El tiempo - Tutiempo.net

"La Noche negra de La Mona Jiménez" y su agradecimiento a Alfredo Leuco

PARA LEER EN PANTUFLAS 07/08/2022 Omar EDEN
ARCHI_88428

Carlitos Jiménez cantaba y temblaba. Tenía la mirada desesperada frente a la enorme confusión. Asistentes del festival ayudaban a trepar al escenario a personas de las primeras filas de las plateas que habían quedado bajo la presión de la multitud. En estado de conmoción, pasaban por delante del cantante y le reprochaban con gestos y palabras. La Mona cantaba y pedía disculpas.

Todo era un caos. El escenario estaba invadido y desordenado. Desde un costado, entre bambalinas, uno podía ver cómo la plaza rebullía en un desmesurado fervor que la había desmadrado como a un río. Mientras, en todas las direcciones, la ciudad estaba inundada de multitud y de colectivos.

Era la medianoche del miércoles 27 de enero de 1988. Cosquín, en sus 28 años de entonces ni en los que vendrían después, nunca había vivido ni viviría una noche así.

En 1987, el festival le había abierto la puerta al fenómeno popular de la música de cuarteto. Lo había hecho con el Cuarteto Leo, fundador del género y que había empezado a marcar el camino en los bailes provincia adentro.

Entonces, comenzó la discusión: ¿el cuarteto es folklore? ¿Corresponde que llegue a la plaza? Había quienes argumentaban como si la plaza tuviese un poder de legitimación estética del género, incluso, social de sus cultores. Por lo pronto, el cuarteto era una música que había reunido elementos tomados de músicas de inmigrantes (pasodoble, tarantela) con acentuaciones rítmicas locales. Como lo habían hecho el tango y otras expresiones.

Con el despuntar de los ’70 se había vuelto un asunto de masas, un fenómeno cultural-social cuando se expandió en la ciudad capital. Pero los sectores de más recursos se avergonzaban de él, lo señalaban como una expresión de “mal gusto”. Tanto fue así que la dictadura prohibió, en los meses previos al Mundial ’78, que las radios lo difundieran: había que ocultarlo de los visitantes. Es decir, ser cuartetero era una estigma no sólo estético, sino también social.

La Mona Jiménez se había convertido en el héroe de esa pasión musical-social, como que varias veces fue preso con sus bailarines cuando la Policía interrumpió sus bailes.

 
Entonces, Cosquín representaba algo así como una redención. Se estimaba que unas 80 mil personas habían llegado a la ciudad.

Pero la euforia se transformó en descontrol y violencia: la presión de la gente que había quedado afuera logró vencer la resistencia y la plaza estalló. No hubo muertos, pero sí susto, zozobra y escándalo.

Canal 7 decidió cortar la transmisión, pero ya era tarde: el país había alcanzado a ser testigo de caos y tomaba nota del fenómeno que provocaba esta música.

 
Carlitos Jiménez (como se lo llamaba tanto entonces) apenas si pudo cantar tres o cuatro temas. Después se dio vuelta la camisa y, custodiado por dos policías, atravesó entre la plaza por un costado en sombras. Uno alcanzó a verle los ojos rojos y a presentir su angustia: sentía, acaso, que todo había terminado.

Pero no fue así: tanto y tan lejos fue a parar la conmoción que en esa noche del caos nació la Mona como leyenda nacional.

En la introducción del primer video, Carlos Jiménez hace un reconocimiento muy especial al periodista Alfredo Leuco.

Un excelente relato de "La Noche Negra", que mal llamaron los medios, dándole al cantante una responsabilidad que en realidad fue de los organizadores,

Con información de La Voz del Interior y de quienes en Youtube mantienen viva la memoria

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto