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Bilardismo parlamentario: Javier Milei se aferra al tercio para blindar vetos

OPINIÓN Mauricio Cantando*
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Javier Milei hizo llegar una frase a sus referentes en el Congreso que, cuanto menos, los desorientó: a este Gobierno, dijo, ya no le hacen falta leyes. A su entender, la reforma fiscal y la ley Bases son suficientes para llevar adelante su gestión y cualquier norma que surja será complementaria.

Con ese diagnóstico, el Presidente se conforma con garantizar un tercio de la Cámara de Diputados para vetar eventuales leyes incómodas sancionadas por la oposición, un objetivo fácil de conseguir si sostiene su alianza con el PRO hasta el final de su mandato. Ese acuerdo, además, es clave para buscar una victoria en la provincia de Buenos Aires, el otro gran desafío para las elecciones legislativas de 2025.

Llegar a una mayoría propia en alguna cámara será imposible para el oficialismo, por lo que garantizar la tercera parte de los recintos es el único plan. “Sin los 129 del cuórum, tener 90 diputados o 120 es lo mismo. La clave es consolidar un núcleo duro para polarizar y vetar leyes de la oposición". explica uno de los estrategas del Gobierno en el parlamento.

Los pronósticos electorales que maneja La Libertad Avanza son auspiciosos. Encuestas en mano, calcula que el bloque de Diputados crecerá de 39 a 71 bancas. Sólo una elección muy buena del oficialismo en las provincias grandes podría acercarlo a 86 votos, lo necesario para blindar un veto. La expectativa es superar esa cifra con resabios del PRO y el aporte de alternativas dialoguistas que ganen bancas. La UCR tiene un rol central.

El secreto para alcanzar estos números está en el norte del país, donde la imagen de Milei no cae. En Unión por la Patria se indignan. Recuerdan que, a esta altura de su gobierno, Mauricio Macri medía 15 puntos menos que el libertario en esa región.

Para la sanción de alguna ley que requiera, como los presupuestos, Milei apuesta a medir las necesidades de los gobernadores, una tarea a cargo de su jefe de Gabinete y ministro del Interior, Guillermo Francos, quien tiene un semáforo en su despacho para identificar a mandatarios amigos, aliados eventuales y rivales eternos.

Javier Milei y la UCR

El plan de dividir el Congreso entre izquierda y derecha, sin importar quién tenga mayoría simple, explica el festejo libertario por la ruptura del bloque de la UCR en Diputados, que Martín Menem alentó con una invitación a la Casa Rosada a los cinco radicales que resistieron un intento de expulsión. Finalmente. Hubo una mayoría que los sostuvo.

La UCR, como sello, puede ayudar a Milei si gana bancas en algunas provincias y las aporta al tercio vetador. Por eso la jugada de los radicales violetas (Martín Arjol, Luis Picat, Mariano Campero, Federico Tournier y Pablo Cervi), guionada desde Balcarce 50, fue resistir adentro del bloque y empujar a que hagan rancho aparte los referentes de Evolución (La línea de Martín Lousteau) y Facundo Manes. En el relato libertario, estos últimos serán nuevos aliados K a los que ningún radical debería acercarse. La campaña digital ya se inició y Menem busca contener a seis radicales que se quedaron en el bloque oficial a desgano.

Córdoba es un caso claro del plan que Milei tiene con la UCR. Si el radicalismo no se integra a la alianza LLA-PRO y juega por afuera, podría robar alguna banca de las nueve que se ponen en juego y se convertiría en una colectora oficialista en las sombras. Con el oficialismo local en la cancha, UP estaría en riesgo de no poder retener el único escaño que arriesga.

Ese sería el juego libertario y podría repetirse en otras provincias, como aquellas en las que gobierna la UCR y puede haber una elección de tercios. Un pacto para evitar golpes bajos alcanzaría para simular una competencia que dejara afuera al peronismo.

Plan Buenos Aires

La otra meta de la elección de 2025 que tiene Milei -la más difícil de alcanzar- es ganar la provincia de Buenos Aires, al menos por un voto, aunque eso no signifique sumar bancas. Es una cuestión comunicacional: una derrota potenciaría al gobernador Axel Kicillof y sería un signo de debilidad para el Gobierno.

Aun con partido propio, Karina Milei necesita una alianza amplia en Buenos Aires y está dispuesta a repartir lugares en la lista que encabezará José Luis Espert, quien empezó la campaña anticipada en La Matanza con un corte de cintas a la clausura en un predio alquilado por Mercado Libre.

