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Cristina cree que condicionando a Alberto y Guzmán puede evitar una derrota electoral

OPINIÓN 17/05/2021 Alberto Valdez*
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Primero fue con la carta de los “funcionarios que no funcionan”, luego en el discurso en el Estadio Único de La Plata el 10 de diciembre del año pasado cuando le anticipó a Alberto Fernández que había que cambiar el rumbo económico del Gobierno. Así fue como Cristina Fernández de Kirchner “marcó la cancha” y lanzó una dura ofensiva contra los objetivos de prolijidad fiscalista que había elegido el ministro de Economía, Martín Guzmán, avalados por el presidente.

Para los cristinistas el punto de inflexión fue la “resistencia con aguante” al intento de despido del subsecretario de Energía, Federico Basualdo. Ese contraataque sirvió para consumar el cambio de libreto del titular del Palacio de Hacienda. “Frenamos el ajuste que impulsaba Guzmán y que nos llevaba a poner en riesgo las chances electorales del Frente de Todos en las elecciones legislativas”, dicen en el Instituto Patria. El malestar del ala izquierda del oficialismo reside en que el cuestionado ministro, el jefe de gabinete, Santiago Cafiero y el propio presidente se negaban a cumplir con la orden de CFK el 10/12: no aumentar tarifas y aplicar una política más distributiva.

Un triunfo interno que ratifica la centralidad política de la vicepresidenta y sigue deteriorando la autoridad presidencial. Luego de lograr el despido de Marcela Losardo, los kirchneristas decidieron ir por más. Aunque algunos interpretan que el cambio hacia una política económica más populista fue un poco tardía. “El número de inflación del mes pasado pone en evidencia la mala praxis de Guzmán y Matías Kulfas y ahora va a ser más difícil recuperar el poder adquisitivo antes de las elecciones”, dice con fastidio un diputado cercano a Máximo Kirchner.

El 4,1% de inflación de abril, un mes tradicionalmente estable para los precios, y la suba de los alimentos golpea fuerte en el Gran Buenos Aires y en centros urbanos del interior. Esto explica el malestar del polo de poder bonaerense que integran Cristina, Máximo, Axel Kicillof y Sergio Massa. Consideran que la clase media baja y el voto blando no van a votar en noviembre por la vacunación, creen que a esa altura del año se estará cerca de la inmunidad, sino por el bolsillo. Creen que “la parsimonia de Alberto que solo piensa en las vacunas y la obsesión de Guzmán con el FMI nos pueden dejar al borde de una derrota electoral o una performance electoral pareja con Juntos por el Cambio”, escenarios que generan la ira del kirchnerismo duro. Kicillof es el principal intérprete de esta movida. Gobierna el Conurbano y es el más crítico de la gestión de Guzmán. Obviamente su equipo de colaboradores económicos con Augusto Costa, ministro de la Producción, y Pablo López, el titular de Hacienda, a la cabeza, tienen un plan alternativo.

Consideran que la Casa Rosada tiene un diagnóstico diferente y que el presidente y sus principales colaboradores apuestan a plebiscitar la gestión. “Si ganan por un voto van a querer instalar que es un triunfo de Alberto que venció la pandemia”, dicen diputados del Frente de Todos. En cambio, ellos apuestan a conseguir un triunfo contundente en el Conurbano que les asegure ganar bien en la provincia de Buenos Aires. “Si arrasamos en el GBA, ganamos el distrito bonaerense y eso impulsa a lograr una victoria a nivel nacional”, agregan. Pero reconocen que las condiciones complicadas que reflejan las encuestas por el escenario económico hoy no aseguran ese objetivo.

El fracaso de la contención de la inflación lo ponen a Alberto y a Guzmán en un nuevo frente de disputa con el Instituto Patria y La Cámpora. Le pasan la factura por el aumento de la pobreza y la pérdida de poder adquisitivo que golpea esencialmente al electorado más fiel del Frente de Todos. Si no hay rebote económico y la situación social sigue deteriorándose sobre todo en el Gran Buenos Aires creen que habrá que radicalizarse más, poniendo en duda la continuidad del ministro de Economía y de Kulfas. “Hagan algo, escuchamos en los barrios pobres cómo le decían a Macri”, dice en privado un referente K de las organizaciones sociales.

Todo parece indicar que la interna en el oficialismo va a seguir profundizándose, más allá de la intención de los últimos días de no exponerla tan públicamente. Mientras tanto, los sondeos de opinión indican que la pérdida de credibilidad de la palabra presidencial se agudiza diariamente. En este contexto: ¿hasta dónde Cristina podrá seguir desautorizando a Alberto sin dañarlo en forma terminal?

 

 

* Para www.mdzol.com

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