



Desde que el peronismo gobierna en Córdoba, históricamente la fuerza del interior empujó con tanta asertividad en los procesos electorales provinciales que le permitió al oficialismo permanecer por más de un cuarto de siglo en el poder central. Y hacerlo de manera ininterrumpida y con performances apabullantes como fue la de Juan Schiaretti en el 2019.
Sin embargo, por primera vez esa lógica se vio trastocada en las elecciones del 2023 cuando Martín Llaryora ganó, pero por una escasísima diferencia, con un triunfo que se construyó inéditamente desde la Capital.
En aquel momento, por factores externos como la gran elección de los aliados con Luis Juez a la cabeza, pero también (y sobre todo) producto de errores propios, el peronismo se retrajo en el interior perdiendo departamentos claves y ciudades grandes. Un nuevo mapa quedó configurado y con él, el desafío pendiente de Hacemos para reconstruir esa capilaridad territorial propia, que en el ´27 empuje por la reelección del gobernador.
Sin embargo, aunque con menos entusiasmo por saber que las legislativas nacionales nunca fueron el plato fuerte del cordobesismo, este año será toda una prueba de fuego para Llaryora en su rol como conductor del Partido Cordobés y máximo responsable de la estratégica electoral para jugar octubre.
Sobre todo, si el tres veces gobernador de Córdoba decide, como todo parece indicarlo, saltearse este turno para enfocarse de lleno a su partido nacional.
Schiaretti es, sin dudas, el único dirigente del PJ que podría batallar con alguna chance real frente a la lista libertaria. De mínima, convirtiendo la boleta de Hacemos Unidos en una oferta mucho más competitiva y de máxima, permitiéndole soñar al oficialismo con un resultado que rompa la maldita tradición del PJ en las legislativas nacionales.
Sin Schiaretti en la cancha, la cosa se pone difícil. Ahí se abre un abanico de posibilidades con varios nombres barajados en la mesa. Pues, como se dice en política, cuando hay tantos candidatos, en realidad, es porque no hay ninguno.
Ese escenario de “Plan B”, complica tanto las chances del oficialismo como al propio Llaryora que deberá pensar un armado con candidatos lo más federal posible para intentar mover esa estructura de intendentes propios a los que poco les seducen los nombres en danza. No porque sean malos o buenos dirigentes, aclaran, sino porque necesariamente su instalación demandará un esfuerzo político demasiado alto para una elección en la que el propio peronismo, de antemano, se admite perdedor.
Sucede que, así como Schiaretti es hacia afuera la mejor carta con la que podría jugar Hacemos, hacia adentro también es quien mejor podría sintetizar el cordobesismo; su nombre no genera reproches, grietas, ni dudas para motivar a la dirigencia y militancia a ponerse la campaña al hombro. No así, en cambio, cuando ya se habla de otros dirigentes.
Ese “Plan B” al que posiblemente deba recurrir Llaryora, ya genera reacciones; sobre todo en el interior donde Javier Milei arrasó en el 2023 y, posiblemente, lo vuelva a hacer el 26 de octubre.
Los alcaldes de Hacemos ven demasiado costoso intentar cambiar el rumbo de la ola libertaria en sus localidades y se preguntan cuál es la ganancia de salir a poner su propia cabeza y rifar su imagen (a veces miden más que el propio gobernador) por una lista propia que no ven ganadora.
El amor por el proyecto político provincial de Hacemos, la disciplina con el Panal, la organicidad partidaria… podrían ser razones atendibles, pero ninguna le gana al pragmatismo de saber que, en realidad, por lo que se está pelando es por una o dos bancas en Diputados. En todo caso, dicen, el esfuerzo a todo o nada quedará reservado para el ´27.
Por otro lado, la organización política del interior en tiempos electorales también representa un reto para el gobernador. Pues, diluido el esquema de caciques departamentales que, de algún modo, ordenaba la campaña en cada distrito, ahora el oficialismo a cuenta con dos, tres o más vértices políticos por región donde todos mandan. Esa nueva articulación y los resultados que den, será toda una novedad para el justicialismo.
Por ahora, a la pregunta de ¿hasta dónde pondrán las manos los intendentes por Hacemos en octubre?, se escucha una sola respuesta: depende.
CON INFORMACION DE SORIA YANINA.



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