Estos franceses! O los pedos de precisión como aquel que decía: ‘’En la puerta del orto tenía un piojo / me tiré un pedo y le arranqué un ojo!’’

Y como nos molestan y nos irritan hasta la intolerancia y la repulsa, los hechos diferentes, hasta criminalizar una simple liberación de gas del sistema digestivo. Se trata del rechazo abierto hacia el otro, así sean padres, hijos, hermanos, amigos.
Francisco de Quevedo escribió sobre las ''gracias y desgracias del ojo del culo'' y su escatología subsidiaria cual un retrogusto pleno de barbarie anal y el olor fétido con intentos incomodos de negar la autoría. El hombre no sabe convivir y aceptar que la mayoría se tira catorce a veinte pedos al día. El pedo se esconde, se camufla y se ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatorio, que indigno de él. Todo un orgullo pedorreico. Como aquellos pedos que raja la tierra como si fuera un jubileo anal o de jocosa artillería, para diferenciarlos del pedo de visita que se disimula en una visita a la novia, por ejemplo.
Después de todo, un flato o pedo es tan natural como al cielo tener estrellas, máxime si comemos alubias, lentejas, porotos, repollo, brócoli, pero, sobre todo, las carnes rojas que provocan un tufo repugnante.
O el de ese negro que, en Córdoba, subió a un colectivo y emitió un pedo mudo, era tal la fetidez que los pasajeros migraron hacia la parte trasera como si fueran a tirar un córner... y el negro les gritó: ''No les mezquinen nari'... que hay pa' todos!"

 La verdadera solidaridad hay que empezarla por casa, si hasta aspiramos con deleite el perfume de nuestros propios gases y nos da repulsión el hedor de los pedos de los demás. El pedo es la afirmación catabólica más profunda del "yo", el pedo no miente, es una grave confesión de pensamientos previos a su lanzamiento, mezcla sabores y hace mierda el mejor tecnicismo culinario; la prueba de que uno existe (a pesar de la opinión de los estreñidos). 

El pedo de uno es “SU PEDO”, “SU HIJO ÚNICO”, el aroma más dilecto, la evasión más relajante, simple gas que demuestra que la prédica de la igualdad y la tolerancia para con el prójimo son palabras “gasificadas” o “evanescentes”, de lo cual se puede deducir que la vulgar exhalación de un pedo puede servir de base para cualquier tratado escatológico del egoísmo humano. ¡Aunque hay algunos arrogantes “de cogote estirado”, que tal vez lo sean para no oler su propia bosta! Fernando Pessoa, en un poema, resaltó: “En el fondo, nunca amamos a nadie, amamos la idea que tenemos de alguien, es decir, a nosotros mismos”. ¿Vieron? Encaja justo con lo del pedo.

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