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A qué juega Rodrigo de Loredo, el otro árbitro del Congreso

POLÍTICA 21/01/2024 Agencia 24 Noticias Agencia 24 Noticias
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Rodrigo de Loredo se reconoce un opositor de tiempo completo. Sin diálogo con Martín Llaryora y buscando condicionar su apoyo a los proyectos de Javier Milei, el cordobés que comanda el bloque radical en la Cámara de Diputados apuesta a una reestructuración del partido que le permita sostener su papel en las grandes ligas de la política provincial y nacional. Sin embargo, elige no apurarse. “Hoy, el papel es legislativo y trabaja en hacerlo de la mejor manera”, dicen en su entorno, en el que también saben que el diputado tiene al gobierno de Córdoba entre ceja y ceja.

Concentrado en la rosca legislativa, De Loredo es hoy una de las piezas claves para la aprobación de la ley ómnibus libertaria. “El Presidente va a tener las herramientas justas y necesarias que necesita un gobierno para llevar adelante lo que genuinamente ha votado el pueblo argentino”, dijo en las comisiones que discuten el megaproyecto. Seguidamente, se abocó a darle contenido a esa proclama a partir de las negociaciones con libertarios y los bloques que comparten con el radicalismo la intención de dar gobernabilidad a la Casa Rosada.
 
Para eso debe llevar adelante un quirúrgico trabajo al interior de su partido, en el que desde hace tiempo conviven sectores con posturas que se chocan y con distancias que en muchos casos se expresan públicamente. Con un buen vínculo directo con los gobernadores y con la cintura necesaria para contener a todos los espacios que conviven en el partido centenario, De Loredo cree que puede cumplir así su cometido de proyectar al radicalismo como una oposición responsable que pueda reconstruirse lentamente como una alternativa de poder en el mediano plazo.


El horizonte cercano
Los números que le llegan a manos del jefe de la bancada radical dan cuenta de una esperanza depositada en el Presidente que se mantiene a pesar de los impactos de las primeras medidas libertarias en el día a día de la economía. Sin embargo, no es eso lo que empuja la voluntad de colaborar del diputado, que a contramano de las expresiones públicas advierte que el oficialismo está dispuesto a “negociar más de lo que dice”.
En ese contexto, imagina a la ley ómnibus como el primer episodio de una serie de debates que estarán marcados por la transversalidad del diálogo. “Se va a discutir ley por ley y habrá posicionamientos diferentes, incluso hacia adentro de los bloques”, explican en su mesa chica, donde señalan que el cordobés tiene entre sus desafíos la construcción de consensos partidarios que le permitan al radicalismo moverse con la mayor cohesión posible.

Sucede que, a diferencia de Mario Negri, su antecesor en la conducción de la bancada, a De Loredo le toca un momento histórico. A la UCR se le presenta un desafío que podría desembocar en el tan mentado resurgimiento que parecía encaminarse luego de las legislativas de 2021, pero después empezó a renguear.

Negri estuvo 24 años en la banca, a lo largo de todo ese proceso tuvo que lidiar con la debacle de la Alianza, la caída en desgracia de su partido y el tropiezo de la gestión Cambiemos. Ante el quiebre del espacio que se manifestó en la interna nacional que enfrentó a Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, el histórico dirigente decidió dar un paso al costado, pataleando por la falta de unidad que De Loredo asumió como desafío.

Con el apoyo de sus correligionarios, ahora entiende que el horizonte que se abre le permite tener una mayor expectativa. Entre el cúmulo de certezas que permiten al excandidato a intendente de la capital caminar con confianza se suma también la renovación generacional que ya empezó con Martín Lousteau, el líder del núcleo Evolución, asumiendo en el Comité nacional y el recambio en las gobernaciones que tiene al radicalismo como protagonista.

El diálogo lejano
Mientras concentra su atención a nivel nacional, De Loredo no le pierde pisada a la situación provincial, donde el radicalismo revitalizó su posicionamiento luego del último turno electoral. Allí, dirigentes de su nucleamiento interno conducen los bloques en la Legislatura, el Concejo Deliberante capitalino y el intendentismo, lo que envalentona al diputado de cara a la interna por la conducción del Comité provincial del año próximo.

En ese campo, en el deloderismo hablan de “blindar al radicalismo” ante la insistente estrategia de Llaryora de sumar extrapartidarios a su armado provincial. “En eso es muy parecido al kirchnerismo”, advierten cerca del diputado y marcan las diferencias entre el sanfrancisqueño y sus antecesores, José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti. Para que la agenda nacional no impida el doble trabajo, el intendente de Río Tercero, Marcos Ferrer, se encarga de las urgencias en el armado territorial.

Con el gobernador el diálogo es nulo, algo que también introduce una novedad en los contactos provinciales de De Loredo. El quiebre se dio en la campaña por la intendencia capitalina, donde el radical entiende que el peronismo “se fue de mambo”.

Esa expresión refiere puntualmente al tramo final de la campaña, cuando culparon al radical de proteger a dirigentes relacionados con el narcotráfico. Esa herida que aún no cicatrizó es sólo una de las razones que impiden las conversaciones entre el mandatario provincial y el diputado.

En el fondo y en el horizonte hay una batalla por venir que tiene que ver con la disputa por un electorado cordobés que apoyó masivamente a Milei, un candidato que se impuso en todas las instancias electorales prácticamente sin aparato. En el radicalismo tiran la chicana y apuntan a “los funcionarios que el schiarettismo metió en el gobierno”.

“No nos queda claro dónde está jugando Llaryora, aunque por lo visto en este primer mes de gobierno parece bastante nervioso”, lanzan y aunque señalan que el gobernador intentará sumar radicales a las filas de su Partido Cordobés, aseguran que “no va a poder”.

Con informacion de Letra P.

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