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Don Atahualpa Yupanqui, el que rompió todas las fronteras

MIRADAS 18/01/2023 Mariano Di Bártolo
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Mariano Di Barolo Por Mariano Di Bártolo

Atahualpa Yupanqui: el músico, compositor y pensador que, aún  hoy, rompe las fronteras que nosotros mismo construimos.

 

A días del inicio de una nueva edición del Festival Nacional de Folklore de Cosquín, (21 al 29 de Enero) cuya grilla de artista como cada año da para la discusión, (sino no sería Cosquín),   sobresale el homenaje a la figura de Atahualpa Yupanqui  liderada por Mario Rubén Gonzalez (Jairo), Juan Falú y el joven  talentoso pianista de música clásica Horacio Lavandera.

Los primeros, hasta por una cuestión generacional diría, han abrevado de las fuentes de sabiduría  “Yupanqueanas” desde la cuna. Jairo en 1995, por ejemplo, le dedicó un trabajo discográfico entero y Falú en cada oportunidad que tiene no duda de templar su guitarra con acordes de aquel hombre que nació en Pergamino, Buenos Aire, el 31 de Enero de 1908 y se encargó de configurase en si mismo en un baluarte de los criollos explotados en el interior más profunda de una Argentina renga en materia de federalismo. Y también sus paisajes únicos recorrido de a caballo; como decía.

La obra de Yupanqui ha sido interpretada a lo largo del mundo entero. En Japón le rinden homenaje siempre, y hay una suerte de representación permanente que se encarga de difundir su extraordinario legado. Don Atahualpa mismo achicó cualquier distancia con su poesía y música, haciéndola girar de manera permanente.

En lo personal, cuando supe de esto me dio mucha alegría y lo tomé hasta como una reivindicación de gran parte de aquellos argentinos que nos pasamos años escuchándolo; pero sin oírlo.

Que un pianista del nivel de Lavandera, asuma la responsabilidad y el compromiso de “meterse” con Yupanqui, es toda una señal de ventura artística.

Pero Quien fue y "es" Hector Chavero? (Atahualpa Yupanqui) 

Desde muy niño encontró en la guitarra, y en el decir de sus mayores, algunas explicaciones de la vida misma, algo  que no se “dicta” en ningún aula de casa de altos estudios. Aprendió música, pero no hay que perder de vista que se eleva su figura caracterizada por la virtud de la inquietud permanente que tienen los autodidactas. Observador, de pocas palabras y “sabedor” de cuando espetarlas, le generaron al hombre sin fronteras no pocos problemas que más de una vez lo llevaron al exilio. Previa persecución, proscripción, detenciones y tortura.

Con su único hijo, Roberto (El Coya) Chavero, hace un tiempo nos reencontramos telefónicamente y tras recordar mojones de la obra artística, le pedí que me refrescara aquella historia que lo tuvo a él mismo como protagonista, siendo un niño. Y de paso tratar de entender cómo se manejaba Atahualpa sin “Rencores” ni  “Terapias”.

Cuenta Roberto, que tras salir de las antiguas tiendas Harrords en la calle Florida en Capital Federal, donde Yupanqui lo había llevado a cortarse el cabello, advirtió en un momento de la caminata unos minutos que nunca olvida. De frente, un hombre alto y corpulento le dijo: “Buenas tardes Don Chavero! A lo que Yupanqui solo respondió: “Que le vaya bien.”

Pocas preguntas se hizo Roberto en aquel momento. Sí, recuerda que al llegar a su casa de inmediato su padre fue a juntarse con su madre, Nenethe (Pablo del Cerro), a quien homenajearemos a nuestro modo en la próxima. Nunca supo de que hablaron sus padres, pero se los notaba al menos “incomodos…”

Pasaron los años y en la memoria de aquel niño hijo de esas enormes figuras, quedó grabada esa situación. Ya Roberto crecido, su padre y su madre más y con un camino artístico cultural hecho se atrevió a preguntarle sobre esa situación.

Chavero padre, como dije antes, hombre de muy pocas palabras, accedió a la pregunta de su “Coyita” come le decía y sin más vueltas le respondió:

Esa persona que había cruzado en calle Florida hacía largos años, era nada más y nada menos que el encargado de torturarlo en la sede de la Policía Federal de la calle Moreno, en su condición de detenido, comunista y anti sistema, (según el gobierno peronista). La charla, obviamente, no fue más allá,  pero tuvo un impacto para el hijo, que si bien sabía que su padre tenía seguidores irrefutables, “la grieta” de eses momento lo hacía estar en campo adversario siempre, no en vano también recuerda aquel intento de muerte que sufrió tras bajarse de un colectivo que lo llevaba a una reunión del Partido Comunista, a manos de una persona que subió con él, bajo con él y le disparó a matar sin éxito tras la veloz corrida.

Yupanqui, a ojos vista, templo fronteras tanto como sus guitarras. Hoy diríamos “un tipo que se reinventó…” y sino escuchen lo que ocurrió tras padecer en una “sesión” de torturas a manos de esos nefastos que sin dudarlo le hicieron poner sus manos (tan o más preciado que su corazón) sobre un escritorio y le  tiraron una y otra vez  hasta provocarle múltiples fracturas a instancias de una máquina de escribir, lógicamente, pretendían romper el hombre. Por dentro y por fuera, afortunadamente para nuestra cultura, nunca lo lograron. 

A pesar de donde uno esté parado en la vida; no se debe dejar de reconocer las “entrañas” de un hombre que pasó por distintos estadios y donde el silencio, la lectura, la filosofía, la música y una buena conversación serena lo enaltecían, sea en este caso de apellido Chevero ,pero tranquilamente podría ser un  López o un Perez.

Queda para los musicólogos, otro tipo de visión, esta es una humilde reseña de hechos acontecidos y que se vienen llevado a la pluma por alguien que se denomina "recolector de historias", con la consigna de ayudar a pensar e investigar quienes somos, más allá de cualquier tipo de grietas, más allá de cualquier pensamiento.

 

**Los audios con el hijo de Don Atahualpa

Imposible terminar esta nota sin uno de sus emblemáticos temas musicales, su creación, lo que hoy es su legado

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