
Caputo baja retenciones con un costo fiscal prácticamente nulo, según estimaciones privadas
ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior

- El costo neto de la baja de retenciones sería casi nulo: 0,08% del PBI.
- La medida se compensa parcialmente con mayor recaudación de Ganancias.
- Reducciones para soja, trigo, maíz, sorgo, cebada, girasol y subproductos.
- Caputo afirma que la rebaja “retribuye” el aporte histórico del campo.
- Provincias recibirán u$s66 millones vía coparticipación.
- La producción podría aumentar y compensar la menor alícuota.
El ministro de Economía, Luis Caputo, volvió a avanzar sobre una de las demandas históricas del campo: la reducción de los derechos de exportación. La medida, presentada como parte de una estrategia de alivio impositivo y estímulo a la producción, llega en un momento en el que el Gobierno insiste en que cada decisión fiscal debe ser compatible con el objetivo central de equilibrio de las cuentas públicas. Esta vez, el anuncio vino acompañado de una precisión clave: el impacto neto en las finanzas estatales sería prácticamente nulo.
Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), el costo directo de la rebaja rondaría los u$s570 millones. Sin embargo, esa cifra se reduce a unos u$s520 millones para el Estado nacional cuando se incluye el efecto compensatorio de una mayor recaudación del Impuesto a las Ganancias, derivada del incremento en la rentabilidad de las empresas del sector. En términos macroeconómicos, el impacto se traduce en apenas 0,08% del PBI, un porcentaje considerado marginal incluso por analistas conservadores. Este es el dato que el Gobierno intenta destacar para defender la medida ante quienes advierten por posibles tensiones fiscales.
Caputo aprovechó una charla de la Fundación IEB para explicar el sentido del recorte. “Estamos retribuyendo parcialmente lo que ha aportado el campo en todos estos años”, señaló, insistiendo en que las retenciones son un impuesto que “molesta” al Gobierno y que será eliminado de manera gradual en la medida en que exista espacio fiscal. El ministro volvió a insistir en un concepto que se ha vuelto parte del libreto oficial: la reducción de impuestos no puede ser súbita, pero sí progresiva, y acompañada de un marco macroeconómico más sólido.
Los cambios dispuestos alcanzan a los principales cultivos del país. La soja baja de 26% a 24%; sus subproductos, de 24,5% a 22,5%; el trigo y la cebada, de 9,5% a 7,5%; y el maíz y el sorgo, de 9,5% a 8,5%. Incluso el girasol recibe un alivio, reduciendo su carga impositiva de 5,5% a 4,5%. La decisión se enmarca en una política que busca mejorar la competitividad del agro, principal generador de divisas, en un contexto en el que el Gobierno necesita sostener la recuperación del flujo comercial.
La medida, sin embargo, no solo tiene impacto a nivel nacional. Las provincias también se verán beneficiadas por una mayor recaudación del Impuesto a las Ganancias, que aportaría unos u$s66 millones extra a través del sistema de coparticipación. Ese detalle contribuyó a desactivar potenciales tensiones con los gobernadores, que tienden a mirar con preocupación cualquier modificación que pueda reducir sus ingresos fiscales.
Uno de los aspectos más relevantes del análisis del IARAF es el potencial efecto multiplicador de la medida. Si los productores responden al incentivo de un mayor precio percibido aumentando la producción, la base imponible de las retenciones podría ampliarse, compensando total o parcialmente la pérdida inicial asociada a la baja de alícuotas. Todo dependerá del grado de elasticidad de la oferta, un factor que los economistas del sector consideran determinante en un año marcado por la normalización climática y el repunte productivo.
El ministro Caputo también reafirmó la intención del Gobierno de avanzar hacia una estructura tributaria más liviana y menos distorsiva. Señaló al impuesto al cheque, a Ingresos Brutos y a diversas tasas municipales como tributos que dificultan la actividad económica y que deberían desaparecer en un escenario de crecimiento sostenido del 6% anual. Aunque la meta parece ambiciosa, forma parte del discurso oficial que busca reforzar la idea de un horizonte tributario más razonable.
En un contexto en el que la administración Milei necesita mostrar señales de orden fiscal sin desatender el apoyo político del sector agropecuario, la reducción de retenciones aparece como un gesto calculado: genera alivio en el campo, estimula la producción y, según los números oficiales y privados, casi no altera el equilibrio presupuestario. Un delicado equilibrio que el Gobierno insiste en mantener mientras busca consolidar su programa económico.







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