Con un piso de 15 bancas a ganar por el oficialismo -la cantidad que obtuvieron FDT y JxC en 2021, cuando otras cinco se distribuyeron en otras fuerzas-, Karina podría ubicar a su tropa en los primeros ocho lugares y lotear el resto entre facciones aliadas. Tal vez el PRO tenga algún casillero entre los primeros cinco, que salen en la boleta. No más.

El PRO no puede quedar fuera de un acuerdo electoral. Por eso, la hermana del Presidente aceptó un acercamiento a Mauricio Macri, aunque seguirá raspándolo en la Legislatura porteña.

Para apaciguar, Milei le abrió lugares al PRO en el gabinete y empuja sin mucho entusiasmo los proyectos de los diputados amarillos, como ficha limpia -prohibición de candidaturas a condenados por corrupción- o facilidades para el voto de residentes en el exterior. No puede hacer demasiado para que prosperen si no hay mayoría para aprobarlos.

No la ven

La definición del Presidente va a contramano del ímpetu de algunos de sus ministros para agilizar proyectos cajoneados, como las reformas penales de Patricia Bullrich o la ley de hojarascas, de Federico Sturzenegger, que ni siquiera tuvo una devolución de los aliados. No está claro si alguien en el Congreso la leyó. La ministra de Seguridad tuvo discusiones, a los gritos, con diputadas radicales que se resisten a su agenda punitivista, que lleva meses de tratamiento en comisiones.

El ministro de Modernización teme quedar atrapado en una parálisis del parlamento que no estaba en sus planes cuando aceptó el cargo. Para superarla, podría sumar como asesor al actual secretario parlamentario del bloque UCR de Diputados, Alejandro Cacace, exmiembro de esa bancada con décadas de experiencia legislativa.

El último pedido de Sturzenegger en la mesa legislativa que se reunió el miércoles en la Casa Rosada fue reactivar los proyectos para privatizar Aerolíneas Argentinas y obligó a Menem a ajustar las negociaciones.

Estos cónclaves, a los que ahora se sumó la UCR, se iniciaron en julio para contener al PRO y se convirtieron en una farsa: todos hablan de proyectos, pero nadie sabe cómo juntar votos. A Milei le sirven esos encuentros, porque reúnen lo necesario para blindar vetos. Es lo que custodian Francos y Santiago Caputo, que se sumó a los últimos dos. El consultor estrella puede ser víctima de un golpe bajo en Diputados: el socialista Esteban Paulón presentó un proyecto para impedir que haya asesores sin cargos que tomen decisiones. El sobrino del ministro de Economía es monotributista y su influencia fue expuesta por el candidato a juez de la Corte, Manuel García-Mansilla: en la audiencia del Senado contó que fue quien le anunció que enviarían su pliego.

Derrotas seguras

El martes será el plenario de comisiones en Diputados con invitados para debatir sobre la venta de Aerolíneas, porque no hay garantías de alcanzar la mayoría para aprobar un proyecto y menos aún de una eventual sanción en el Senado. El destino de la compañía será una cesión a empleados que quieran conducirla, si los hay.

Menem hubiera preferido no retomar el debate: no le encuentra sentido a negociar con la oposición por un proyecto que nunca podrá sancionarse. Tampoco quiere muchas sesiones hasta el 30 de noviembre -cuando finaliza el período ordinario- por temor a nuevos emplazamientos de la oposición, como ocurrió para el tratamiento de la ley de DNU.

Lo que algunos ministros no entienden es que la lógica del tercio vetador contempla más derrotas que victorias en el parlamento y, por lo tanto, lo mejor es tener recintos cerrados. El debate para reformar la ley de DNU parece encaminado a una sanción hostil para el Gobierno, a partir de la alianza, sin foto ni papeles, entre la oposición intransigente y la no dialoguista.

Los primeros son UP y la izquierda; los otros, Encuentro Federal, Coalición Cívica y la UCR rebelde, que por ahora se llama “Democracia para siempre” y preside Pablo Juliano. Suman 138, nueve más que el cuórum, por lo que ni siquiera está en riesgo la mayoría si se escapan los referentes de los gobiernos de Entre Ríos, Chubut y Córdoba que están en EF o algún catamarqueño de UP.

Esta alianza virtual de la oposición ya tiene su coordinación. Nicolás Massot y Oscar Carreño, de EF, negocian en simultáneo con el jefe de UP, Germán Martínez; las dos UCR, Juan López (Coalición Cívica) y los partidos provinciales que quieran sumarse. Sin levantar el perfil, hacen cuentas, intercambian borradores y logran consensos.

Sin DNU

Martinez debe conciliar con su bloque, donde tiene que evitar que se le cuele la interna partidaria, sobre todo desde que, por pedido de Cristina Fernández de Kirchner, se convirtió en uno de sus candidatos. La expresidenta lo llamó cinco minutos antes de la presentación de listas para ofrecerle el lugar.

La diputada Victoria Tolosa Paz está que trina por la falta de imparcialidad del jefe de su bancada. Un dato de color en UP: después de faltar a la sesión sobre el veto a la ley de presupuesto universitario, la catamarqueña Fernanda Ávila salió del grupo de Whatsapp “Federales”, coordinado por la diputada de La Plata.

La última versión de la reforma al sistema de DNU que promueve la oposición otorga 120 días de vigencia a estas medidas -podría bajar a 90- y luego estipula que sólo seguirán firmes si en ese plazo son respaldadas por las dos cámaras. Con las reglas actuales, los decretos rigen eternamente mientras no sean rechazados en ambos recintos.

Si esta reforma es sancionada, Milei la vetará sólo para no mostrarse complaciente, porque su destino ya está escrito: con una mayoría en contra en el Congreso le será imposible firmar nuevos DNU, con o sin reforma de la ley que los regula. Pronto podría derogarse el que le permitió renegociar deuda sin aval legislativo.

El semáforo de Francos

El proyecto de Presupuesto 2025 sigue en debate en Diputados, con un destino incierto. La UCR y el PRO tienen un amplio listado de modificaciones, que incluyen aumento de jubilaciones y presupuesto universitario; sostener la movilidad de asignaciones familiares e incrementar los fondos a las cajas previsionales de las provincias.

El Gobierno acepta todo, si le dicen de dónde sacar la plata. Sabe que se viene un pedido para eliminar beneficios tributarios y por eso se anticipó con una propuesta para derogar los que tienen los medios de comunicación. Fue una chiva a para el PRO y la UCR, decididos a defender a ese rubro.

La apuesta de Milei para tener Presupuesto es acordar con la mayor cantidad de gobernadores que esta semana circularon por la Casa Rosada, donde Francos tiene un semáforo para identificar buenos y malos.

Entre los verdes se destaca el radical Alfredo Cornejo, a quien el jefe de Gabinete quiere como titular del Pacto de mayo. Hubo Passalacqua (Misiones), Gustavo Sáenz (Salta), Osvaldo Jaldo (Tucumán) y el peronista Raúl Jalil (Catamarca) también están en esa lista. Se aproximan Marcelo Orrego (San Juan) y Claudio Poggi (San Luis). Ninguno quiere conflicto.

Amarillos son casi todos, pero con matices. Están los que reclaman fondos para cajas previsionales que no tendrán, como Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos); los patagónicos que piden agilizar inversiones cuantiosas; y opositores rasos que no aportan votos, pero aceptaron el traspaso de obras, como Gerardo Zamora (Santiago del Estero).

En rojo hay sólo tres: Kicillof (Buenos Aires), Sergio Ziliotto (La Pampa) y Gildo Insfran (Formosa). Al bonaerense, Francos asegura que le acepta todas sus demandas, como la cesión de la obra del canal de Magdalena, pero dice que el asesor Carlos Bianco nunca quiere avanzar en letra chica porque prefiere la confrontación. El oficialismo considera que el exministro de Economía es el único mandatario que juega a la política grande.

Tropiezo de Villarruel

Ya sin diálogo con el Poder Ejecutivo, Villarruel se decidió a aplicar un ajuste en el Senado que por primera vez en mucho tiempo obligó a confrontar con los gremios del parlamento, conocidos por su dialogismo.

La vicepresidenta echó a 56 empleados, de planta transitoria o que fueron pasados a permanente hace poco, sin tener en cuenta el tiempo que llevan cumpliendo funciones, motivo de seguras presentaciones judiciales. Había quienes trabajaban en despachos de aliados. En Unión por la Patria (UP) sacan pecho con las victorias que tuvieron en tribunales cuando Gabriela Michetti les echó varios empleados que atestiguaron haber prestado servicios durante años.

Por esa razón, la secretaria administrativa María Laura Izzo presentó la renuncia el martes pasado. Villarruel no puede permitirlo: es una de las figuras de confianza que llevó a la cámara alta.

Para no perder a Izzo, el jueves la vicepresidenta tuvo una tensa reunión con los referentes de los gremios, como la Asociación del Personal Legislativo (APL), liderada por Norberto Di Próspero, quien había firmado un comunicado declarando el estado de alerta y movilización.

Villarruel prometió corregir errores y quedaron en volver a verse la semana siguiente. En el gremio lo consideraron un avance y creen que pueden alcanzar un acuerdo para evitar una escalada del conflicto, que podría paralizar la cámara alta. Nadie quiere llegar a tanto.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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